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Economía

Garrido le gana el pulso a los taxistas

Después de 16 días de huelga salvaje, los taxistas de Madrid han decidido retomar el volante. Lo han hecho mediante votación en urna y sin haber obtenido nada a cambio. El fracaso, pues, es absoluto. La decisión, sin embargo, era inevitable por cuatro motivos:

1.- El presidente de la Comunidad, Ángel Garrido, no estaba dispuesto a ceder al chantaje.

2.- Los ciudadanos se habían acostumbrado ya a vivir sin taxis. Los usuarios habituales del taxi se han descargado las aplicaciones de Uber y Cabify y han comprobado sus ventajas y su comodidad. Los primeros días quizás fueron algo duros para algunos, pero al final todo el mundo se ha ido adaptando a la nueva situación y algunos han descubierto el metro o el placer de ir andando. Volver a coger un taxi no va a ser fácil. Incluso el tráfico había mejorado sobremanera en la capital de España.

3.- La imagen de los taxistas ha quedado muy dañada. Los atascos de los primeros días y su intento de boicotear la Feria Internacional del Turismo (Fitur) sentaron muy mal a los madrileños.

4.- Los taxistas han perdido un mínimo de 2.000 euros en estos 16 días, muchos de ellos no podían aguantar más tiempo sin ingresos.

Aparte de ello, conviene que todos los políticos de España tomen buena nota de lo que ha pasado. Garrido se ha plantado y ha ganado un pulso muy importante. Los taxistas madrileños querían conseguir la misma victoria que sus compañeros de Barcelona lograron antes. Pero en Madrid había un hecho con el que los taxistas no contaban: Garrido, defenestrado por el Partido Popular como candidato, no tenía nada que perder en esta pelea porque no se juega su futuro en las elecciones de mayo, a diferencia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que optó por la vía más fácil para salvar el Mobile World Congress que se celebra dentro de unos días... y su propia cabeza en las próximas elecciones municipales.

Decía el premio Nobel Camilo José Cela que "en España, el que resiste, gana". Se ha vuelto a demostrar. Ya sólo falta que los políticos lo tengan en cuenta para futuras ocasiones. Ceder ante la primera presión por parte de un colectivo nunca debería ser la forma de hacer política. Los que no tengan agallas suficientes para resistir un pulso de estas características deberían dedicarse a otra cosa.

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