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Economía

La crisis purga a los advenedizos y pone en primer plano a los ricos de verdad

Después de varios años de penalidades, esta crisis ha hecho aflorar de nuevo a ese selecto club que definió Emilio Botín padre: los ricos “de verdad”. El viejo patriarca reconocía que este grupúsculo está reducido a un puñado de familias, que ahora emergen de nuevo en el actual escenario de crisis. Son esos nombres tradicionales que no han gozado de recientes (y efímeros) días de vino y rosas, gracias al apalancamiento, sino que poseen históricamente un patrimonio sólido detrás. En estos momentos es cuando se puede comprobar quién tiene poderío real, no aparente.

El caso más llamativo, sin duda, es el de los March, cuya banca privada está rastreando ahora el mercado en busca de adquisiciones y captando mucha clientela, ya sea nueva o de la competencia. La entidad de los millonarios mallorquines ha comprado recientemente Consulnor, una firma en la que estaban invertidos los obsoletos capitales de la oligarquía vasca. Mientras casi todos las pasan moradas, los mallorquines salen de compras. A la baja, claro. 

¿Qué se puede esperar de un grupo cuya mejor forma de administrar su patrimonio fue la de constituirse en banco? Esa pregunta se formulaban miembros de su competencia, que reconocían que en estos momentos de convulsión financiera, están desplegando una potencia de fuego con la que es imposible medirse. Mientras los March despliegan sus alas, otros dan de baja sus divisiones de hedge funds, cierran o piden rebajas en sus sicav. En definitiva, desaparecen del 'circuito top', del que se creían participantes principales. Pero no, los March nunca habían dejado esos puestos, aunque otros captaran más exposición mediática recientemente. 

Cuestión de solvencia

Su banco matriz es el que mejor ratio de solvencia tiene de todo el sistema y son la principal amenaza para las entidades suizas y andorranas, que buscan captar mercado en España para seguir operando con sus clientes en origen, ahora que le secreto bancario está más que amenazado ante los acuerdos de intercambio de información de los grandes estados. De algo les tuvo que valer no sucumbir a la locura del ladrillo ni protagonizar operaciones corporativas con endeudamientos disparatados. Ahora, su fortuna luce más que nunca. 

Sus competidores no dudan en señalarlos ahora como el grupo más fuerte del momento, el que más daño está haciendo, ya que la seguridad que ofrece el nombre de los millonarios es un reclamo imbatible. En estos momentos, son legión los clientes que mantienen algún patrimonio y buscan refugio en la seguridad de una entidad que no ha necesitado de las prácticas del pasado y, por tanto, está sana. 

Tampoco conviene perder de vista a Omega Capital, el family office de Alicia Koplowitz en el que también están fuertemente vinculados ejecutivos como Gabriel Fernández de Bobadilla u Óscar Fanjul. En años pasados, todo el mundo ha querido presumir de capacidad de gestión de hedge funds, pero ahora en España sólo quedan los de Cartesio (una pequeña boutique), los de EDM (firma catalana fundada por Eusebio Díaz Morera, probablemente el pionero en España de estos instrumentos financieros) y Omega. Muy poco más. 

Todos con buenas rentabilidades y férreo control del riesgo. Omega no ha hecho ruido estos años, aunque ha reforzado sus equipos con profesionales como Alberto Ruiz, de AFI, Fernando Arenal del Santander o Juan Cueto, de Ibersecurities. La entidad pretende reforzar su división de fondos de fondos alternativos en el futuro y habrá que ver si, por el contrario, continúan con su política de participaciones relevantes, cada vez más oculta. De hecho, sólo se les conoce ya su fuerte inversión en Acerinox, cuando en el pasado han sido fuertes en Iberdrola, Banco Sabadell o Inmocaral-Colonial.

Merece la pena leer con detenimiento su documento de presentación, en la que incluso incluyen la referencia de tres clientes (Orienta Capital, Ahorro Corporación y Wealth Solutions EAFI).

El patrimonio de Koplowitz todavía supera el 50% del total de Omega, que supera con amplitud los 800 millones de euros bajo gestión, aunque si se elimina la sicav Morinvest, que supera los 500 millones de euros, la cifra es más ‘terrestre’.

Son objeto de deseo

Otro caso digno de mención es el de los Del Pino, cuyo family office (Casa Grande de Cartagena y la gestora Pactio) es ahora objeto de deseo, una vez que gran parte de gestores y analistas de entidades financieras sufren de inestabilidad en sus puestos de trabajo.

La familia ha intentado replicar en cierto modo el modelo de la Bestinver de la familia Entrecanales, cuyo gran tamaño (más de 5.000 millones de euros bajo gestión) llega merced al amplio número de inversores no pertenecientes a la familia. Eso sí, han optado por la prudencia, rebajando el tamaño de sus sicav. 

Conviene hablar también de Manuel Jove, que mantiene su 3% en BBVA. Su corporación financiera Inveravante obtiene ya más de la mitad de sus ingresos procedentes de la energía, mientras tiene posiciones en alimentación, textil…

Los tiempos en que cualquier constructor venido a más gozaba no ya de su sicav sino de su family office, han pasado. Cuando todos se han hundido, ellos emergen.

¿Operaciones corporativas?

Pero hay más. Todas estas familias han 'empaquetado' sus fortunas en estos instrumentos financieros, abriéndolas al público además, por lo que ganan dinero permitiendo a otros invertir con ellos y cobrándoles por beneficiarse de la misma gestión. Pero todavía hay más: esos vehiculos de inversión pueden ser objeto de grandes operaciones corporativas.

El destino final de Inveravante, por ejemplo, es la salida a Bolsa, repitiendo el ejemplo de la Corporación Alba de los March. También podrían obtener sustanciosas rentabilidades los Entrecanales si se decidieran a vender su gestora Bestinver, considerada una de las mejores de Europa. Esta posibilidad estuvo sobre la mesa hace poco más de dos años, cuando se estudió la unión con su partner francés Synergie, según comentan fuentes de mercado.

Pactio u Omega también podrían ser objeto de ventas o entradas de capital foráneo, aunque no consta que estén en esto ahora mismo. Pero las fortunas de estos ‘ricos de verdad’ constituyen a su vez pequeños imperios financieros, susceptibles de ser explotados de manera más que rentable. Dinero llama a dinero.

De Amancio Ortega, que ya es tan rico como Warren Buffett, no hace falta explayarse más. Simplemente, tendrá que empezar a ser incluido en los libros de historia española en las escuelas. 

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