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Repsol urde un golpe de efecto para convencer a los inversores tras hundirse un 23% desde enero

Antonio Brufau, presidente de Repsol (derecha), y Josu Jon Imaz, consejero delegado.

 

Repsol está en el punto de mira de los inversores y las agencias de calificación de riesgo por su elevada deuda tras la compra de Talisman y el impacto que están teniendo en sus cuentas los bajos precios del barril de petróleo. De ahí que el valor haya sido uno de los que más ha sufrido de su sector y en lo que va de año, la compañía acumule una caída en Bolsa del 23% (hace una semana superaba el 30%, pero el anuncio de desinversiones aupó las acciones).

En su capital se han colado los inversores bajistas (apuestan a ganar si cae la cotización de las acciones) y Standar&Poors le ha rebajado su perspectiva de estable a negativa, en un momento en el que la compañía ha reportado una deuda (cierre del primer semestre) de 13.264 millones de euros, frente a los 11.329 millones de finales de 2014, y arrastra un ratio deuda neta/capital empleado del 30%, el pero de su sector.

Así que la cúpula directiva del grupo, con Antonio Brufau, presidente, y Josu Jon Imaz, consejero delegado, a la cabeza, se ha apresurado en adelantar la presentación del plan estratégico a este mismo jueves. El programa, que abarca de 2016 a 2020, iba a ser anunciado en noviembre, pero las incertidumbres se han disparado sobre todo el sector petrolero en general, y sobre la compañía española en particular.

La deuda del grupo se ha disparado hasta los 13.264 millones de euros en el primer semestre

El grupo ha tenido que acelerar la venta de su negocio de gas canalizado a Gas Natural y Redexis (651,5 millones) y del 10% de CLH (325 millones) para cumplir su compromiso de desinversiones por valor de 1.000 millones de euros tras la compra de Talisman.

Pero el mercado quiere más y la compañía prepara un buen golpe de efecto para este jueves. Además del recorte de plantilla del 6% recién anunciado, Repsol se plantea anunciar nuevas desinversiones de activos no estratégicos, un plan de recorte de costes y el ajuste de las inversiones previstas en exploración y producción (upstream), la división más afectada por la caída de los precios del crudo (el barril cotiza hoy a 50 dólares), que en el primer semestre arrojó ya unas pérdidas de 238 millones de euros.

"Con el petróleo a 50 dólares es mejor recortar el ritmo de inversiones en upstream y si el Brent sube en 2016, éstas inversiones podrían revisarle de nuevo al alza. Pero ahora el mercado pide a las petroleras contención en este área de negocio", afirma una fuente consultada.

Con un horizonte de precios del crudo de 50-60 dólares, todas las petroleras están revisando a la baja sus inversiones en exploración y producción

Es verdad que Repsol cuenta con una potente división de refino y marketing que hasta ahora le ha permitido compensar los malos resultados del upstream y aporta ya el 70% de todo su resultado bruto de explotación (ebitda). Pero el mercado y las agencias de rating quieren medidas más contundentes que garanticen que Repsol es una empresa rentable y puede sobrevivir en los próximos años con un horizonte de precios bajos del crudo.

Los analistas de Jefferies recomiendan a la compañía que realice nuevas desinversiones por unos 1.000 millones de dólares para rebajar su ratio de deuda neta/ebitda. Otras analistas van más allá y apuntan a un recorte (o supresión en el caso más extremo) del dividendo y a una posible venta parcial del jugoso paquete del 30% que posee la petrolera en Gas Natural Fenosa, valorado a día de hoy en 5.790 millones de euros.

Sin embargo, por ahora, Repsol no quiere hacer uso de estas dos medidas "más extremas", en palabras de un analista, y mantendrá previsiblemente su dividendo flexible, que le supone una limitada salida de caja porque muchos accionistas optan por acciones en lugar de cash.

Asimismo, el paquete 'colchón' de Gas Natural Fenosa seguirá siendo ese 'seguro de vida' que Repsol no quiere perder por ahora, de forma que la venta del 30% no está ahora sobre la mesa.

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