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Borbón, Martínez-Campos, Benjumea… Así ha ido perdiendo señorío el Consejo de Abengoa

Felipe y Javier Benjumea

Abengoa es pura Andalucía. Pero no desde luego la Andalucía de la Sevilla en la que nació Javier Benjumea Puigcerver (1915–2001). Aquella no la dominaban los ingenieros como él sino los marqueses, título que también ostentaría. Abengoa, la empresa que cofundó Javier Benjumea Puigcerver, el primer marqués de Puebla de Cazalla, se ha convertido, tres cuartos de siglos después, en una enorme multinacional. Una en apuros, que lastraba una estructura familiar repleta de grandes nombres tal vez más destinados a proveer de contactos o empaque que de savoir faire. Pero muchos de estos egregios que figuraban en su lista de consejeros que se han ido marchando discretamente.

Por ejemplo, el ya difunto Carlos de Borbón-Dos Sicilias y Borbón-Parma, que dejó Abengoa (la Solar) tras 10 años en la compañía. Infante de España, príncipe de las dos Sicilias y duque de Calabria, Carlos era primo del rey Juan Carlos I. Nada más, y nada menos. Tan cargado de títulos, armas y condecoraciones como falto de formación alguna en los menesteres de la compañía, que al fin y al cabo se dedicaba a la ingeniería, con 24.000 empleados y ventas en paneles, turbinas y demás productos por valor de 7.151 millones de euros en 2014 y un EBITDA de 1.408 millones.

Sigue en el Consejo Fernando Solís y Martínez Campos, conde de Torralva.

De la realeza, de la casa del rey más bien, provenía Alberto Aza Arias. Su presencia en la empresa fue tan fugaz como fatua era su experiencia con los tornillos y paneles solares. Estuvo tan sólo un año: con fecha de 27 de febrero de 2012 aceptó la renuncia como miembro del consejo asesor internacional (él era de formación diplomático) “por incompatibilidad sobrevenida tras su nombramiento como consejero permanente de Estado”, todo según los registros consultados por Vozpópuli.

Pero hay mucha carga de linaje que aún se mantiene en esta Abengoa ahora torturada por los mercados. Piénsese en don Fernando Solís y Martínez Campos, conde de Torralva, hermano del undécimo marqués de Motilla, Miguel Ángel Solís y Martínez Campos, miembros ambos de una de las familias de más alta alcurnia andaluzas. Fernando Solís se mantiene desde 2007 en el Consejo.

Carlos Sundheim Losada también sigue, y tiene un doble perfil: pertenece a uno de los más importantes linajes de Huelva, pero además es ingeniero.

Hay en la cúpula de Abengoa hasta miembros de la Real Academia Española. Uno con un sillón, el f minúscula, José Buenaventura Terceiro Lomba. Este catedrático de Economía es uno de los que más está aguantando los envites en la empresa familiar: allí sigue desde 2002.

Al final, todo queda en familia. En esta gran familia sevillana.

De la cosa política, destaca por su fidelidad a la empresa Carlos Sebastián Gascón: profesor, economista y cConsejero independiente desde 2005 es, además, hermanísimo de Miguel Sebastián Gascón, el que fuera ministro de Industria entre 2008 y 2011. Sebastián Gascón, Carlos, dejó de ser miembro del Consejo de Abengoa en 2012.

El expresidente del Parlamento Europeo José Borrell lleva algo menos, desde 2009, y está incluido dentro de los consejeros de perfil independiente.

Los analistas apuntan a que la empresa ha emprendido en los últimos años un camino sin retorno destinado a alejarse de consejos con mucho renombre para acercarse a otros con más profesionalización. Apuntan como ejemplo a la entrada en 2012 de Claudi Santiago Ponsa, que fue vicepresidente de General Electric y presidente y director ejecutivo de GE Oil & Gas.

“Los Benjumea son gente bien de toda la vida, pero con espíritu empresarial y visión avanzada”, explica un buen conocedor de la empresa, “aunque les ha costado delegar y dar entrada a equipos profesionales, separar propiedad y gestión”.

Ahora manda el instinto de supervivencia, máxime teniendo en cuenta las apreturas de estos dos años terribles en los que la empresa ha perdido la confianza de la bolsa. La empresa ha caído un 93% sólo desde septiembre de 2012, todo por las dudas sobre su contabilidad: computaba la deuda con recurso, de la que es última responsable la empresa, como sin recurso. Tiene una demanda abierta en Estados Unidos por haber disfrazado la liquidez de la empresa en su contabilidad ante la Comisión del Mercado de Valores (SEC, en sus siglas en inglés). El 31 de julio de 2015, el Consejero Delegado Santiago Seage aseguró que “la empresa no tenía ningún plan […] de ir a los mercados de capital en forma alguna”; después, el 3 de agosto de 2015, contradiciendo sus propias palabras, Abengoa anunció un plan de emisión de acciones para recaudar 650 millones de euros, junto a una desinversión de activos de 500 millones de euros. Esto provocó que las acciones en la bolsa neoyorquina de la empresa cayeran hasta los 5 dólares por acción, o un 46%, hasta cerrar a 6 dólares el 4 de agosto.

Hay cuatro figuras de la dinastía que se mantienen, por supuesto, en el Consejo. Felipe Benjumea, el heredero real del poder de la empresa que cofundó su padre, ha sido despojado de la presidencia ejecutiva por la banca que le ha prestado el dinero para salvar su empresa. Sigue, por supuesto, dentro del consejo, aunque con un porcentaje de voto reducido. Con él está su hermano mayor, Javier Benjumea, que hasta 2007 ejerció también de consejero delegado. Y siempre están, mientras van y vienen ilustres figuras de la cúpula, José Luis Aya Abaurre y José Joaquín Abaurre, descendientes del otro fundador de Abengoa, José Manuel Abaurre. Son, además, primos de los Benjumea. Porque, al final, todo queda en familia. En esta gran familia sevillana.

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