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Las cabinas, sentenciadas de muerte: desaparecerán en 2017

Dos cabinas telefónicas que desaparecerán en 2017.

Es lo último que se merecía José Luis López Vázquez. No era necesario darle un disgusto así, por mucho que la telefonía móvil haya acuchillado en poco más de una década a las cabinas públicas y que el desenlace sea inevitable. Que poco glamour acabar desapareciendo por culpa de un informe del regulador CNMC. Hubo un tiempo en que las cabinas eran capaces de servir a millones de usuarios en España, pero también de devorar, cual planta carnívora, a clientes imprudentes que, como López Vázquez, por obra y arte de un magistral Antonio Mercero, acababan siendo engullidos en un cementerio de cabinas.

Pero los tiempos han cambiado. La telefonía móvil no conoce nostalgias. Las cabinas tocan a su fin y en España, previsiblemente, desaparecerán a partir de 2017. Esta es la conclusión que se desprende del informe de la CNMC, que ha recomendado al Gobierno que revise la conveniencia de mantener las cabinas y seguir costeándolas con cargo al servicio universal, que mayormente paga Telefónica (Vodafone y Orange también abonan su parte).

El regulador considera que no tiene sentido que el servicio telefónico de las cabinas públicas se considere un servicio esencial, porque ya casi nadie lo usa y sus costes de mantenimiento no están justificados.

En 2014 quedaban sólo 34.700 cabinas en España y el 88% de los ciudadanos afirma no usarlas nunca

En el año 2000 había en España unas 108.900 cabinas y en 2014 'sólo' quedan 34.700. La mayoría de estas últimas no se usa, según una encuesta del Eurobarómetro 2014, que concluye que el 88% de los encuestados nunca ha utilizado una cabina, en línea con lo que ocurre en la Unión Europea.

Pero a la vez caen los usuarios, el coste de mantenerlas dentro del servicio universal se ha multiplicado por tres. "Si en 2012 el coste neto de las cabinas se situaba en 400.000 euros, en 2013 éste ya superaba los 1,2 millones de euros", afirma la CNMC.

El actual servicio universal obliga a que se mantenga al menos un teléfono público de pago y uno más por cada 3.000 habitantes, en cada localidad de 1.000 o más ciudadanos. También tiene que haber una cabina en cada pueblo de menos de 1.000 habitantes si se justifica por la falta de oferta telefónica en ese núcleo urbano.

Si las cabinas casi nadie las usa, qué decir de las guías telefónicas en papel que llegaban a casa

La CNMC española recuerda que en Francia, el Gobierno ha decidido excluir las cabinas del servicio universal, lo que permitirá a Orange empezar a quitarlas de las calles. En el vecino del norte quedaban en 2014 unas 75.000 cabinas, de las que 46.000 formaban parte del servicio universal.

Además de las cabinas, también caminan hacia el cementerio las guías de abonados, esas que se editan en papel y que ya casi nadie usa, por obra y gracia de internet. Ya sólo se envían a casa a petición del cliente y nadie afirma usarlas.

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