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La banca teme que los test de estrés fuercen una nueva ronda de fusiones

De izda. a dcha.: Carlos Egea (BMN), Braulio Medel (Fundación Unicaja), Amado Franco (Fundación Ibercaja) y Manuel Menéndez (Liberbank).

La unanimidad de los banqueros sobre el fin de las fusiones esconde un temor: los test de estrés europeos. A pesar de la fama de suaves que tienen estos ejercicios, este año se presentan con la incertidumbre de que se harán sobre las nuevas provisiones, lo que puede provocar resultados inesperados. Por ello, responsables financieros consultados por este medio anticipan operaciones corporativas a final de año.

Sólo cuatro bancos se someterán a los test -Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell-, ya que Bankia ha sido eximida por la fusión con BMN. Aun así, el examen se extenderá de forma confidencial a todo el sector. El BCE examinará con lupa la salud de los cuatro grandes y también de Bankia, Bankinter, Kutxabank, Unicaja, Liberbank, Ibercaja Abanca y Cajamar.

Es aquí donde entra la presión constante que está habiendo por parte de los reguladores: "Las fusiones pueden jugar un papel clave para reducir los excesos de capacidad y hacer las entidades más eficientes", señaló hace unos meses Danièle Nouy, presidenta del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), del BCE. "Siempre hemos dicho que hay lugar para más consolidación", dice recurrentemente Luis María Linde, gobernador del Banco de España.

Nuevo foco: adiós a los medianos

En este contexto, ha surgido una nueva corriente en Europa, que es abogar por un sector financiero de grandes y pequeñas entidades, pero no medianas: "El problema esencial es para la clase media: entidades de mediano tamaño, cuya quiebra podría eventualmente generar efectos adversos sobre el sistema [...]. Estas entidades intermedias podrían estar sometidas en el futuro a una importante presión", señala Fernando Restoy, exsugbernador del BdE y presidente del Instituto de Estabilidad Financiera, de Basilea.

Por ello, el regulador defiende que las autoridades "faciliten la ejecución de operaciones corporativas que favorezcan una transición ordenada hacia la nueva estructura bipolar de la industria".

El caso Popular ha reforzado la tesis de los reguladores de que debe haber menos bancos, aunque Liberbank les dio un portazo

Detrás de este tipo de afirmaciones está lo que pasó el año pasado con Banco Popular, una entidad que no era demasiado grande para caer ('too big to fail'), y cuya liquidación hubiera causado una crisis a todo el sector. Algo que hubiera ocurrida si en lugar de llegar la oferta de Santander, el banco no hubiera podido abrir sus oficinas el 7 de junio.

Tras el caso Popular, el foco de reguladores y el mercado fue Liberbank. A pesar de las presiones de las autoridades, la entidad liderada logró esquivar una fusión gracias a un plan triple: venta de activos problemáticos, de su inmobiliaria y de una ampliación de capital.

Fernando Restoy en la Comisión de la crisis financiera.

Aun así, Liberbank es una de las entidades que sigue en el foco, junto al resto de antiguos grupos medianos de cajas: Abanca, Kutxabank, Unicaja e Ibercaja. El regulador mirará con lupa el resultado en los test de cada una de estas entidades.

El caso de Cajamar es diferente, ya que por estatutos no puede fusionarse con otros grupos financieros, tan sólo con cajas rurales. Su banco, Banco de Crédito Cooperativo, es una fusión fría con el negocio de 32 pequeñas entidades. Pero los activos siguen estando en el balance de las cajas rurales, que tienen su capital en manos de los clientes (aportaciones), por lo que fusiones que no sean entre ellas parece complicado. Una consolidación interna de las cooperativas de crédito que podría acelerarse con motivo de la nueva ley que ha dejado Luis de Guindos, pendiente de los trámites parlamentarios.

Los grandes medianos

Por el camino, también se esperan movimientos -aunque de otro tipo- en Sabadell y Bankia. La primera está intentado acelerar la venta de activos inmobiliarios para desaparecer de cualquier quiniela. Y el grupo presidido por José Ignacio Goirigolzarri debería protagonizar nuevas desinversiones del Frob, que mantiene un 60% de la entidad.

De esta forma, parece que los test de estrés y su dureza con las provisiones pueden ser la última gran excusa de los reguladores para fomentar las fusiones. A eso se suma el escenario de bajas rentabilidades, hasta que suban los tipos a final de año o en 2019. Un banquero del Ibex señala que "quien sobreviva a 2018, tiene el futuro asegurado".

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