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La banca gasta 2.000 millones en recortar sus plantillas en España

Sede del Banco de España

La banca española acelera los recortes de gastos. Las principales entidades financieras han gastado más de 2.000 millones de euros en el último año y medio para recortar sus plantillas, principalmente a través de prejubilaciones.

Es la receta que vienen aplicando para afrontar una época de caída de los ingresos por el euribor en negativo. A eso se suma el cambio de modelo hacia una mayor digitalización, que hace que sobren oficinas. Aunque todavía ningún banco se atreve a hacer pronósticos de cuántas oficinas se van a cerrar, en 2016, el consejero delegado de BBVA, Carlos Torres, dijo por error que el banco podría operar en el futuro con un tercio de las sucursales actuales.

La factura para reducir plantillas fue de 1.360 millones el año pasado (el quinto año de más recortes en la crisis, por detrás de 2013, 2011, 2012, y 2014) y de 730 millones durante los seis primeros meses de 2017, lo que implica un ritmo un 7% mayor.

CaixaBank es la entidad que está detrás de esta aceleración, tras haber acordado dos planes de prejubilaciones este año, por las que ha asumido un coste de 455 millones. Con estos planes da salida a 960 empleados nacidos antes de 1959 (el primer plan) y 1962 (el segundo). Según el banco catalán, no se trata de un plan de recortes sin más, sino que viene acompañado de diversas contrataciones que buscan rejuvenecer la plantilla. Y recuerdan que las condiciones de estas salidas son buenas y pactadas con los sindicatos. El grupo liderado por Gonzalo Gortázar ya puso en marcha en dos planes de reestructuración el año pasado, que costaron 281 millones. En total, lleva gastados 736 millones en 18 meses para dar salida a 1.700 empleados.

Planes en marcha

BBVA es la segunda entidad más activa en 2017, con casi 500 prejubilaciones durante la primera mitad del año, que le han costado 153 millones. Este tipo de acuerdos se han acelerado, ya que en todo 2016 ascendieron a poco más de 600 los trabajadores retirados antes de los 65 años. El coste total del periodo asciende a 389 millones de euros. La entidad presidida por Francisco González también ha ejecutado el plan de reestructuración de la fusión con Catalunya Banc, cuyas salidas se produjeron en su mayoría el año pasado, aunque el coste se cargó a las cuentas de 2015.

Otras dos entidades han asumido costes laborales significativos este año: Ibercaja ha cargado un gasto de 71,6 millones para ejecutar un ERE para 590 empleados y cerrar 140 oficinas; y Liberbank prejubilará a 525 empleados este año, para lo que ha provisionado 52 millones. La entidad liderada por Manuel Menéndez es una de las que más ha reducido plantilla en el último año y medio, un 11%.

Los bancos asumen costes un 7% superiores este año para recortar sus plantillas

Más allá de 2017, los mayores costes de reestructuración de los últimos 18 meses son de Santander -475 millones- y Banco Popular -380 millones-. Se espera que ambas entidades den que hablar en materias laborales en el próximo año y medio, en el que tendrá lugar el plan de eficiencia de la fusión.

Según explicó el consejero delegado de Santander, José Antonio Álvarez, en unos meses estarán ya poniendo en marcha recortes en los servicios centrales del Popular y a finales del próximo año en la red. El objetivo es reducir un 33% los costes de una filial que el año pasado ya los recortó en un 20%. Por su parte, la propia Santander ya cerró 450 oficinas y dio salida a 1.400 empleados el año pasado.

José Antonio Álvarez, consejero delegado de Santander, en la presentación del viernes.

Por su parte, Sabadell se ha centrado este año en el cierre de oficinas (cuyo coste no desglosa) y ha recolocado al personal afectado. También se esperan medidas por parte de Unicaja, que en su salida a bolsa remarcó ante los inversores que todavía quedan muchas sinergias por aflorar de la fusión con Banco Ceiss.

El balance de la crisis en las plantillas de los bancos es demoledor. Desde el pico de 2008, han dejado el sector 84.000 trabajadores, un 30% del total, con cifras de finales de 2016. Y lo peor es que nadie ve todavía la luz al final del túnel.

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