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La inminente marcha del CEO del AVE a La Meca condena al consorcio a la guerra con el Gobierno saudí

Uno de los trenes enviado a La Meca.

Santiago Ruiz, consejero delegado de Al-Shoula, el consorcio español que desarrolla la línea de alta velocidad entre La Meca y Medina, está viviendo sus últimos días al frente de un grupo de empresas que se ha revelado como ingobernable. Sin embargo, su inminente marcha voluntaria, sólo pendiente de resolver los siempre espinosos detalles económicos, va más allá de dejar sin resolver un evidente problema de gobernanza. Ruiz fue una pieza fundamental desde su llegada para mejorar las muy deterioradas relaciones entre el consorcio y el Gobierno saudí; su marcha amenaza con hacer volver la batalla entre contratista y cliente, que en su día estuvo al borde de la rescisión del contrato.

“De aquí no salgo vivo”. Fue el llamamiento a la desesperada de Ruiz a algunos allegados hace unas semanas, cuando terminó de darse cuenta de que su labor como primer ejecutivo del consorcio era poco menos que una quimera. Doce empresas peleadas entre sí; con frentes abiertos entre compañías públicas, por un lado, y privadas, por el otro; y todas contra el consejero delegado, al que reclamaban mayor beligerancia a la hora de negociar unos sobrecostes que el Gobierno saudí no está dispuesto a pagar de ninguna manera.

Las empresas vieron en la llegada de Santiago Ruiz la solución, tanto para poner orden en el seno del consorcio como, sobre todo, para limar asperezas con el cliente

Con este escenario, Ruiz ha terminado por tirar la toalla. Lo único que le mantenía con vida en Al-Shoula era su buena relación con el Gobierno saudí a través del cliente de la obra, la Organización Saudí de Ferrocarriles (SRO, por sus siglas en inglés), al frente de la cual se encuentra el ministro de Transportes, Mohamed Al-Muqbel. Un viejo conocido para el ejecutivo español desde los comienzos de la década, cuando el político saudí era alcalde de Riad, la capital del país, y Ruiz trabajaba para FCC en el proceso licitador para construir el metro de la ciudad (uno de cuyos contratos terminó adjudicándose).

De hecho, Ruiz llegó para sustituir a Rafael Valero, que fue directamente defenestrado por el consorcio tras las numerosas quejas del cliente, que decía no entenderse con el antiguo consejero delegado del consorcio. Poco después, a finales de 2014, la tensión llegó a los máximos por la advertencia de Al-Muqbel, recién nombrado ministro, de que rescindiría el contrato al consorcio español si no solventaba los retrasos que acumulaban las obras.

Vuelven las complicaciones

Las empresas vieron en la llegada de Santiago Ruiz la solución, tanto para poner orden en el seno del consorcio como, sobre todo, para limar asperezas con el cliente. Lo segundo lo logró con creces (las últimas visitas de Al-Muqbel a las obras han sido satisfactorias, los problemas de los retrasos parecen haber desaparecido e incluso el Gobierno saudí quiere adelantar la puesta en marcha del servicio); pero el primer objetivo no sólo no se ha cumplido sino que se ha llevado por delante a Ruiz.

La prueba de que la guerra entre el consorcio y el Gobierno saudí puede volver a estallar en cualquier momento es que las relaciones entre las partes ya no son tan fluidas desde que el consejero delegado está en el disparadero. La SRO está indignada con las reclamaciones del consorcio de los sobrecostes de la obra y los esfuerzos de Ruiz por tratar de rebajar la tensión fueron interpretados entre las empresas españolas prácticamente como una traición.

Hasta el punto de que Ruiz perdió poder en el seno del consorcio y su papel se vio cada vez más relegado.

La respuesta de la SRO no se hizo esperar. El pasado viernes, el diario Expansión informaba de los retrasos en los pagos que estaba sufriendo el consorcio, que le habían llevado a estudiar la decisión de paralizar las obras si la situación seguía por este camino. "Todo indica que es una consecuencia directa de la tensión que se vive en el consorcio y la situación de Ruiz. Las empresas reclaman el pago de sobrecostes, algo que al cliente sienta muy mal, y además el papel negociador del consejero delegado es cada vez es más reducido", señala una fuente próxima al consorcio.

La prueba de que la guerra entre el consorcio y el Gobierno saudí puede volver a estallar en cualquier momento es que las relaciones entre las partes no son tan fluidas

La diferencia con otros proyectos

Además, la situación no parece ser la misma para todos. Sin ir más lejos, el fabricante Talgo, uno de los componente de Al-Shoula, afirmó el viernes estar al corriente de pago en la obra.

La situación económica de Arabia Saudí no pasa por su mejor momento debido a la caída de los precios del petróleo, su principal fuente de ingresos. Sin embargo, esto no está afectando a otros proyectos, como el mencionado del metro de Riad, donde no se han denunciado problemas de impago ni de retrasos.

El futuro vuelve a teñirse de negro para uno de los contratos en el exterior más importantes de los firmados por empresas españolas. En situaciones similares ha emergido la figura del rey emérito, Juan Carlos I, uno de los principales valedores de este contrato. En ocasiones, la ministra de Fomento, Ana Pastor, también ha viajado a Riad para tratar de enfriar tensiones. Pero el Gobierno está en funciones y al monarca emérito no se le espera por aquellos pagos.

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