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Economía

Edificio España, historia de una venganza empresarial

El Edificio España, antes del inicio de las obras para el hotel de Riu

La maldición que algunos sostienen que pesa sobre el Edificio España ha vuelto a manifestarse con la orden judicial de paralización de las obras que actualmente acomete su propietaria, la cadena hotelera Riu, para que el inmueble albergue el primer establecimiento de la firma en Madrid. Sin embargo, de fondo no se adivina ninguna causa paranormal, como en el caso de otros sucesos conectados con el rascacielos. Al contrario. Nada más terrenal que la deriva de una relación empresarial que comenzó con la surrealista imagen de un empresario vestido de torero en un despacho y que ya navega por las turbulentas aguas de la venganza.

La denuncia que ha provocado la orden de paralizar las obras proviene de Baraka, la compañía inmobiliaria de Trinitario Casanova, aquel que firmó enfundado en una taleguilla de matador el traspaso del Edificio España a Riu. Casanova había acordado la compra del emblemático rascacielos madrileño al holding chino Wanda por 272 millones de euros. Una cantidad que nunca llegó a desembolsar. Tras afrontar a trancas y barrancas el pago de 20 millones en varios plazos, Baraka optó por encontrar un comprador que sí pudiera asumir la compra del inmueble y salir así indemne de una aventura que se había complicado mucho más de la cuenta.

Y esto último hasta el punto de que el caminar por alambre y sin red de Casanova también implicaba al Ayuntamiento de Madrid, que había avalado con su confianza al dueño de Baraka para dar una salida al Edificio España una vez que Wanda, harto de las trabas del Consistorio a sus planes, hubiera decidido vender el activo y marcharse por donde vino.

Según se acercaba la fecha límite para que Baraka hiciera efectivo el pago al holding chino, José Manuel Calvo, delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, preguntaba con preocupación prácticamente a todo aquel que se le cruzaba por delante si Casanova sería capaz de rematar la operación. Las respuestas no contribuían precisamente a su tranquilidad.

Comienza la batalla judicial

La llegada de Riu solventó la papeleta del Ayuntamiento y también la de Casanova, aunque éste no había podido sacar provecho del rocambolesco traspaso. Tras la firma de la compraventa con tintes goyescos, Baraka señaló que se había asegurado el derecho para la explotación de la zona comercial del inmueble, que se situaría en los bajos y las primeras plantas.

Ese hubiera sido el botín… si no fuera porque Riu nunca ha reconocido que Baraka tenga derecho alguno sobre los metros cuadrados incluidos en la zona comercial. De ahí la negativa a escriturarlos a nombre del grupo de Casanova, que no tardó en abrir la vía de los tribunales, en la que se mueve como pez en el agua.

No obstante, la primera reclamación le fue esquiva. El juzgado número 51 de Madrid desestimó la petición de Casanova, que pretendía que, como medida cautelar, el Registro de la Propiedad recogiera la existencia de un pleito en torno al uso de la zona comercial.

¿Una venta pirata?

Mientras, en paralelo, Baraka no cejaba en su empeño de presentarse como el grupo que intermediaba para adjudicar la zona comercial del Edificio España. Maqueta del rascacielos en ristre, se presentó en la feria Mapic, celebrada en Francia, con stand propio, para intentar colocar metros cuadrados a los posibles interesados. Hasta que llegaron funcionarios de un juzgado galo e hicieron entrega a los responsables del stand de una orden  que les impedía vender la zona comercial del Edificio España, según publicó en su día El Mundo. El motivo era que, según la Justicia, el espacio no les pertenece.

Pero, a veces, lo que no es posible en el juzgado 51 sí lo es en el 67, al que también acudió Baraka parad denunciar que el proyecto de reforma del inmueble no se estaba llevando a cabo conforme a los informes emitidos en su día, lo que supone un riesgo en el desarrollo de las obras. La decisión de la titular del juzgado ha sido paralizar los trabajos, aunque Riu manifiesta que, de forma oficial, no ha recibido ninguna comunicación al respecto.

A través de un comunicado, en el que la cadena hotelera deja claro que es la única propietaria del inmueble, Riu niega que la seguridad estructural del edificio esté comprometida y que tanto la dirección de la obra como la empresa encargada de ejecutarla, Ortiz Construcciones, avalan que los trabajos se están desarrollando conforme a lo previsto y cumpliendo con la normativa.

La situación que puede complicar los planes de Riu, cuya intención pasa por concluir cuanto antes las obras y que el hotel entre en explotación a lo largo del próximo año. Si el escenario actual se enquista, el Edificio España corre el peligro de volver a convertirse en aquel fantasma que tantos quebraderos de cabeza dio a Santander antes de que el multimillonario chino Wang Jianlin acertara a pasar por delante y encapricharse de él.

Trinitario Casanova no parece dispuesto a desaparecer de la turbulenta historia del inmueble sin, al menos, sacar algo a cambio. En los tribunales o fuera de ellos.

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