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Economía

La deuda bancaria de hogares y empresas vuelve a crecer tras once años

La inyección de préstamos del ICO rompe la tendencia vigente durante más de una década. Desde 2008, el endeudamiento se había reducido en más de 676.000 millones

La deuda bancaria de hogares y empresas vuelve a crecer tras once años
El presidente del Instituto de Crédito Oficial, José Carlos García de Quevedo. EP

Durante más de un decenio, empresas y hogares han ido reduciendo su endeudamiento bancario mes a mes en más de una tercera parte del total. Ha bastado una pandemia, decretar el estado de alarma y la disposición de ayudas financieras en forma de créditos “blandos” y avales del Instituto de Crédito Oficial para que la tendencia se haya revertido en apenas unos meses. Las ayudas, en principio temporales, se mantienen aún y han consolidado un aumento de la cartera crediticia de las entidades financieras de más de 58.000 millones en los primeros meses de la crisis sanitaria, que se mantiene en el primer trimestre de este año en una cifra algo inferior: 27.981 millones más de volumen de crédito que hace doce meses.

Fue al final del año 2008, después de que la crisis financiera internacional se hubiera llevado por delante Lehman Brothers, cuando el endeudamiento bancario en España alcanzó su máximo esplendor: 1.869.882 millones de euros llegó a alcanzar el “stock” de crédito de hogares y sociedades no financieras, según datos del Banco de España. Para hacerse una idea de la importancia de este dato basta decir que equivalía a 1,7 veces el Producto Interior Bruto de España ese mismo año (1,109 billones de euros).

Desde esa fecha, tanto por el lado de la oferta (los bancos) como de la demanda (empresas y hogares), las cosas empezaron a cambiar. En el caso de las entidades financieras, porque la tasa de dudosidad e impagos se disparó cuando la economía entró en barrena; en el de las empresas, porque la actividad económica no necesitaba ya el motor de la financiación, y en el de los hogares, porque el aumento desmedido del desempleo aconsejaba retrasar el tiempo que fuera necesario las decisiones de compra. Empresas y hogares se fijaron entonces como objetivo primordial reducir el montante de sus deudas bancarias, para lo cual no hay más que una regla: amortizar por importes superiores a los nuevos préstamos que se suscriben.

Las ayudas, en principio temporales, han consolidado un aumento de la cartera crediticia de las entidades financieras de más de 58.000 millones en los primeros meses de la crisis sanitaria

En este escenario, el “stock” de crédito de las entidades de depósito y los establecimientos financieros de crédito empezó a reducirse, pero no a la velocidad que imponía la situación económica. Entre diciembre de 2008 y diciembre de 2010, la reducción fue de apenas 25.931 millones de euros, un 1,38%, que solo se puede explicar por la inercia de la actividad económica tras producirse un “shock”.

Los primeros resultados tardaron en producirse, pero llegaron. Solo en el año 2012, el año de la crisis de la deuda soberana (que a punto estuvo de acabar con la moneda única) y de los dos decretos de Luis de Guindos para reforzar la solvencia de la banca, el saldo vivo del crédito cayó en 177.620 millones de euros, un 9,96%. Al año siguiente, 2013, un nuevo empujón redujo el endeudamiento a 1,448 billones de euros, otros 156.690 millones menos. En solo dos años, quizás los peores de la economía española en el pasado reciente, la deuda de empresas y hogares con el sector financiero disminuyó en 334.310 millones, un 18,75%.

En 2019, el montante total cayó a 1,193 billones. En once años, una reducción total de 676.356 millones de euros, equivalente al 36% de la deuda inicial. En diciembre de 2019, el endeudamiento bancario de hogares y empresas equivalía ya “solo” al 95,9% del Producto Interior Bruto.

Impacto de la pandemia

Con la declaración de pandemia, las cosas cambiaron radicalmente. La Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Gobierno español empezaron a tomar medidas excepcionales y se abrió una “barra libre” de dinero para evitar que el cese de la actividad económica agotara la liquidez de pequeñas y medianas empresas y de los trabajadores autónomos durante la vigencia del estado de alarma. Durante al año 2020, pymes y autónomos recibieron cerca de 115.000 millones de euros de financiación adicional mediante una línea extraordinaria de avales públicos del Instituto de Crédito Oficial, a través de casi un millón de operaciones, que beneficiaron también a empresas de mayor tamaño.

Las ayudas se dejaron notar enseguida. Tras tocar mínimo de los últimos años en el mes de febrero del pasado año (1,183 billones de euros) el “stock” de crédito sube en 58.000 millones de euros en apenas cuatro meses. Pero lo que parecía temporal se está prolongando bastante más en el tiempo, hasta el extremo de que en febrero de este mismo año hay casi 28.000 millones más de deuda que doce meses antes. Además, son ya once los meses en que de forma consecutiva la cifra supera los 1,2 billones de euros.

Futuro de la deuda bancaria

El problema es que por una razón u otra, por hacer más llevaderos los efectos de la crisis o por ayudar a la recuperación, no se vilumbra el final de este brusco cambio de rumbo. El martes, el Consejo de Ministros aprobó un nuevo tramo (el sexto) de la línea de avales de inversión por importe de otros 15.000 millones de euros para impulsar la actividad de autónomos y empresas en la fase de recuperación, según el Ministerio de Asuntos Económicos.

Lo mejor para las entidades financieras es que este incremento de la oferta crediticia no ha tenido ninguna repercusión en la morosidad. Según los últimos datos del Banco de España, la ratio de dudosidad permanecía en febrero pasado en el 4,55%, un nivel tres décimas por debajo del nivel registrado hace doce meses.

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