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Economía

Cobra (ACS), de liderar el ‘cártel del AVE’ a pasar el recibo de la luz

El consejo de ACS durante una junta de accionistas

Más de veinte años después de su primera incursión en el sector energético, ACS ha decidido cerrar el círculo y actuar prácticamente como una eléctrica integrada, con negocio de generación y comercialización. ACS Servicios, Comunicaciones y Energía (SCE) creará la filial Zero-E, que agrupará los activos de renovables y que saldrá a Bolsa en breve, y también la comercializadora Eleia para vender la energía eléctrica a empresas y particulares. Parte fundamental de ACS SCE es Cobra, que protagonizó la última subasta lanzada por el Gobierno al adjudicarse más de 1.500 megawatios fotovoltaicos. El nombre de Cobra saltó al primer plano de la actualidad hace algunas semanas, como actor destacado del denominado 'cartel del AVE'

Junto a otras 14 compañías (algunas de ellas filiales de la propia Cobra y también de Dragados Industrial, el otro pilar de ACS SCE), Cobra fue multada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por formar parte de una trama para repartirse de forma ilícita contratos relacionados con sistemas de electrificación de la red de alta velocidad ferroviaria.

A Cobra le correspondió la sanción más elevada (algo más de 27 millones de euros, de los 118 millones del montante global de la multa) debido a su alto volumen de facturación. Y también pesa sobre ella la petición del organismo regulador de impedir contratar con la Administración, como componente del 'cártel del AVE’'

La estrategia energética de ACS no incluye el nombre de Cobra. El grupo que preside Florentino Pérez repetirá la maniobra de hace cuatro años, cuando vendió buena parte de la cartera de activos en energías renovables bajo el paraguas de Saeta Yield y también a través de una OPV. Por entonces, el futuro de tecnologías como la eólica y, especialmente, la fotovoltaica no estaban tan despejados como ahora.

Clave del arranque comercializador

Para la versión 2.0 de Saeta Yield, ACS ha optado por la denominación de Zero-E. Y el recibo eléctrico llegará a los clientes con el sonoro nombre de Eleia. Sin embargo, el origen de todo está en Cobra, que también figura como punta de lanza de la cartera de activos de líneas de transmisión que el grupo comenzó a confeccionar en el año 2002 en los mercados internacionales (especialmente en Brasil).

De los 1.550 megawatios adjudicados en la subasta de 2017, Cobra está ultimando el desarrollo de algo más de 900, repartidos en cinco proyectos cuya construcción está a punto de terminar. Y será la potencia instalada con la que arranque Eleia. De acuerdo con la presentación de su estrategia energética que ACS hizo a inversores y analistas esta semana en Madrid, al cierre de 2019 Eleia gestionará una capacidad de 950 megawatios, lo que convierte a Cobra en la clave para el arranque del proyecto.

Una cifra que el grupo pretende elevar por encima de 2.200 megawatios en apenas tres años, lo que le obligará a acudir al mercado. De otra forma no sería posible cumplir con las ambiciosas metas de Eleia: lograr 100.000 clientes residenciales, 50.000 empresas y 100 grandes cuentas, para convertirse en uno de los 10 mayores comercializadores de electricidad del país, entre los cerca de 250 existentes en la actualidad.

¿Explicación a los inversores?

Los señalados por la sanción de la CNMC han recurrido la multa por la vía Contencioso-Administrativa, lo que deja en el aire si finalmente tendrán que asumirla. Mucho peor que el desembolso económico sería el veto para participar en licitaciones públicas que ha solicitado el organismo regulador, por primera vez en su historia. ACS prepara la salida a Bolsa de Zero-E, que quiere tener lista para antes del verano (el proceso de OPV de Saeta Yield también se resolvió en tiempo récord).

Para entonces ni mucho menos se habrá resuelto el pleito por el 'cártel del AVE' Lo que aún se desconoce es si la compañía incluirá en el folleto la información relativa a las cuitas de Cobra con el supervisor español de la competencia, como matriz de Zero-E, una circunstancia que podría echar atrás a numerosos inversores institucionales, a los que irá dirigida principalmente la salida a Bolsa.

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