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Economía

La cacería contra el diésel, otro capítulo de la guerra comercial de Trump contra Europa y China

El presidente de EEUU, Donald Trump

La tensión en torno al futuro del diésel, acorralado en buena parte del mundo por restricciones de carácter medioambiental por parte de las Administraciones, tiene como trasfondo un nuevo capítulo de la batalla comercial que libra EEUU, o por mejor decir, la Administración Trump frente a Europa y China. La renuncia de la primera potencia a los Acuerdos de París para la descarbonización de la economía en 2050 ha enfriado los estímulos al vehículo eléctrico en el que, hasta ahora, era el país de los coches por excelencia. Ahora, el relevo lo ha tomado su archienemigo comercial China, que está dispuesto a llenar el mundo de coches eléctricos. Y, además, asequibles a todos los bolsillos.

En las últimas semanas, las industrias del automóvil y de los combustibles han asistido a una auténtica cacería contra el diésel en España, culminada este miércoles por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, al asegurar que "tiene los días contados" Apenas 24 horas antes, el presidente de BP España, Luis Aires, había admitido que "el diésel tiene un futuro muy difícil, sobre todo para vehículos de pequeña cilindrada".

Ambas declaraciones se pronuncian en un contexto marcado por una más que posible subida de impuestos que gravan el gasóleo de automoción hasta equiparar su precio con el de la gasolina. Y también, en puertas de que una gran capital europea como Madrid cierre su almendra central a los coches y estudie medidas para prohibir la circulación de los diésel.

Sin embargo, el movimiento no se circunscribe únicamente a España. Buena parte de los países del entorno se encuentran en una situación similar e incluso más avanzada. No sólo incluyen restricciones a la circulación en ciudades sino que también han puesto fecha de caducidad a la fabricación de los coches diésel, a medio plazo, y también de gasolina, a más largo plazo.

Un informe de Oliver Wyman, la consultora que diseñó la reestructuración bancaria en España, asegura que las Administraciones están llevando a cabo una estrategia favorable a los fabricantes de automóviles, con el establecimiento de calendarios y fechas límites para la prohibición de los motores de combustión con el fin de poder adaptar sus instalaciones y sus equipos a una nueva realidad.

La firma estima que en 2040, en poco más 20 años, la mayoría de los vehículos que se venderán serán eléctricos. La transición no será sencilla.

EEUU, a contracorriente

El documento recuerda que algunos de los más destacados fabricantes europeos de automóviles como Mercedes Benz, Jaguar Land Rover y Volvo, han anunciado su compromiso con los coches eléctricos durante los próximos años, mientras que el japonés Toyota optó por sacar a su motor diésel de sus prioridades con el fin de destinar esos recursos al desarrollo del eléctrico.

Sin embargo, no todo el mundo está siguiendo esta senda. Y el que protagoniza el desmarque no es uno cualquiera, ni más ni menos que EEUU. La Administración Trump redujo los estímulos fiscales a la compra de coches eléctricos y los limitó a las primeras 200.000 unidades de cada fabricante. Oliver Wyman destaca que este factor se combina con el de los combustibles a bajo precios, por mor de la independencia energética que EEUU ha alcanzado en los últimos, para conformar un escenario en el que los consumidores no son proclives a cambiar sus tradicionales coches de combustión interna por eléctricos.

Pero esta circunstancia se entiende mucho mejor si se tiene en cuenta que una de las primeras decisiones que tomó Donald Trump cuando tomó posesión como presidente de EEUU fue sacar al país de los Acuerdos de París, que habían sido respaldados por la Administración Obama y ampliamente apoyados por los países europeos. Sin objetivos que cumplir parta contribuir a la descarbonización del planeta, las urgencias por el desarrollo del coche eléctrico pasan a un segundo plano.

Además de esta decisión en clave medioambiental, Trump no tardó en plantear una dura batalla comercial, de carácter proteccionista, elevando los aranceles para la entrada de productos. La guerra llega a salpicar a Europa pero tiene como objetivo fundamental China, la potencia llamada a disputar a EEUU el trono de primera economía.

China, el mayor fabricante de eléctricos

Y la entrada en juego de China en el panorama del vehículo eléctrico no es ni mucho menos anecdótica. El citado informe de Oliver Wyman destaca que el gigante asiático va un paso por delante en este desarrollo gracias a un programa gubernamental denominado 'Made in China 2025', consistente en estímulos fiscales y acceso económico al capital para la fabricación de automóviles eléctricos a precios razonables.

El resultado no se ha hecho esperar. Según la consultora, el 90% de los 1,1 millones de coches eléctricos que se vendieron en todo el mundo en 2017 fueron producidos en China. Más de la mitad se han comercializado en el propio país pero los fabricantes están dispuestos a dar el siguiente paso e inundar el mundo de sus vehículos eléctricos. Y sus mercados principales serán EEUU y Europa.

De este modo, la industria estadounidense está obligada a tomar decisiones próximamente. La situación en Europa parece irreversible. Los tribunales alemanes han respaldado la prohibición de que circulen vehículos diésel por algunas de sus ciudades como Stuttgart y Düsseldorf ya en 2030. Las autoridades de Munich están considerando la posibilidad de seguir sus pasos, mientras que la canciller, Angela Merkel, ha admitido que las restricciones parecen inevitables a futuro.

El desarrollo del vehículo eléctrico es fundamental para el cumplimiento de los objetivos medioambientales. Y la Unión Europea pretende liderar la lucha contra el cambio climático. La cacería al diésel no es más que el primer paso. Y un capítulo más de la batalla comercial con EEUU, que en este aspecto, como en tantos otros, está marchando a contracorriente. Eso sí, en este caso, contra (casi) todos.

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