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Economía

Y la Calviño se hizo un francés

La vicepresidenta de Economía y Transformación Digital, Nadia Calviño

El Gobierno ha estado golpeándose el pecho durante meses: "Aprobaremos la tasa Google" (unga, unga). "Lo haremos en cuanto lleguemos a La Moncloa" (unga unga). Ese era casi de continuo el mensaje. Así lo refrendaron en su programa electoral, con Podemos remando a favor. De hecho, los de Pablo Iglesias abogaban por endurecerla aún más. Sonó la campana. Un resultado electoral y a la calle a pelear. Pero claro, resultó ser mucho toro con el que había que lidiar. Donde dije digo, digo Diego.

Tiempo antes, Emmanuel Macron intentó la misma maniobra en Francia, pero Donald Trump, el matón de la clase, dijo que si se aprobaba un impuesto a las tecnológicas el vino francés se iba a beber a precio de oro en el país del dólar. Macron lo repensó y, como diría José Luis Perales, se marchó. Pagará la diferencia a EEUU en el caso de que el impuesto a los GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) que se cocina en la OCDE sea menos agresivo que el francés -cosa muy probable viendo quien manda-.

Google abonó 9,1 millones, Apple 10,1 millones, Facebook 0,2 millones y Amazon 4,4 millones. El Santander de Ana Patricia Botín se dejó 464 millones

Trump tiene el mismo nombre que el pato aquel de Walt Disney con el que tanto se reía mi hermano Antonio. En ocasiones se mueve de la misma guisa sobre el tablero diplomático mundial, pero esta vez ha mostrado maneras para defender a sus tecnológicas, las más grandes del orbe. No es menos cierto que se lo hemos puesto fácil desde Europa.

Nadia Calviño ha hecho lo mismo que el francés -bajo la atenta mirada y supervisión de Pedro Sánchez, claro está-. De momento, la tasa Google se retrasa. Se aplicará a partir del 20 de diciembre. A mi compañera Alejandra Olcese, versada en estos temas, le da en la nariz que el Gobierno va a esperar a ver lo que pasa con el impuesto de consenso en el que trabaja la OCDE.

Se juega al gato y al ratón. Los 900 millones estimados de recaudación de la tasa son el despiporre para los técnicos de Hacienda, que de estas cosas algo deben saber. Dicen que es muy poco. Además, si Trump decide gravar la aceituna, el aceite o cualquier otro producto español como venganza, el balance económico -las gallinas que entran por las que salen- será a buen seguro negativo para España.

¿Pero por qué si la recaudación es tan baja Trump amenaza a España con subidas de aranceles? Por miedo al contagio. Así lo aseguran desde Google entre bambalinas. "El miedo no viene del 'poco' de un país, el miedo viene de los muchos 'pocos' de muchos países; que haya más estados que se sumen al impuesto y la factura sea más grande". Y ahí es donde entra en juego Europa. Ese incontrolable laberinto burocrático.

La tasa a las tecnológicas es muy necesaria. Muy justa. Que se lo digan a los autónomos que venden en Amazon y tributan por lo que la norteamericana se lleva a Irlanda

Europa, qué 'buenica' eres

Europa debatió durante meses una tasa Google consensuada, pero había algunos países que se oponían. En concreto los nórdicos e Irlanda. Este último, por motivos obvios. Su laxitud impositiva es un anzuelo que muerden con gusto las tecnológicas que quieren pagar menos tasas. No somos nada. La UE vuelve a demostrar que no hay calificativo para definir su extremo buenismo. Tampoco su perfecta incapacidad para defenderse con la fuerza que da el todo, la misma que se pierde con las partes.

La cosa es más dolorosa si se tiene en cuenta el poder de negociación que tendría toda la UE al unísono frente a Trump en el tema arancelario. Veámoslo en frío, en número de personas. Europa cobija a 447 millones de ciudadanos. Estados Unidos a 327 millones. En España viven 46 millones de ciudadanos, por los 67 millones de Francia. El resumen es fácil si tomamos cada persona como una unidad de compra de productos. Por separado, tenemos las de perder. Juntos, la cosa sería distinta. Un ejemplo de ello sería el pulso que mantiene EEUU con China.

El veto a Google en los móviles de Huawei no acaba de producirse, se demora. A Trump le tiembla el pulso. Se puede decir, paradojas de la vida, que el "francés" que Calviño se ha hecho con la tasa Google imitando a Macron lo ha calcado Trump con China. Y es que el país asiático tiene 1.386 millones de habitantes. Siempre hay alguien más grande que tú, así que hay que pensarse mucho cuándo se levanta la mano y si finalmente se descarga sobre el contrario. China es un mercado gigantesco para vender iPhone, entre otras cosas. 

La tasa a las tecnológicas es muy necesaria. Muy justa. Que se lo digan a los autónomos que venden en Amazon

La tasa a las tecnológicas es muy necesaria. Muy justa. Que se lo digan a los autónomos que venden en Amazon. Empresas españolas sangradas a impuestos cuyos productos se venden en plataformas con sede fiscal en Irlanda y una tributación mínima en nuestro país. Para más bemoles, son ingresos que salen de nuestros bolsillos cada vez que compramos en Amazon. El antídoto propuesto por algunos es no comprar en estos comercios, una entelequia en un mundo tan globalizado.

La realidad es que los GAFA venden aquí pero el grueso de esa facturación es tributada fuera. Los cuatro gigantes norteamericanos sólo pagan 23,9 millones de euros en España. Google abonó 9,1 millones, Apple 10,1 millones, Facebook 0,2 millones y Amazon 4,4 millones. El Santander de Ana Patricia Botín se dejó 464 millones en el Impuesto sobre Sociedades. Hay diferencias, ¿verdad? También las hay en la forma en que Estados Unidos y Europa defienden los intereses de sus empresas y ciudadanos.

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