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Economía

El día que Emilio Botín ordenó detener a Madoff

En noviembre de 2008, el presidente del Santander envió a Rodrigo Echenique a Nueva York. La misión: intentar romper con el broker responsable de la mayor estafa piramidal de la historia

Rodrigo Echenique fue el primero en percibir el tufo de aquella estafa monumental. 2008 encaraba la recta final y el consejero del Santander advirtió a Emilio Botín del riesgo que corrían los ahorros depositados en un fondo del banco. Se llamaba Optimal Strategic y estaba gestionado por una sociedad estadounidense: Madoff Securities.

El banquero voló a Nueva York en noviembre de aquel año. Le recibió en un despacho fastuoso el dueño de la gestora, Bernard Madoff. Por aquellas fechas, sólo le conocían los grandes inversores de Wall Street y algunos empresarios de la Gran Manzana: por los jugosos intereses que generaban sus fondos y por el tamaño de su cuenta corriente. Medio mundo descubriría pronto su identidad: un mes después de la visita de Echenique, su rostro, su nombre y su apellido aparecieron en las portadas y telediarios de medio mundo por protagonizar la mayor estafa piramidal de la historia.

El consejero del Santander, enviado por Emilio Botín para poner un cortafuegos, llegó demasiado tarde. Las crónicas de la época cuentan que Echenique mostró a Madoff su deseo de retirar el ahorro español de los fondos en manos de su gestora. El millonario, con su cabellera blanca y su rostro de hielo, le espetó una sentencia digna de un 'padrino' siciliano: "El que se va no vuelve". Dicho de otro modo, o uno confiaba a ciegas en sus métodos o podía despedirse de su dinero.

El día que Madoff recibió la visita de Rodrigo Echenique.
El consejero y ex presidente de Santander España, Rodrigo Echenique.

El banquero nunca ha confesado en público si la frase forma parte del mito o de la realidad que rodeaba a Madoff, fallecido este miércoles en una cárcel de Carolina del Norte. Pero lo cierto es que la misión española para detener los tejemanejes del broker sobre los fondos del banco acabó en fracaso.

A la vuelta, Echenique redactó un informe alertando del elevadísimo riesgo que corría la apuesta de la entidad cántabra por Madoff Securities. Pero el 11 de diciembre de 2008, Emilio Botín y el resto de la plana mayor del Santander se enteraron de la fatídica noticia: Madoff había sido detenido en su ático de Manhattan. El FMI le acusaba de un abanico de delitos, entre los que figuraba el fraude bursátil y el blanqueo de capitales.

Emilio Botín envió a Echenique para poner un cortafuegos. Madoff, con su cabellera blanca y su rostro de hielo, le espetó una sentencia digna de un 'padrino' siciliano: "El que se va no vuelve"

Madoff había mezclado el ahorro español con el dinero procedente de los 136 países en los que había extendido sus tentáculos. Todo el capital servía para sostener una inmensa estafa piramidal, un sumidero gigante que se tragó 64.000 millones de dólares (unos 50.000 millones de euros al cambio actual).

Cuando el engaño se destapó, el imperio de Madoff gestionaba 2.330 millones de euros de clientes del Santander. La mayor parte de los fondos depositados en Optimal Strategic (2.010 millones) correspondía a inversores institucionales. El resto (320 millones) lo habían invertido clientes de banca privada del banco español. Fundamentalmente, grandes fortunas y profesionales con lustrosas cuentas corrientes. Entre ellos figuraba, por ejemplo, el cineasta Pedro Almodóvar.

Fue Ana Botín la encargada de dar carpetazo, como presidenta, al asunto que tantas jaquecas había provocado al banco. Para entonces, Echenique estaba ya de salida en el Santander

Tras destaparse el escándalo, arrancó el largo juicio a Bernard Madoff. Y prendieron las reclamaciones de los afectados al Santander. El estafador acabó condenado a 150 años de cárcel. Y el banco español tuvo que apechugar con parte de la factura. En marzo de 2019, diez años más tarde del descubrimiento de la trama, la entidad ingresó 1.367 millones de euros a los damnificados.

Fue Ana Botín la encargada de dar carpetazo, como presidenta, al asunto que tantas jaquecas había provocado al banco. Para entonces, Echenique estaba ya de salida en el Santander, el banco donde tantas misiones tuvo que cumplir a las órdenes de Emilio Botín. Participó activamente en operaciones que salieron bien, como la compra de Banesto o la absorción del Central Hispano. Y se atascó en encargos imposibles, como el intento de detener a Bernard Madoff y sus prácticas endiabladas con los ahorros del banco.

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