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Economía

Álvaro Nadal quiere una reforma fiscal más agresiva: "Si no hacemos algo gordo, no nos vota nadie"

El director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Álvaro Nadal (izqda.) y el presidente del PPN, Enrique Martín

La reforma tributaria está lista y preparada para salir. Pero algunas fuentes consultadas destacan el papel que ha desempeñado el jefe de la Oficina Económica, Álvaro Nadal, a la hora de presionar para que se bajen más los impuestos. “La reforma es electoralista”, sostienen distintas personas al tanto de la letra pequeña.

Es más, diversas fuentes del entorno subrayan que Nadal ha sido uno de los más vehementes cuando se ha tratado de defender la necesidad de tomar medidas urgentes con las que recuperar a sus votantes tradicionales. “Por supuesto que Rajoy nunca va a desautorizar a su ministro Montoro. Pero la reforma ha ido como una pelota de ping pong de Hacienda a Moncloa y de Moncloa a Hacienda. Y en ese juego Nadal ha tomado un papel muy activo. Básicamente, ha defendido que o hacemos algo gordo o no nos vota nadie”, explican.

El cambio de retórica conforme se acercaban las elecciones europeas ha sido bastante ostensible. Poco a poco, se ha pasado de “la rebaja de impuestos sólo será para las rentas bajas y familias” que afirmaba Montoro, a “el recorte de impuestos llegará a todos los bolsillos” que dijo el presidente Rajoy.

El titular de Hacienda tenía bastante claro la reforma que quería hacer: escalonada, en un primer momento sólo centrada en las rentas bajas y familias, para que más adelante se extendiese a los demás. Aprovecharía la mejora de los ingresos para financiarla, pero también la compensaría con otras alzas en el ámbito de verdes, especiales o la vivienda. De hecho, en el Plan de Estabilidad que se envió a Bruselas se reflejaba un alza neta de los ingresos vía mayor recaudación en los ayuntamientos y Comunidades. Y parte de esa subida podría ser un nuevo IBI fijado ya en 2016, después de los comicios.

Más bajadas y menos subidas

Pero muchas de las ideas en la cartera de Hacienda se han empezado a diluir. Por ejemplo, la propuesta barajada de gravar más la segunda vivienda. “Muchos de nuestros votantes que se quedaron en casa en las pasadas elecciones europeas son profesionales que tienen una segunda casa en la playa o en la sierra. ¿Así cómo vamos a conseguir que nos voten? Por no hablar de lo que podría suceder con el mercado inmobiliario en la costa, justo ahora que empezaba a reactivarse con los grandes fondos entrando”, comentan. Y otro tanto sucede con la limitación de las bonificaciones de Sucesiones en Madrid o Valencia, territorios clave para el PP. Ahora se comenta que estos impuestos podrían discutirse en los próximos Consejos de Política Fiscal y Financiera antes de que acabe el verano pero después de haber presentado la reforma.  

Montoro siempre había tenido en mente un recorte entre 4.000 y 5.000 millones en un año, una cantidad suficiente para que se note en los bolsillos del contribuyente y equivalente en impacto a los famosos 400 euros que repartió Zapatero. Pero esta situación ha ido cambiando. Un ala del partido y del Ejecutivo ha insistido mucho en que las nóminas de las clases medias son las que soportan mayor presión fiscal, son sus votantes y hay que reducirles los impuestos.

Y ahí el propio Nadal se ha movido tanto por dentro como por fuera de Moncloa para incidir en que la rebaja sea más sustancial. “Se ha quedado a las puertas de ser ministro y considera que le llega su hora. Quiere abandonar ese puesto de Kicilloff en la sombra que algunos le achacan y está tratando más con políticos de raza, dejándose asesorar y tomando posiciones más claras. Él fue por ejemplo el impulsor del plan de los 6.000 millones para reactivar la economía, también con un claro tinte electoralista”, afirman fuentes que lo conocen.

Sin embargo, en Moncloa se han topado con un problema. Cuando se examina cuál es el sueldo medio en las declaraciones de IRPF, éste ronda más bien los 20.000 euros. Lo que precisamente implica que la mayor parte de los ingresos por este tributo pasan por los tipos de la parte baja, por los que además tributan también las rentas altas. Y, por lo tanto, si se pretende extender esta reducción de impuestos hasta los tipos en los que se encuentra el votante medio del PP, entonces la rebaja sale mucho más costosa.   

El propio Guindos, quien se ha mantenido al margen de la reforma, expresaba este martes su convencimiento de que los impuestos se situarían en 2015 mejor que en 2011. Sólo que eso supondría mucho dinero. Únicamente quitar el recargo temporal establecido nada más llegar por el PP puede ascender a los 4.500 millones de euros. De modo que poner los tipos por debajo representaría bastante más, incluso si se cree en un efecto Laffer. A menos que, tal y como siempre ha defendido Montoro, se modifiquen las bases. Es decir, los hechos sobre los que se aplican los impuestos. Cabría pensar que, por ejemplo, se incluyesen conceptos antes exentos, como cuando se incluyeron en las bases de cotización a la Seguridad Social los salarios en especie. O bien que se supriman algunas deducciones tal y como exige la UE. Y a este respecto los expertos señalan que las posibilidades son casi ilimitadas.

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