Economía

Veto político a la OPA polaca sobre Talgo: los efectos colaterales del 'favor' al PNV

La intervención de Moncloa en la pugna limita las opciones de los accionistas y lanza un mensaje al mercado: no es nada fácil invertir en España

  • Aitor Esteban charla con Pedro Sánchez en el Congreso. -

Cualquier resorte del Estado es bienvenido si sirve para sacar rédito político. Vuelve a dejarlo claro el Gobierno de Pedro Sánchez con su nueva aparición en la batalla por el control de Talgo. El resorte en cuestión es el escudo antiopas, prorrogado el pasado diciembre -hasta 2026- para poder alterar el rumbo de operaciones empresariales 'sensibles'. Ese parapeto fue clave en la huida de Taqa, la empresa de Abu Dhabi que llegó a firmar un pacto con CriteriaCaixa para repartirse Naturgy.  

El escudo antiopas tiene, para el Gobierno, una doble utilidad. La primera es vetar la adquisición por parte de extranjeros de empresas españolas consideradas "estratégicas". La segunda es lanzar un mensaje a navegantes: la inversión foránea no es bienvenida si no encaja con los objetivos políticos de Moncloa. 

El fondo polaco PFR acaba de sufrirlo en sus carnes. Este sábado, anunció su intención de lanzar una OPA sobre el 100% de Talgo a cinco euros por acción. Objetivamente, la oferta implicaba una clara mejora sobre la otra propuesta encima de la mesa. Un grupo de inversores vascos liderados por Sidenor ofrece 4,15 euros por acción, pero por el 29% del capital, con margen para subir hasta 4,80 euros siempre que la empresa cumpla determinados parámetros financieros a medio plazo. 

La vía polaca encierra otro atractivo: aporta músculo y 'know how' industrial, ya que PFR es el dueño del fabricante Pesa. La oferta de Sidenor, por el contrario, concede básicamente capital y, sobre todo, 'identidad'. Vasca, concretamente. La compañía siderúrgica tiene la sede en Basauri y todos sus compañeros de viaje en la opa tienen raíces en el País Vasco. El promotor de la operación es el empresario José Antonio Jainaga y está respaldado por el Gobierno regional, a través del fondo público Finkatuz. También están embarcadas BBK y Vital, a través de sus respectivas fundaciones. 

Sobre el tapete, PFR tenía mejores cartas para ganar la partida. En la sede del fondo polaco confiaron en que Moncloa no plantearía objeciones, a diferencia de lo que hizo con MagyarWagon. Vetó la OPA húngara (también de cinco euros por acción), argumentando los lazos con el Gobierno de Viktor Orban y, por extensión, con la Rusia de Vladimir Putin. Ese veto tuvo una consecuencia directa para los accionistas de Talgo. Sidenor y sus aliados aprovecharon la retirada de los MagyarWagon para ofrecer un 25% por la compañía ferroviaria. 

Mensaje a Varsovia

PFR vio despejado el camino para subir la apuesta y anunció una oferta inminente. Fue entonces cuando Moncloa transmitió a Polonia que el control de Talgo debía quedar en manos españolas. O vascas, para ser más exactos. Se encargó de recalcar el carácter estratégico el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en su reciente visita a Varsovia.

El Ejecutivo vasco ya da por hecho que Talgo se queda en casa. Ese triunfo no puede entenderse sin la clave política. De hecho, vuelve a evidenciar la influencia que el PNV ejerce sobre la coalición. Hace menos de dos meses que la formación liderada aún por Andoni Ortuzar logró -junto a Junts- frenar el 'impuestazo' que Hacienda quería aplicar a las energéticas, para defender los intereses de compañías como Iberdrola y, sobre todo, Petronor. Al 'nuevo' PNV, que presidirá en breve Aitor Esteban, le tocará encauzar el rumbo de Talgo. 

El 'favor' de Moncloa al PNV tiene varios efectos colaterales. El primero atañe a los accionistas de la empresa ferroviaria. El veto a PFR pone fin a la guerra de opas y, con ello, a una puja que habría desembocado en un precio de venta más elevado. 

El segundo afecta al negocio de Talgo. En el sector se da por hecho que la llegada de Sidenor será insuficiente para asegurar el futuro industrial. Se necesitará otro socio, que aporte inversión y conocimientos, pero con capacidad restringida de mando. No es descartable, por tanto, que la propia PFR vuelva a llamar a la puerta de Talgo, siempre que acepte las limitaciones de voto en el consejo que pueda imponer Moncloa.

Hay un tercer efecto colateral. El Gobierno vuelve a mandar a los mercados una señal poco amable: no es nada fácil invertir en España. El mensaje es similar al que envió con las trabas impuestas a Taqa en Naturgy. Si algún inversor quiere desembarcar en otra empresa que Sánchez quiera proteger, ya sabe a lo que se expone. Por ejemplo, en Prisa.

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