Economía

¿Por qué las empresas estudian el fin del teletrabajo con la llegada de la reducción de la jornada laboral?

La flexibilidad laboral en jaque: la reducción de jornada a 37,5 horas pone en duda el teletrabajo y dispara la preocupación en las plantillas

  • Imagen de archivo de una mujer teletrabajando. -

El teletrabajo, que experimentó un auge sin precedentes en 2024 con 3,2 millones de personas trabajando desde casa, podría estar en declive. Este modelo, impulsado principalmente por los empleados por cuenta ajena, quienes aportan 10,1 puntos porcentuales a la tasa de teletrabajo, se enfrenta a un nuevo desafío: la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas. Aunque la tasa de teletrabajo alcanzó el 14,4% en 2024, aún no supera los niveles de 2020 y 2021, pero es significativamente mayor que el 8,3% registrado antes de la pandemia en 2019. La cuestión ahora es si esta tendencia se mantendrá o si las empresas optarán por la vuelta a la presencialidad.

La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales supone un cambio considerable para las empresas. La necesidad de mantener la misma producción con menos horas de trabajo obliga a las compañías a replantearse sus políticas de flexibilidad. Además, el teletrabajo implica costes adicionales para las empresas, como el pago de gastos de electricidad e internet, así como la provisión de equipos y mobiliario, una obligación que surge cuando el teletrabajo supera el 30% de la jornada. Con la reducción de jornada, el margen de flexibilidad para conceder el teletrabajo disminuye. Esto ha llevado a muchas empresas a considerar la eliminación del teletrabajo como una forma de compensar los costes.

Según Omar Molina, director del departamento laboral de Augusta Abogados, las empresas están estudiando la vuelta a la presencialidad porque creen que así serán "más eficientes y productivos en los nuevos horarios". Además, eliminar los gastos asociados al teletrabajo es visto como una medida para compensar los costes derivados de la reducción de jornada. Juan Grangel, de Baker McKenzie, señala que la productividad y la eficiencia son factores clave en esta decisión. También existe incertidumbre sobre si la reducción de jornada afectará a los días de teletrabajo, lo que podría llevar a las empresas a superar el porcentaje requerido por la regulación y a incurrir en más costes.

El teletrabajo: un beneficio en entredicho. Aunque la Ley del Trabajo a Distancia de 2020 buscaba mejorar las garantías para trabajadores y empresas, también incrementó los costes y la rigidez del teletrabajo. Esto hizo que, tras los confinamientos, muchas empresas restringieran los días de teletrabajo. Además, tal y como recoge el diario El Economistaen 2024, solo el 50,1% de los asalariados que teletrabajan lo hacen de manera habitual, una cifra inferior al 72,3% de 2020. El teletrabajo, que durante la pandemia se percibió como una medida excepcional, ahora es considerado por muchos como un beneficio otorgado por el empleador. Esta percepción es importante porque, como señala Omar Molina, los jueces están considerando cada vez más la eliminación del teletrabajo como una "modificación sustancial de condiciones de trabajo".

Implicaciones legales y futuro del teletrabajo

La consideración de la eliminación del teletrabajo como una modificación sustancial implica que las empresas deben abrir un proceso de negociación con los representantes de los trabajadores para suprimirlo. Además, esta decisión debe estar justificada por razones económicas, técnicas, organizativas o de producción. De lo contrario, la empresa podría enfrentarse a sentencias desfavorables. Esta situación añade complejidad al panorama del teletrabajo en España.

En conclusión, la reducción de la jornada laboral ha puesto en una encrucijada a las empresas, que ven en la vuelta a la presencialidad una forma de compensar costes y aumentar la productividad. Sin embargo, la eliminación del teletrabajo no es una decisión sencilla y puede acarrear consecuencias legales. El futuro del teletrabajo en España está en entredicho y la flexibilidad laboral podría ser una de las grandes perdedoras en este cambio de paradigma.

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