Economía

La teoría del niño y el árbol que explica por qué en Europa no hay tecnológicas y en EEUU sí

En Estados Unidos nacieron Google, Amazon, Apple y Microsoft. Europa no tiene ninguna gran tecnológica

  • Fotografía creada con Inteligencia Artificial (Grok)

Hace más de veinte años tuve la oportunidad de entrevistar en Silicon Valley (California, Estados Unidos) a un alto perfil de la compañía tecnológica norteamericana IBM. El directivo, cuyo nombre no recuerdo -perdóneme si lee esto-, sí consiguió tatuar en mi cabeza una respuesta a una de las preguntas que le formulé, y que me dio la idea de país, de continente, que somos España y Europa en lo que a innovación tecnológica y cultura empresarial se refiere.

-¿Por qué en Europa hay tan poco emprendimiento?

-Porque no dejáis a los niños subirse a los árboles.

Fue así de sucinto, así de esclarecedor, de crudo y directo. Así de real. Han pasado los años y son legión los jóvenes españoles que sueñan con aprobar una oposición, tener siempre el mismo trabajo y cobrar una nómina en tiempo y forma. Renuncian al bosque a cambio de vivir sin salir de casa pero con la nevera llena y las sábanas limpias. Los emprendedores están en peligro de extinción en Europa, castigados por regulaciones que impiden la cópula entre idea y negocio, inexistentes en Estados Unidos.

Hay otra variable. Es algo cultural y muy español. La envidia. Hace años Pau Garcia-Millà vendía a Telefónica eyeOS por varios millones de euros, una empresa de servicios en la nube que él mismo fundó. Creo recordar que el chaval no pasaba de la veintena cuando dio la campanada.

Pau se convirtió en un clásico de las charlas inspiracionales. Quien firma esta pieza acudió a una de ellas. Habló de lo catetos que somos los españoles con quienes deciden emprender.

Lo resumió en una frase parecida a esta: "En España un vecino le dice a otro que va a montar una empresa y quien recibe la información le da la enhorabuena cuando está frente a frente, pero cuando entra en casa le dice a la mujer que el imbécil del vecino se cree más listo que nadie. Si el negocio no prospera, lo siguiente que le dirá a su señora es que él vaticinó el fracaso; se alegrará de que le haya ido mal".

Milà también contaba, grosso modo, que el fundador de Rovio (Angry Birds) inició sus estudios universitarios en Estados Unidos, pero decidió aparcarlos para desarrollar un videojuego. Explicó que aquél le contó a su madre que consistiría en lanzar pájaros desde un tirachinas con el objetivo de derribar cerditos ubicados sobre plataformas de madera. Cualquier padre español le hubiera dicho al zagal que se dejase de tonterías y se pusiese a estudiar. Su madre, sin embargo, le comentó que tratara de cambiar el tipo de pájaro en cada pantalla. Es decir, ella enriqueció su idea y le invitó a arriesgarse, a subir al árbol.

La regulación, el gran problema

El mayor obstáculo, y posiblemente del cual deriva la poca cultura emprendedora europea y española, es la regulación. Como dejábamos caer unos párrafos antes, Europa es muy proteccionista, lo cual no tiene por qué ser malo, pero dificulta la creación de empresas de una forma ágil y desincentiva la inversión en las mismas por parte de los fondos, sobre todo por el más que posible nacimiento de un nuevo marco legal que impedirá su desarrollo natural y las consiguientes trabas para su desarrollo comercial.

Es algo que se ha visto en el pasado y se ve en el presente. Piensen en empresas de Inteligencia Artificial europeas. No les viene ninguna representativa a la sesera, ¿verdad?

A los pechos de Estados Unidos se han criado Google, Facebook, Amazon, Apple o Microsoft, un país que en la actualidad también está cebando, por poner un ejemplo más actual, a ChatGPT y otras IAs. En Europa, repetimos, tenemos leyes muy estrictas en materia de protección de datos que eutanasian el emprendimiento tecnológico. Es paradójico porque casi todos somos usuarios de Facebook, compramos por Amazon y escribimos -como yo en este momento- desde un ordenador con Windows o iOS. Nos hemos convertido en el producto porque no se nos permite tener una tienda. Un producto cuyas ganancias vuelan al país del dólar, impulsados por una regulación que en el viejo continente les permite tributar, bien fuera, bien poco.

Hablé de esto con Enrique Dans, gurú de la tecnología -y ahora abuelo sobre todas las cosas-, quien puso sobre la  mesa la impronta cultural que dejaron en las leyes de hoy el derecho romano y el napoleónico. De aquellos polvos vienen estos lodos. Estados Unidos, un país recién nacido como aquél que dice, tiene muy cercano en el recuerdo lo que le costó ser independiente; lo que sufrió para nacer, para existir. La mecha se prendió en 1773, cuando Inglaterra aprobó un impuesto sobre el té a los colonos -muchos de ellos ingleses- que importaban esas hierbas. Es seguramente harina de otro costal, pero ejemplifica la actual cultura empresarial norteamericana y su férrea defensa por permitir y favorecer el emprendimiento y, por ende, la libertad del individuo. No hay que olvidar qué lugar ocupa actualmente Estados Unidos en el tablero mundial. Tampoco el que ocupa Europa. Ni el que ocupará. Aviso a navegantes.

 

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