La autoproclamación de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela amenaza al negocio de la multinacional española con más intereses en el país: Repsol. Y no porque que el mandatario siga aferrado al poder, sino por las represalias que puede tomar otro gobierno americano, el del Donald Trump. El líder republicano tomará posesión en el Capitolio dentro de nueve días y ya ha dejado claro su respaldo absoluto a Edmundo González.
El papel de Estados Unidos es fundamental para las compañías que explotan los pozos venezolanos. En la actualidad, es imprescindible contar con una licencia emitida por Washington para poder sacar petróleo fuera de las fronteras del país. Este requisito es la consecuencia de las sanciones económicas viene soportando Venezuela de manera intermitente desde 2017. Ese año, la Administración estadounidense, liderada por Trump, endureció las medidas que ya había aplicado Barack Obama, contra la falta de libertades y la violación de derechos humanos en el país.
Washington ha ido modulando las sanciones en función de los avances y retrocesos democráticos protagonizados por Maduro. Ya con Joe Biden en el Despacho Oval, se habilitó la denominada Licencia General 44. Se trata de un permiso concedido a determinados operadores para poder vender crudo y gas en los mercados internacionales. Biden tomó la decisión, en parte, para favorecer al gigante estadounisense Chevron, que obtuvo la primera licencia. La segunda tiene sede en París (Maurel & Prom) y la tercera en lograrlo fue Repsol.
La multinacional que preside Antonio Brufau lleva casi tres décadas instalada en Venezuela y ha ido esquivando todos los bandazos políticos. Incluida la decisión adoptada en la era de Hugo Chávez, que obligaba a las petroleras extranjeras a constuir sociedades mixtas con la estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA) para producir crudo en el país. Desde entonces, Repsol opera a través de Petroquiriquire, donde controla un 40% del capital (el resto está en manos de PVDSA). También tiene una concesión denominada Cardón IV, compartida al 50% con la italiana ENI.
Extensión del permiso
La licencia de Repsol ya estuvo en el filo hace pocos meses. En octubre de 2023, los acuerdos firmados en Barbados entre Maduro y la oposición animaron a Washington a flexibilizar las sanciones. Estados Unidos permitió exportar crudo venezolano a través de la mencionada Licencia 44. Sin embargo, dio marcha atrás seis meses después, en abril del pasado año, después de que Maduro inhabilitara a María Corina Machado y otros líderes de la oposición para concurrir a las elecciones.
La licencia de Repsol quedó en el limbo y con fecha de caducidad (el 31 de mayo). Finalmente, Washington optó por estudiar cada caso en particular y, finalmente, decidió prorrogarla, a la espera de la celebración de los comicios de julio. El resultado de esas elecciones ya es conocido, pero la Casa Blanca ha preferido esperar para comprobar si Maduro llevaría hasta el final su afrenta. Por eso, Donald Trump ha aguantado hasta este jueves para defender públicamente a Edmundo González. La toma de posesión de Maduro supone un desafío de altura a Estados Unidos y tendrá -a ojos de la mayoría de los analistas- consecuencias. Ahora sólo resta por ver el alcance.
La dirección de Repsol es consciente de que su estrategia en Venezuela está ligada a la evolución política. Su último informe anual de cuentas, correspondiente a 2023, señala que "los principales países en los que el Grupo Repsol está expuesto a un especial riesgo geopolítico son Venezuela, Bolivia, Argelia y Libia". Ese documento muestra un aumento de las expectativas sobre Venezuela, "como consecuencia, principalmente, de una mejora de la situación política y social en el país y la reciente relajación de las medidas coercitivas del gobierno de los Estados Unidos de América".
Las condiciones de EEUU
Repsol recordaba a accionistas e inversores que "la Licencia General está condicionada a que el Gobierno venezolano cumpla, entre otras cuestiones, sus compromisos de garantizar unas elecciones presidenciales democráticas y libres en 2024". Ninguno de esos condicionantes se ha cumplido, sino todo lo contrario. Y el 20 de enero, un republicano 'duro' se sentará en el sillón presidencial que ocupaba Biden.
En la multinacional española están a la espera de los acontecimientos y no se tomará ninguna decisión hasta que Trump mueva pieza. El posible endurecimiento de las sanciones puede desembocar en la suspensión de las licencias, con la consiguiente prohibición de las exportaciones. En ese escenario, Repsol podría seguir extrayendo crudo venezolano, pero no sacarlo del país. Algunos analistas consideran que esa hipótesis conllevaría un descenso de la producción, al caer la rentabilidad del negocio. Entre los objetivos del Gobierno venezolano estaba estabilizar el bombeo diario de crudo en torno al millón de barriles diarios, muy lejos de los tres millones que llegó a producir en los tiempos dorados de Chávez.
La exposición de Repsol a Venezuela es limitada, en comparación con el volumen de su producción mundial. Al cierre de 2023, ascendía a 259 millones de euros, frente a los 411 millones del año anterior. La compañía tiene en nómina allí a 131 empleados. El país suramericano con la plantilla más nutrida es Perú (3.244). En Bolivia, también considerado como mercado de riesgo, da trabajo a 195 personas.
MataNarcisos
11/01/2025 11:20
¿Acaso REPSOL no produce LUBRICANTES?.... Pues no veo el problema, si sabe engrasar bien el "piñón" acertado, verá como todo irá como un V12 a 2.000 RPM, por una autopista.
esnalar
11/01/2025 15:12
Justo lo que opiné en otra noticia sobre el mismo asunto. Bloqueo total de todo tipo de comercio con los chavistas.. Se muere el perro y se acaba la rabia.