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Cena exquisita a domicilio, riesgo de contrato basura

Cena exquisita a domicilio, riesgo de contrato basura

El servicio a domicilio nunca fue tan completo. La cena, el tabaco o incluso el gin-tonic de después, en menos de una hora y sin salir de casa. “Lo que sea”, dice Glovo. La startup catalana de entrega lo pone fácil: “¿Qué necesitas? Lo compramos, lo recogemos y lo entregamos”. Esa es su filosofía y parece funcionarles. Ya están en España, Italia y Francia. Y aunque los resultados del último año no se han hecho públicos, lo que sí se sabe es que han conseguido arrancar. Pero, ¿a costa de qué?

La clave está en los gastos de envío. A diferencia de su gran competidora, la británica Deliveroo –que cobra siempre 2,5 euros por envío-, Glovo varía sus tarifas en función del producto y de la distancia. A más recorrido, más coste. Además, al poder pedir cualquier cosa, si aquello que se desea no está disponible en los establecimientos que tienen convenio con la empresa y el repartidor tiene que comprarlo en otro sitio, también se incrementará el precio.

Esto se debe a que Glovo, por sus acuerdos con los comercios, se lleva un porcentaje importante de cada pedido y eso rebaja el precio de entrega (que suele ir desde los dos hasta los seis euros). Si, por ejemplo, se pide un paquete de tabaco a las doce de la noche y el ‘rider’ (así se conoce a quienes reparten en bicicleta) tiene que ir a un bar cualquiera a comprarlo, pueden elevarse hasta los 12 euros. Esto aplíquese a cualquier cosa: enviar un paquete a un amigo, pedir medicinas, o llevar la compra a casa. El único límite es el peso (9 kg) y el volumen (40x40x30 cm).

Autónomos y baratos

Estos ingresos no se traducen necesariamente en mejores sueldos. Frente a la ‘app’ más veterana, Just Eat, que delega la gestión de los envíos en los restaurantes; Glovo y Deliveroo cuentan con un equipo de repartidores autónomos que cobran por pedido. A través de una aplicación interna, los ‘riders’ se apuntan a una franja horaria determinada y en ella pueden decidir qué servicio cubrir. Si un día están enfermos, llueve, les queda demasiado lejos o no les conviene, pueden decidir no aceptarlo.

Como cualquier autónomo, trabajan cuando y cuanto quieren y de ello depende su sueldo. El problema está precisamente en este último punto. Ganan lo mismo independientemente del recorrido y la hora: en torno a los 4,50 euros por entrega más propinas en Deliveroo y 2,50 euros ampliables según la distancia y el tiempo de espera en el caso de Glovo. Esta última empresa anuncia en su página web que los trabajadores pueden ganar hasta 10 euros por hora, pero para eso deberían hacer entre tres y cuatro pedidos en ese tiempo, algo inusual, pues llegan a hacer como mucho dos, según un trabajador de la compañía.

Fuentes consultadas por Vozpópuli cuentan que al principio los repartidores de Deliveroo cobraban por horas hicieran un servicio o no. “Eso generaba una situación de riesgo por inactividad”, explican. Por eso, decidieron cambiar el sistema y ahora cobran por servicio prestado. Si no hay suficientes pedidos para todos los trabajadores activos en un horario, ese día pueden irse con las manos vacías tras varias horas de espera.

No son autónomos al uso, sino TRADE (trabajadores autónomos económicamente dependientes). Dependen económicamente de un solo cliente, al tener que recibir de una empresa al menos el 75% de sus ingresos. Pagan su cuota de autónomo, disponen de su propia infraestructura o material de trabajo (una bicicleta y un teléfono móvil) y cubren sus riesgos laborales; pero existe un contrato mercantil que regula la relación con la empresa y dependen, en gran medida, de los ingresos provenientes de un solo pagador.

La línea de la legalidad es muy estrecha. Estas condiciones podrían convertirles en “falsos autónomos” si se integraran completamente en la estructura de trabajo de la empresa (tareas, horarios y medios de trabajo). También si la remuneración no es pactada y se elige unilateralmente. En este sentido, José Manuel Mateo, socio laboral del despacho de abogados Garrigues, explica que, según el artículo 11.2 apartado e) del Real Decreto 395/2007, “se pueden mantener las mismas cuantías para todos los TRADES, pero habría que verlo en conjunción con todas las características de su actividad, que haya mayor o menor dependencia y organización por parte de la empresa”.

Desde la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) aseguraban el pasado mes de julio que la situación de los ‘riders’ de Deliveroo encaja con las condiciones establecidas por la Ley para los TRADE, “perfectamente diferenciables de los que se pudieran mantener a través de una relación laboral por cuenta ajena”. No obstante, también anunciaron que estudian la firma de un acuerdo de interés profesional (AIP) con dicha empresa para establecer las condiciones laborales de estos trabajadores y asegurar sus derechos.

El ‘e-commerce’, al alza

Deliveroo, Glovo, Just Eat, Wetaka, Aloha24, ComeYa, PedidosYA, UberEats o Stuart son solo algunas de las empresas que conectan al cliente con su restaurante a través de una pantalla. El 58% de los consumidores españoles compra online al menos una vez por semana frente al 48% del año anterior, según el estudio ‘Total Retail’ de PwC. Pero aún queda mucho por hacer. La compra de comida a domicilio a través de estas plataformas digitales, ya sean páginas web o aplicaciones móviles, ocupa sólo el 26% del consumo de los españoles.

Infografía: ¿Comprar online? Depende del tipo de producto | Statista Más estadísticas en Statista

No obstante, según estimaciones del Statista Digital Market Outlook, se espera que en cuatro años los ingresos derivados de la venta de alimentos a través de la red se dupliquen en España; pasando de los 460 millones de euros actuales a los 967 millones en 2021. De hecho, Deliveroo disparó su negocio en 2016 con unos ingresos de 3,8 millones de euros, frente a los 45.000 euros de 2015. Esto ayuda fundamentalmente a los pequeños restaurantes, que a pesar de perder un porcentaje de la venta, se encuentran mucho más visibles y multiplican los pedidos; mientras que las grandes marcas como McDonalds, Telepizza o Rodilla deben adaptarse a esta nueva práctica ‘delivery’ si no quieren perder terreno.

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