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Startups

Chefly, cuando las startups no quieren inversores

Paola García y Carlos Azaustre, directivos de Chefly

En el mundo de las startups, donde la cacería de inversores está de moda, Chefly quiere clientes. Sí. La plataforma dedicada a conectar cocineros con comensales busca clientes, no inversores. Ese es el objetivo. ¿Por qué? "Porque al final el dinero se acaba y si no tienes un producto bueno, te vas a quedar en la misma situación en la que empezaste", dice Paola García, fundadora y consejera delegada de la plataforma de economía colaborativa dedicada a la gastronomía.

García explica la tendencia que hay en el mundo emprendedor, donde se asocia el éxito con "haber levantado una ronda enorme". En este ecosistema, en el que las primeras rondas de inversión suelen ser para desarrollar el producto, la pareja de informáticos -formada por Paola García y Carlos Azaustre (CTO, director tecnológico)- logró sacar la aplicación con su tiempo, sus conocimientos y sus recursos. Ahora lo que necesitan son "clientes, clientes y más clientes que confíen".

Al final el dinero se acaba y si no tienes un producto bueno, te vas a quedar en la misma situación en la que empezaste, dice la CEO de Chefly

La idea de Chefly nació en Irlanda, en 2014, cuando la pareja española decidió mudarse para seguir aprendiendo. La aplicación permite a los usuarios contactar con cocineros profesionales y solicitar comidas para eventos especiales o para fechas determinadas. Pero no es un delivery de media hora: "el cocinero recibe el pedido, va a hacer la compra y prepara la comida solo para ti. No tiene tiempo para entregarte todo en 30 minutos".

El proyecto tardó casi año y medio en establecerse; no salió al mercado hasta julio de 2015. Por ello, García recomienda a los nuevos emprendedores "tener dinero suficiente para sobrevivir dos años, porque lo más probable es que no gane nada en ese tiempo".

Aunque ambos admiten que les gustaría tener más dinero para el proyecto, insisten en que quieren "ralentizar, pensar muy bien lo que va a funcionar y lo que no y saber para qué se necesita el dinero". De ahí que, a menos que necesiten una determinada suma de dinero para hacer algo concreto, no vayan a pedir inversión.

Bootstrapping

El de Chefly es un caso poco común, pero no único. En el mundo de las startups ya varios han aplicado el concepto de "ralentizar" y han optado por dejar a los inversores a un lado. El término acuñado en inglés es bootstrapping y describe aquellas situaciones en las que un emprendedor monta una compañía con un capital pequeño, proveniente de sus propios ahorros o de las mismas ganancias que dé la empresa. 

La revista Forbes destaca varias historias. Una de ellas es la de Litmus, una startup dedicada a probar y optimizar los correos enviados a aplicaciones y suscriptores, que ya en 2005 decidió saltarse a los inversores y fondos para lanzar su plataforma con un ordenador y 800 dólares. El recibimiento fue positivo y, hoy por hoy, la compañía ha logrado sobrevivir gracias a sus clientes. 

Los de GitHub tampoco buscaron apoyo. Ambos fundadores mantuvieron sus trabajos a tiempo completo y dedicaron sus horas libres e ingresos al proyecto. Así, la plataforma fundada en 2008 y dedicada a ayudar a usuarios a compartir códigos logró crecer hasta los más de 14 millones de usuarios en todo el mundo.

 ¿Cómo sobrevivir?

La pregunta es cómo se sustentan los fundadores de startups como Chefly. En este caso, la paltaforma de gastronomía colaborativa ha sido financiada con los ahorros de ambos ingenieros. Además de apostar su tiempo y formación -con la que se han encargado de desarrollar, gestionar y promocionar el proyecto- tanto García como Azaustre se han dedicado a dar cursos de formación para empresas en materia tecnológica. 

Al principio, aseguran, una de sus mayores preocupaciones era gestionar el proyecto. Sí, el césped siempre es más verde al otro lado. Mientras otros emprendedores se preocupan porque no saben de programación, desarrollo y tecnología, este par de ingenieros temía no saber gestionar su startup. 

Chefly ha sido financiada con los ahorros de ambos ingenieros

Por ello, al tiempo que concebían la idea, García y Azaustre hicieron un curso en la Universidad de Standford que ayudaba a ingenieros a montar startups. Luego, una vez en España, Chefly pasó por una pre-aceleradora (Tetuán Valley) donde ambos continuaron formándose para el mundo emprendedor.

"Empezamos nosotros y seguimos siendo nosotros. Nos ofrecen bastantes chicos en prácticas, pero para eso tienes que tener tiempo para enseñarles. Por ser honestos con nosotros, y con ellos, no estamos recibiendo becarios", explica García.

El arte de emprender

En España se habla de emprendedores, "pero no se entiende mucho qué es una startup; vamos andando en el camino", dice la joven ingeniera, que admite tener amigos -también desarrolladores -que no conciben el emprendimiento "como un trabajo de verdad".

De ahí que García considere -entre otros asuntos- que para ser emprendedor "no hay que ser ni más listo ni más ágil, lo que tienes que tener es un carácter que te admita soportar toda la presión social que supone la incertidumbre". El camino de llevar una startup, asegura, está lleno de altibajos. "Un día crees que te vas a comer el mundo y otro crees que nadie te va a comprar nada. Es un proceso largo y necesitas un carácter que te permita no morir en el intento", vuelve a decir a todos aquellos que quieran emprender.

No hay que ser ni más listo ni más ágil, lo que tienes que tener es un carácter que te admita soportar toda la presión social que supone la incertidumbre

La vida de emprendedora, sin embargo, ha sido positiva para la CEO de Chefly. Con un bebé que gatea por el Campus de Google, una flexibilidad de horarios y sin jefes se siente "más viva que nunca". Ahora, después de dos años, se están viendo los resultados. "Ya no te sientes solo en el camino", dice.

Cuentan con más de 120 autónomos vinculados al proyecto, más de 2.000 usuarios y un 78% de recurrencia

Hasta ahora, la plataforma colaborativa tiene socios en la Comunidad de Madrid, Cataluña y País Vasco. También tienen presencia en Colombia y en Inglaterra. En total, son más de 120 autónomos vinculados al proyecto, más de 2.000 usuarios y un 78% de recurrencia, cifra de la que ambos dicen sentirse muy orgullosos. A futuro, García y Azaustre esperan desarrollar una opción para llevar comidas a las empresas y hacer que la gente se olvide de hacer los tuppers de la semana. 

Filosofía colaborativa

La burocracia parece ser un común denominador en el ecosistema emprendedor. Las trabas que se presentan para cada uno de esos cocineros que quieren participar en Chefly han terminado por unir al colectivo. García y Azaustre hablan de una "filosofía colaborativa". 

"Nos llega mucha gente que quiere empezar una actividad económica como cocinero profesional, pero tardan aproximadamente un año en despegar", explica García. Los requisitos para trabajar con Chefly no son pocos, pero forman parte del sistema español: hay que ser autónomo, pagar impuestos, conseguir una Formación Profesional como cocinero o un certificado como manipulador de alimentos, además de tener una cocina con licencia.

Siempre se ha hecho esto en España complicado. Estamos trabajando para que esto de aquí a unos años sea menos difícil para la gente

Desde Chefly intentan asesorar a los nuevos emprendedores. García, en particular, participa en la asociación Sharing España (donde asisten otras pequeñas empresas españolas y algunas grandes como Airbnb, BlablaCar, Cabify y Uber) y suele reunirse con otros emprendedores en espacio como Campus Madrid. 

"Siempre se ha hecho complicado emprender en España. En ese punto, con tanta gente que recibimos, estoy moviendo en diferentes asociaciones para que esto de aquí a unos años sea menos difícil para esta gente", dice. La idea: que en vez de poner trabas se les facilite el proceso "para que no salgan corriendo despavoridos" y, en un futuro, se sumen a la plataforma.

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