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Economía

Los navieros se 'rascan' el bolsillo ante el próximo cambio normativo del combustible

Imagen de un barco de Baleària.

El sector naviero mundial se prepara ya para el impacto que tendrá en su negocio la nueva normativa de la Organización Marítima Internacional (OMI), que limita aún más el contenido de azufre de los combustibles marinos para reducir la emisión de gases contaminantes y que entrará en vigor el 1 de enero de 2020. Actualmente el límite general establecido por el organismo de las Naciones Unidas era de un 3,5%, pero a partir del próximo año se reducirá al 0,5%. 

Esto implica que todo el transporte marítimo, independientemente de su actividad, deberá adaptar sus buques a la normativa antes de esa fecha si no quiere enfrentarse a sanciones disuasorias. La Asociación de Navieros Españoles (ANAVE) ha estimado que su aplicación tendrá un coste para el sector de 54.000 millones de euros al año (60.000 millones de dólares) principalmente por el aumento del precio del combustible, así como por la dotación de la tecnología necesaria para depurar los gases.

El director general de la asociación, Manuel Carlier, explica que a finales de 2020 se espera que haya más de 4.000 barcos con 'scrubbers' instalados, los equipos necesarios para eliminar el azufre del combustible y que permiten seguir consumiendo fuel-oil pesado (HFO). Esto supone un 15% de la flota mundial. El periodo de recuperación de la inversión en 'scrubbers' oscila entre uno y dos años, según Carlier, dependiendo del tamaño del barco, su potencia o por dónde circula, pues las Zonas de Control de Emisiones (SECAS) tienen un límite de azufre más estricto del 0,1%

El 85% restante, el grueso del sector, tendrá que migrar al nuevo combustible Very Low Sulphur Fuel Oil (VLSFO), con tan sólo un 0,5% de contenido de azufre, previsiblemente un 30-40% más caro que el anterior. Las petroleras no han especificado aún los precios del mismo, pero fuentes del sector dudan que se ofrezca en todos los puertos y que en un primer momento los suministradores permitan que sea mezclable con el de la competencia.

Más medidas futuras

A la problemática del azufre se suma la emisión de dióxido de carbono (CO2). Desde 2013 "los buques nuevos deben cumplir un valor máximo del Índice de Eficiencia Energética de Proyecto (EEDI), que se va endureciendo progresivamente con el tiempo". Pero la Organización Marítima Internacional ya debate nuevas medidas para reducir las emisiones de estos gases de efecto invernadero.

Desde la Asociación de Navieros argumentan que entre 2008 y 2018 el transporte marítimo ha aumentado el 42%, las emisiones de CO2 por tonelada-milla se han reducido más del 30%. Pero el organismo de Naciones Unidas va más allá y tiene como objetivo reducirlas en un 40% para 2030 y en un 50% para 2050. En este sentido, ANAVE señala que es probable que las primeras medidas se acuerden ya en la primavera de 2020.

La española Baleària ha invertido en 9 buques que utilizan GNL como combustible, con un gasto de aproximadamente 75 millones de euros

Por ejemplo, Grecia ha propuesto que se reduzca la potencia de los barcos entre un 50% y un 65%. Sin embargo, la patronal puntualiza que "todavía no hay disponibles tecnologías que permitan eliminar completamente las emisiones de CO2 del transporte marítimo, igual que ocurre con el aéreo". Entre las alternativas existentes hasta el momento se encuentra la utilización de Gas Natural Licuado (GNL) como combustible. 

Inversión en Gas Natural

Algunas empresas navieras ya han apostado por esta opción. La española Baleària ha invertido en 9 buques que utilizan GNL como combustible, con un gasto de aproximadamente 75 millones de euros. Por su parte, Endesa trabaja para convertirse en la primera compañía que instala en España un punto de carga de combustible de gas para buques en el puerto de Algeciras, el mayor del país por volumen de mercancías y uno de los principales de Europa.

Sin embargo, desde ANAVE aseguran que el Gas Natural Licuado reduce las emisiones de CO2 en un 21% como máximo, por lo que de momento no se propone como la solución definitiva. "La inversión es muy grande y aunque cambiáramos todos los buques a GNL no cumpliríamos con la normativa", explica Carlier. También se estudian otras alternativas, como instalar sistemas de energía eólica, pero "eliminar totalmente las emisiones supone un reto tecnológico que aún no tiene solución".

El sector asegura estar comprometido con la lucha contra el cambio climático y seguirá adaptándose a las exigencias internacionales, pero denuncia que "en comparación con el transporte por carretera, el marítimo emite unas 6 veces menos CO2 por tonelada/km, y unas 60 veces menos que el transporte aéreo".  

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