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Economía

El mercado cuelga el cartel de "liquidación" en el sector bancario español

Banco Sabadell completa la venta de su gestora y refuerza su solvencia con 349 millones

El anuncio de fusión entre Caixabank y Bankia, realizado el 3 de septiembre pasado, no ha tenido el efecto contagio en la cotización de los otros seis bancos que cotizan en la Bolsa española. No están en mínimos, pero sí cada vez más cerca de éstos. Las seis entidades que cotizan en el Ibex se pueden comprar hoy por poco más de 65.500 millones, menos de que lo que valía en 2008 únicamente el Banco Santander. BBVA, que en el inicio de la crisis de 2008 tenía un valor de mercado de 55.400 millones, cuesta hoy 15.400 millones. En ese año, las trece entidades que cotizaban entonces en Bolsa tenían un valor de 183.000 millones, y no estaban ni Caixabank ni Bankia.

Con la operación entre las que fueron las dos mayores cajas de ahorros de España a falta del trámite del visto bueno de sus respectivas juntas generales de accionistas, el mercado ha señalado a Banco Sabadell como protagonista secundario del siguiente baile de parejas del sector, el que puede ser el penúltimo. Desde diciembre del pasado año ha entrado en una espiral bajista que no encuentra fin.

Los inversores están reclamando una mayor concentración sectorial en un escenario ya muy limitado de actores"

El precio de las acciones bancarias nunca había estado tan bajo como en 2020. Y es que los inversores están reclamando una mayor concentración sectorial en un escenario ya muy limitado de actores. Quizás, parte de la culpa de este descenso tenga que ver con la obligación que tuvo el sector de emitir acciones entre 2011 y 2012 (motivada por la reforma impulsada por Luis de Guindos como ministro de Economía) para recapitalizarse y lo hiciera con descuentos muy elevados.

Hay sólo dos posibles compradores (Santander y BBVA y ambos han perdido la mitad de su valor desde comienzos de año) y tres (Sabadell, Unicaja y Liberbank) susceptibles de ser adquiridas o de integrarse entre ellas que, en su conjunto, tienen un valor de mercado, a precios del cierre semanal, inferior a los 3.800 millones. Demasiado poco para cambiar el rumbo de un sector vinculado en exceso a la marcha de la actividad económica.

El peso relativo del sector bancario en el Ibex representa menos del 15% de su valor, cuando tradicionalmente ha supuesto alrededor de la cuarta parte"

En la actualidad, el peso relativo del sector bancario en el Ibex representa menos del 15% de su valor, cuando tradicionalmente ha supuesto alrededor de la cuarta parte. El único que ha mantenido el tipo desde la crisis de las hipotecas “subprime” ha sido Bankinter, cuyo valor de mercado se sitúa en el entorno de los 4.000 millones de euros.

Con Caixabank y Bankia fuera ya del escenario de fusiones, las miradas de los inversores se vuelven hacia Banco Sabadell y BBVA, por un lado y a Unicaja y Liberbank, por otro, toda vez que estas dos últimas ya mantuvieron conversaciones para una integración hace cerca de dos años, que finalizaron sin éxito.

La mayor presión se concentra en Banco Sabadell. La caída el viernes, del 7,53%% en el precio de sus acciones, el doble que los otros bancos en la sesión del viernes, no hace más que reforzar la apuesta de los fondos de inversión, los verdaderos dueños de los bancos, por otra operación de fusión más temprano que tarde.

En lo que va de año, la entidad que preside Josep Oliu ha perdido las dos terceras partes de su valor y desde el 20 de enero nunca ha cotizado por encima del euro. Su primer cierre de 2020 fue en 1,069 euros/acción. Con un 66,56% de bajada, es el más perjudicado en su valor de mercado de los ocho bancos cotizados, por encima de Santander (-54,55%) y BBVA (-50,98%). 

Con el anuncio de fusión entre Caixabank y Bankia las acciones parecieron resucitar. En apenas dos días los títulos subieron cerca de un 18%, pero fue un mero espejismo. No rompió nunca la barrera de los 0,40 euros y a partir de ahí fue perdiendo fuerza. Para los analistas, en contra del Sabadell juegan el fuerte peso que tiene en su negocio las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, y el hecho de que su filial británica, TSB, siga sin aportar beneficio alguno al grupo tras el alto precio que tuvo que pagar por la migración de su sistema informático al de la casa matriz.

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