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Economía

Las pensiones no dejarán de caer nunca si no se plantea una reforma radical del sistema

La ministra de Empleo, Fátima Báñez.

La reforma de las pensiones está en boca de todos. Y no es para menos, el sistema no va a aguantar el cambio demográfico que se avecina y necesita una profunda reforma que garantice su viabilidad. De hecho, las pensiones ya han empezado a perder poder adquisitivo en 2016 y no dejarán de hacerlo nunca si no se plantea una reforma radical que asegure unas pensiones dignas para los españoles.

Así lo afirma el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez, que recuerda que cada vez habrá más pensionistas y menos fuerza laboral, que sus prestaciones serán cada vez más altas y que vivirán durante más tiempo. Estas variables ya hacen de por sí insostenible el sistema, y además la entrada en vigor del factor de sostenibilidad a partir de 2019 irá bajando el nivel de las pensiones poco a poco.

A su parecer, España necesita un "campeón de las pensiones", capaz de cambiar el discurso oficial, decir a los españoles la verdad sobre las pensiones y poner la cara para que, literalmente, "se la partan". Hasta ahí llega el profesor del IESE, que es muy crítico con los mensajes de los políticos que quitan hierro al problema de las pensiones y se alejan mucho del discurso académico.

El probelma de las pensiones no se soluciona con parches, requiere una reforma global

De hecho, Díaz-Gimeno se moja incluso un poco más y se atreve a decir que este campeón de las pensiones probablemente tendrá que ser un político activo del PSOE con ganas de bronca. Y es que el problema es grave y no se soluciona con los parches que está planteando el Gobierno. Se necesita una reforma completa.

¿Qué tiene que ofrecer esta reforma? Una alternativa coherente al sistema actual y solidaria. Lo que tiene muy claro el profesor del IESE es que el nuevo sistema debe asegurar que todos los españoles conozcan desde el principio de su vida laboral sus derechos pensionables. Esto signifca saber en todo momento la cuantía de la futura pensión, lo que ayudará sin duda a tomar decisiones de ahorro.

Una medida así ya resolvería algunos problemas del sistema actual porque haría, por ejemplo, que los autónomos cotizaran por bases más altas y que, por tanto, aportaran más al sistema. El Gobierno se planteó dar esta información a los mayores de 50 años enviándoles la famosa 'carta naranja', un instrumento que se utiliza en otros países, pero finalmente planteó un simulador electrónico en la web ‘Tu Seguridad Social’, en el que se puede calcular más o menos cómo será la prestación de los futuros jubilados.

Cuentas nocionales

Además habría que analizar qué tipo de sistema se quiere para determinar después cómo se puede financiar. Díaz-Giménez es partidario de que el sistema siga siendo esencialmente público y de reparto, pero diferente al actual. Le gusta el sistema de cuentas nocionales que defienden algunos expertos, basado en el reparto intergeneracional, pero con cuentas individuales.

La principal diferencia es la forma de calcular la pensión. En el sistema actual, los trabajadores tienen prestaciones definidas. Cuando llega el momento de jubilarse, la prestación se calcula combinando el número de años cotizados con las aportaciones realizadas durante los últimos 25 años. Y las pensiones están limitadas por arriba y por abajo. En 2016, la pensión mínima se fijó en 636 euros y la máxima en 2.567 euros.

En el sistema de cuentas nocionales, en cambio, se abre una cuenta ficticia a cada persona que se incorpora al mercado laboral y le va acompañando a lo largo de su vida. En ella se anotan las cotizaciones sociales que realiza y cuando se jubila se calcula la prestación en función de todas las aportaciones. Esas aportaciones, además, se van actualizando para vincular directamente cotizaciones y prestaciones.

En un sistema así cambia la forma de calcular la pensión y no es necesario fijar una edad legal de jubilación

La cuantía de la pensión anual que finalmente acaba percibiendo el jubilado es el resultado de dividir el valor cuantitativo de los derechos adquiridos entre la esperanza de vida estimada de la cohorte de población a la que pertenece el individuo en el momento de jubilarse. Es cierto que este sistema provocaría un descenso de la pensión media, que actualmente ronda los 1.000 euros, pero también impulsaría las prestaciones máximas, fijadas este año en algo más de 2.500 euros.

Probablemente tampoco sería necesario fijar una edad legal de jubilación (67 años tras la última reforma) y cada trabajador decidiría cuando hacerlo asumiendo que cuanto menos trabaje, menos pensión percibirá. Por eso, los partidarios de este sistema defienden que incentiva a la prolongación de la vida laboral, ya que muchos ciudadanos optarían por trabajar más para poder cobrar una pensión más alta.

Lo que está claro es que la reforma va a llegar. El Pacto de Toledo trabaja activamente en las recomendaciones que planteará al Gobierno en primavera. Y el Ejecutivo ya ha avanzado algunos de los cambios que se plantea proponer. El problema, según Díez-Gimeno, es que hay muchas posibilidades de que la reforma vuelva a quedar en un pequeño un nuevo parche y dé una patada hacia adelante al verdadero problema.

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