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Economía

La pensión media ya casi iguala el sueldo más habitual en España

Pensionista en un cajero del Banco Santander.

La pensión media es uno de los valores económicos que más ha crecido estos años a pesar de la crisis económica. Desde 2008 se ha incrementado nada más y nada menos que un 60% y hoy ronda los 1.100 euros al mes, un máximo histórico que hace que los pensionistas de hoy perciban una renta pública que se aproxima rápido al sueldo más común que hay en España.

Así se desprende de los datos de pensiones que publicó este lunes el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social. Si hacemos el cálculo, un pensionista medio percibe una renta anual que ronda los 15.500 euros. La cifra se parece cada vez al sueldo más común en España, que ronda los 16.500 euros, según la última Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE, que hace referencia al año 2016. La diferencia es solo de 1.000 euros.

Y es que España cuenta con uno de los sistemas de pensiones más generosos de toda la OCDE. La tasa de sustitución, que mide la cuantía que supone la pensión media sobre el salario medio, se sitúa actualmente en el entorno del 82%, muy por encima de la media, que ronda el 60%. Y esta tasa, lejos de bajar, podría seguir subiendo si no se toman medidas que equilibren el sistema. No hay más que ver cómo ha ido subiendo la pensión media a pesar de los años de crisis.

La contención de la tasa de sustitución ha quedado en el aire con el carpetazo que se ha dado a la reforma de 2013

Lo cierto es que si comparamos el sistema de pensiones español con el de otros países de la OCDE la conclusión es clara: los españoles se jubilan antes, disfrutan durante más años del retiro y cobran una pensión que se parece mucho más a su último salario. Estos factores hacen que el gasto que exige el sistema sea mucho más alto que en otros países.

Teóricamente, las reformas del sistema que se plantearon en 2011 y 2013 iban a contener notablemente el gasto, sobre todo la segunda, pero recordemos que esta reforma 'popular' quedó prácticamente anulada con el Presupuesto de 2018, que se saltó el IRP para intentar subir las pensiones en línea con el IPC y aplazó la entrada en vigor del factor de sostenibilidad, que iba ligar las prestaciones a la esperanza de vida a partir de 2019.

Esta reforma se basaba precisamente en estas dos patas: el factor de sostenibilidad y el IRP, el índice de revalorización que se planteó para sustituir al IPC y evitar subidas de las pensiones con déficit. Tenía un mínimo del 0,25% que se aplicaba de forma automática si el sistema estaba en números rojos. Este índice se ha aplicado durante cuatro años y solo en uno ha provocado pérdidas de poder adquisitivo a los pensionistas. De hecho, la pérdida de poder de compra de los trabajadores ese mismo año superó en un 17% a la de los jubilados.

La vuelta al IPC

Pero hoy ese índice es historia. Después de los Presupuestos, la vuelta al IPC es casi un hecho, lo que hará que España siga siendo de los pocos países europeos que sigue utilizando solo la inflación para actualizar las pensiones. El Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez ya se ha comprometido a compensar a los pensionistas si la subida de este año (1,6%) queda por debajo de la inflación, lo que puede costar más de 500 millones al Gobierno. Y en 2019 quiere volver a subir las pensiones en línea con el IPC, así que todo apunta a que la referencia a la inflación ha vuelto para quedarse.

En cualquier caso, no está claro que el Gobierno vaya a tener tiempo y fuerza parlamentaria para plantear una reforma en profundidad del sistema. Primero el Pacto de Toledo tendrá que pactar las recomendaciones en las que lleva ya más de dos años trabajando para marcar las grandes líneas del cambio. Y después habrá que sentarse a negociar con los agentes sociales y las formaciones políticas.

Tras los bandazos de los dos últimos años, la Comisión parecía estar muy cerca del acuerdo antes del verano, aunque quedan por definir algunos flecos, como si se vuelve directamente a la inflación, si se combinan los precios con otros indicadores o si se establece un sistema para evitar fuertes subidas de las pensiones en épocas de crisis

Y, aunque el debate se esté centrando casi exclusivamente en la revalorización, no hay que olvidar que no es lo único que hay que reformar del sistema. Hay que hablar de la separación de fuentes, de la posibilidad de crear impuestos finalistas para ayudar al sistema, de las bases de cotización, los niveles de pensión, las aportaciones de algunos colectivos como los autónomos, los gastos de gestión... Hay muchas propuestas sobre la mesa, así que sin duda las pensiones serán uno de los grandes temas económicos de los próximos meses. 

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