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Economía

El boicot a los productos catalanes se desinfla en redes antes de Navidad y el 21D

Entrada a Cavas Freixenet.

La extraordinaria presión reputacional en redes sociales que sufrieron algunas de las principales empresas radicadas en Cataluña alcanzó momentos dramáticos durante el pasado mes de octubre a la vez que la tensión política del 'procés' iba en aumento. Sin embargo, como toda marea, ha acabado bajando y dejando tras de sí una situación de mayor normalidad. Sin embargo, a las puertas de las fechas navideñas es una incógnita saber cómo actuará el consumidor español allí donde es soberano: su punto de compra.

A pesar del temor a un boicot generalizado y masivo de productos con origen catalán, la relativa situación de tranquilidad institucional en que se ha entrado tras la aplicación del artículo 155 y las llamadas a la calma por parte de empresas (como Freixenet, que ha dicho que no se marchará de Cataluña al haberse restablecido la confianza con la intervención del Gobierno, y que no ha visto "relevancia en las cifras" sobre un boicot), patronales (Foment del Treball ha pedido calma) y del propio Gobierno (Mariano Rajoy ha pedido a las empresas que vuelvan) han contribuido a calmar los ánimos de algunos consumidores, mientras que otros mantienen su activismo.

Sin embargo, hay algunas compañías que sí que han alzado la voz denunciando el boicot. Por ejemplo, la empresa 'Poma de Girona' ha denunciado recientemente el caso de "un distribuidor de Madrid que nos ha pedido quitar la etiqueta que la identifica como tal". Esto no es un boicot propiamente dicho pero sí un acto de presión por su origen.

Las redes, termómetro del boicot

Las empresas guardan silencio sobre la afectación de posibles boicots en sus ventas pero un buen termómetro lo tenemos en las redes sociales.

Así, si atendemos por ejemplo a casos como el de Lidl, su Twitter y Facebook ya no se acumulan los llamamientos a abandonar el territorio catalán como ocurría en octubre. Ese mes fue una época muy dura para la compañía germana, que tuvo que soportar una presión inmensa para cambiar su sede. También ha dejado de estar tan presionado Codorníu, compañía propiedad de la familia Raventós que decidió marcharse a Haro (Rioja) para evitar la "estigmatización" con la que, según sus socios de la patronal del vino FEV, se castiga de forma injusta a la compañía, ya que alguna rama de la familia propietaria se ha visto involucrada en el apoyo a la Generalitat para el referendum ilegal del 1 de Octubre.

Sin embargo, fuentes sindicales de Codorníu aseguran a este diario que las ventas en el mes de octubre fueron mejor que en el octubre de 2016 y relatan el cierto ambiente de optimismo y recuperación dentro de la bodega saturniense. El boicot, aseguran, no está machacando sus ventas a falta de conocer los datos de noviembre.

Mala intención

La mala intención ha golpeado a alguna de las princiaples compañías industriales catalanas, y está por ver si este boicot afectará a sus ventas ya que no se pronuncian al respecto. Por ejemplo, en el caso de Casa Tarradellas, aliado de Mercadona en el segmento de pizzas frescas desde sus cuarteles generales en Gurb (Barcelona). Uno de esos bulos asegura que acaba de cambiar su etiqueta para ocultar su procedencia catalana (el cambio se hizo en realidad hace más de un año) y otro, que contrata sólo a catalanes y a extranjeros. La realidad es que la compañía escribe sólo en castellano en sus redes sociales.

Pero estos bulos van perdiendo fuerza, como el propio boicot en redes. Tan sólo algunas cuentas especializadas en el tema, que tienen un número de seguidores muy poco significativo, mantienen e impulsan cada día un boicot organizado.

¿20.000 millones en juego?

Hasta ahora el único estudio que se ha atrevido a hacer un cálculo de lo que se jugarían las empresas catalanas en caso de independencia y de castigo de los consumidores españoles ha sido el de Reputation Institute, una consultora encargada de medir los efectos reputacionales sobre las compañías. Su experto Yeray Carretero nos puntualiza que "no todas las empresas catalanas son percibidas como tales por el consumidor". Por ejemplo, PepsiCo tiene sede en Barcelona pero no es percibida como catalana, como tampoco lo es BayerFerrero o Mango. "No a todas se las percibe de igual manera o intensidad ese origen catalán y eso tiene un impacto en la reputación de las compañías". Por ejemplo Banc Sabadell, Caixabank o la propia Tarradellas. En algunos casos, puntualiza Yeray, puede haber boicot pero en otros sería imperceptible.

Según Reputation Institute, la mitad de los consumidores españoles harían boicot al producto catalán en caso de independencia. Como las ventas de Cataluña al resto de España suponen 40.000 millones de euros esto pondría potencialmente en peligro a 20.000 millones. Y aunque su estudio estaba hecho a finales de octubre, época álgida de la tensión independentista, puede marcar una tendencia. La marea siempre baja, pero deja resquicios.

"Algunos comportamientos declarados son desencadenados por motivos puntuales pero es importante hacer la reflexión de que la reputación es mucho más sólida en estos términos. Cuando la reputación es impactada y se refleje se puede volver a construir pero la recuperación no es inmediata. El desafío que tienen estas compañías, esta caída de la reputación necesita de un proyecto, de una gestión y de una comunicación abierta y transparente porque es fundamental entender que no hacer nada no es una estrategia", asegura el experto.

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