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¿Conservador o dinámico? La difícil elección de los inversores en un entorno de tipos cero

La banca privada se encuentra ante una etapa de cambios. La crisis ha provocado una nueva relación de los clientes de las entidades con el concepto de riesgo. Si hasta ahora la mayoría estaba acostumbrada a esquivarlo por la rentabilidad que lograba en los activos libres de riesgo del mercado, la situación plana de los tipos de interés, prácticamente en cero, y las perspectivas de que esta situación permanezca inalterada durante bastante tiempo, hace muy difícil no pensar en asumir un perfil menos conservador para conseguir un rendimiento del dinero.

Pero no es lo único que está cambiando en el mundo de la banca privada. Los cambios regulatorios que se avecinan, introduciendo la idea de pagar por el servicio de asesoramiento; los cambios tecnológicos, que marcan una nueva etapa en la relación de los clientes con sus banqueros, sobre todo en las nuevas generaciones digitales; y el restablecimiento de la confianza que algunas entidades han visto mermada por ciertas prácticas del sector son otros retos que están afrontando las firmas de banca privada.

Los clientes de perfil conservador son los que están más expuestos a esta transformación de la búsqueda de revalorización de sus carteras

Probablemente los clientes de banca privada se encuentren actualmente más atentos a la rentabilidad de sus inversiones y los consejos que les dictan sus banqueros porque la evolución de los mercados marca sus ritmos de una forma distinta a la que estaban acostumbrados. Los clientes de perfil conservador, acostumbrados a los depósitos y otros productos financieros de similares características, son los que están más expuestos a esta transformación de la búsqueda de revalorización de sus carteras.

Este tipo de clientes se han acostumbrado a un determinado nivel mínimo de rentabilidad sin asumir demasiado o ningún riesgo y ahora se ven sin esta red protectora que durante años les ayudaba a no tener que prestar atención a la renta variable. “Lo preocupante es que el riesgo se encuentra en la propia renta fija, con productos cada vez más sofisticados”, señaló Miguel Matossian, director general de banca privada de Credit Suisse en España, durante su participación recientemente en el III Encuentro Anual de Banca Privada de Finanzas.com. “Hay que educar a los clientes para que consideren adecuado un 3% de rentabilidad. Tener más exposición a renta variable para obtener un porcentaje más alto, es peligroso”.

Y complicado. Porque el entorno de tipos de interés invita a escuchar los cantos de sirena de otros activos con mayor volatilidad aunque el perfil de inversión adoptado no se corresponda con esta realidad. “Los clientes asumen hoy en día más riesgo no por convicción sino por necesidad. Ya no quedan activos libres de riesgo que pueden ofrecerles rentabilidad, por lo que se plantean un cambio. Pero no se debe 'deperfilar' a los inversores porque los activos con riesgo que ahora ofrecen rentabilidad puede que en un futuro no la proporcionen”, advirtió Borja Lacalle, director de desarrollo de negocio de Sabadell Urquijo en su intervención.

Para Eduardo Suárez, director de banca privada del Santander, el peligro para estos clientes que han decidido asumir más riesgo en busca de la rentabilidad perdida es que luego pretendan dar marcha atrás en sus planteamientos iniciales si no obtienen lo que querían. Razón por la que aconseja realizar este tránsito de perfil de manera profesional, con la ayuda de sus banqueros.

Confundir mayor asunción de riesgo con mayor rentabilidad en un cliente acostumbrado a productos conservadores puede acarrear consecuencias inesperadas. “No se puede elegir el riesgo en función de la rentabilidad. Primero se debe elegir el nivel de riesgo dispuesto a asumir y después ya vendrá la forma de encontrar la rentabilidad adecuada a dicho perfil”, aseguró Alberto Calvo, director de BBVA Patrimonios España. A su juicio, se debe de cambiar el concepto de 'riesgo de producto' por el de 'riesgo de cartera', que permite ampliar el horizonte de inversión de manera global y no centrarlo en determinados activos.

 

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