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Los inversores se pliegan a la gestión pasiva y dejan de lado a los agresivos hedge funds

El ratio actual entre depósitos y créditos desincentiva la competencia por captar ahorro
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¿Por qué pagar comisiones más altas por peores resultados de rentabilidad? Esta es la pregunta que se están planteando desde hace ya bastante tiempo numerosos inversores en todo el mundo. Y las consecuencias de la respuesta pueden significar una hecatombe. Los fondos cotizados o ETF (Exchange Traded Fund) se encuentran tan solo a un paso de superar en volumen de activos bajo gestión al patrimonio de los hedge funds o fondos de inversión libre. Según un estudio elaborado por la consultora ETFGI, antes del verano los primeros habrán alcanzado la cifra de 2,926 billones de dólares, muy cerca de los 2,939 millones de dólares que manejan los segundos.

ETFGI es una de las firmas de análisis más prestigiosas del sector, que fue fundada por Deborah Fuhr en 2012, muy reconocida por su trabajo de investigación sobre fondos cotizados en BlackRock, Bank of America Merrill Lynch, Morgan Stanley y Barclays Global Investors.

Este crecimiento espectacular de los fondos cotizados se ha producido principalmente como consecuencia de la pérdida de rentabilidad de los hedge funds durante los últimos años. Los inversores han estado buscando en los gestores con una estrategia libre para batir a los mercados financieros una revalorización superior que justificara la comisión pagada.

Pero se han encontrado con que la subida de las bolsas no han propiciado un aumento significativo de la rentabilidad de los fondos de inversión libre. Y precisamente este 'rally' vivido ha servido para mostrar a los ETF como unos productos sencillos, transparentes, con comisiones muchísimo más bajas y que, por el contrario, facilitaban una revalorización de las carteras más efectiva.

Los ETF son fondos indexados cuyas participaciones se pueden comprar o vender igual que si fueran las acciones de una compañía cotizada y que replican el comportamiento de un índice bursátil o de bonos, básicamente. Al ser fondos de gestión pasiva, la comisión que cobran es muy pequeña porque apenas requieren atención. Su utilización por parte de los inversores profesionales para garantizarse el mismo recorrido de rentabilidad que un índice concreto y obtener el plus añadido por su gestión más activa ha sido clave para su fuerte expansión.

Con una historia de tan solo 25 años, la crisis ha servido para comprobar cómo muchos gestores que se denominaban activos o que aplicaban una estrategia contraria al mercado con el objetivo de superarle han sucumbido a las políticas expansivas de los bancos centrales, razón que ha provodado el calentón de las bolsas y del mercado de deuda de los últimos años, hasta el punto de que si la diferencia de patrimonio entre ETF y hedge funds era de 230.000 millones de dólares a finales de 2013, en marzo se redujo considerablemente hasta 13.000 millones de dólares.

Esta 'escasa' revalorización de los hedge funds se aprecia con los datos de Hedge Fund Research Institute de los últimos años. Frente al 16 por ciento de rentabilidad proporcionada por el S&P 500 en 2012, los fondos de inversión libre solo ofrecieron un 6,36 por ciento. Al año siguiente la brecha se agrandó, porque el índice norteamericano logró un 32,39 por ciento frente al 9,13 por ciento de los hedge funds. Y el año pasado fue peor, con una rentabilidad de éstos últimos del 3,3 por ciento, casi diez puntos porcentuales menos que los ETF.

Cierto es que los hedge funds suelen cobrar una comisión sobre patrimonio gestionado más otra por los beneficios alcanzados, que suele rondar el 20 por ciento. Y cuanto peor resultado de rentabilidad consiguen, menos cobran de sus clientes. Y también es cierto que, pese a la dificultad por etiquetar a los hedge funds, justamente por la libertad de gestión que presentan, se suelen categorizar según la estrategia que siguen. Y muchas de estas estrategias no han funcionado en los últimos años por la alta volatilidad de los mercados. Esto no quiere decir que todos los fondos de inversión libre hayan incurrido en pérdidas, pero la crisis ha servido para mostrar que cuando baja la marea no todos los gestores son iguales.

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