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"La mayor competencia de la banca privada es el sector inmobiliario"

Borja Astarloa, responsable de inversiones de JP Morgan Banca Privada España.

La entrada en vigor de la directiva comunitaria MiFID II, que dará más relevancia a los asesores financieros independientes, la llegada de nuevos competidores, los cambios tecnológicos, un entorno de bajo crecimiento mundial... la banca privada afronta un momento de transformación de su negocio, donde la necesidad de que el cliente perciba el valor añadido de la gestión patrimonial se ha convertido en un objetivo prioritario.

Borja Astarloa, director de inversión en JP Morgan Banca Privada en España y con una experiencia de 20 años en el segmento de los altos patrimonios, considera que la crisis financiera ha representado una oportunidad para que los banqueros privados ayuden a sus clientes a comprender el valor de su trabajo. "En un mundo de rentabilidades nominales y de tipos de interés bajos, las firmas de banca privada estarán obligadas a moderar las expectativas de rentabilidad de sus clientes, y a ser más creativas y tácticas con las oportunidades y situaciones que ofrecerá el mercado para poder optimizar la relación rentabilidad-riesgo, clave en las inversiones financieras", señala.

Las inversiones financieras siguen siendo, no obstante, el principal muro mental de los altos patrimonios españoles que deben romper las firmas de banca privada. “La tradición inversora en activos financieros es mayor en el mundo anglosajón”, asegura Astarloa, “y esto ha permitido un mayor porcentaje de inversión en private equity, hedge funds o productos alternativos en las carteras, que aquí está dominado por el inmobiliario”.

Hasta tal punto prefieren invertir los millonarios españoles en el ladrillo, que Astarloa afirma con rotundidad que “la mayor competencia de la banca privada en España es el sector inmobiliario, porque los altos patrimonios ven en él unos activos reales que satisfacen una serie de necesidades”. “Y perciben una estabilidad que, en ocasiones, es cierta pero en otras, no. Piensan que esos activos van a obtener unas rentas estables a lo largo del tiempo, que van a evolucionar al alza. Pero hay que tener cuenta una serie de riesgos, de regulación, de renovación de esas rentas y la liquidez”, subraya.

La mayor facilidad de valoración de los activos financieros, normalmente, con la consiguiente volatilidad de los mercados reflejada en su precio ha perpetuado esta necesidad de propiedad de activos inmobiliarios, a juicio de Astarloa. Una situación que poco a poco está cambiando. “La crisis ha enseñado la importancia de tener inversiones bien diversificadas y a no dejarse llevar por tendencias o el corto plazo. Y los clientes están más abiertos a escuchar distintas oportunidades de inversión, en distintos ámbitos y activos”.

Retos de la banca privada

Los cambios tecnológicos y la entrada en vigor de la directiva comunitaria MiFID II son, según el responsable de inversión de JP Morgan Banca Privada en España, los otros grandes retos del sector para los próximos años. “MiFID va a suponer un cambio positivo en aras de la transparencia, porque va a obligar a las entidades a que se declaren independientes o no, va a permitir a los clientes conocer de una manera muy pormenorizada la retribución por los servicios recibidos. Nuestra intención es demostrar a nuestros clientes que nuestra independencia es plena. Y es importante que nuestro papel en el asesoramiento, la construcción de las carteras o el análisis de riesgos se vea retribuido de una forma equilibrada y competitiva”, comenta.

Respecto a los avances tecnológicos, Astarloa cree que la cantidad y calidad de la información disponible para los clientes de banca privada es mayor que nunca, lo que permite una relación más completa. “Pueden estar más y mejor informados, y nos permite hacer una labor más tutorial, donde los clientes se vayan sintiendo identificados con nuestro proceso de inversión y que no vean la gestión de su patrimonio como algo fruto de la casualidad, sino de un proceso muy estudiado con rigor y profesionalidad”, explica.

Necesidades especiales

Borja Astarloa se resiste a decir la cifra a partir de la cual en JP Morgan ofrecen sus servicios de banca privada, porque depende incluso de las probabilidades de que un potencial cliente pueda incrementar su patrimonio financiero a medio plazo. Pero estar centrado en un segmento más alto de la media les permite, a su juicio, resolver las necesidades especiales que tienen, por ejemplo, las familias empresarias. Y también sirve a los clientes “para percibir que el asesoramiento de calidad tiene sentido”, sostiene.

Un asesoramiento que cada vez está mejor valorado, según Astarloa, gracias una vez más a la crisis financiera. “En los últimos nueve años lo impresionante ha sido que en ningún momento los clientes han tenido una percepción de que el entorno era favorable para la inversión. Había una actitud claramente pesimista, donde solo se veían las amenazas, los riesgos... Las rentabilidades obtenidas en los activos parecen fáciles, pero ha sido una trayectoria no exenta de incertidumbres y volatilidades. A día de hoy puede dar la sensación de que es igual de complicado y lo será. Por eso es importante contar con firmas de asesoramiento que sepan separar los ruidos del corto plazo”, mantiene.

Sorpresas positivas

¿Dónde está el riesgo ahora? "El riesgo es que se produzcan acontecimientos imprevistos en las próximas elecciones europeas, que tanto los populismos de izquierdas como los extremismos de derechas puedan ganar las elecciones y tomen una serie de medidas que los mercados perciban como negativos. Pero afortunadamente está ocurriendo en un entorno macroeconómico estable", afirma Astarloa, para quien lo que puede ocurrir precisamente es que las sorpresas sean positivas y se materialice el crecimiento de beneficios empresariales.

A pesar de este potencial de revalorización de Europa, en JP Morgan Banca Privada están recomendando a sus clientes centrarse en las bolsas de EEUU y Japón para la parte de renta variable de las carteras, y los activos de deuda high yield o de alta rentabilidad y la renta fija de países emergentes emitida en dólares.

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