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¿Y qué hacemos ahora con el diésel?

Reino Unido y Francia han anunciado que que a partir del año 2040 los nuevos vehículos diesel o gasolina estarán prohibidos.

En nuestro país circulan por ciudades y carreteras millones de turismos con motores diésel. Y su masiva llegada vino de la mano de los mismos políticos que ahora quieren hacerlo desaparecer, justo cuando más evolucionados están y menos contaminan. Una eficiencia energética en el automóvil sin duda superior en estos momentos a cualquier otra, pero que desde que se destapara en EEUU el escándalo del falseo de los niveles reales de emisiones de los motores diésel de Volkswagen, todo se ha vuelto en su contra. Opinión pública, clientes y, sobre todo, políticos, han puesto sobre el diésel una auténtica espada de Damocles que puede acabar con la desaparición de los motores diésel en los turismos, como ya ha dejado claro la ministra de Transición Ecológica, que ha asegurado que “el diésel tiene los días contados”. En Vozpopuli, ya lo anticipábamos entonces, allá por 2015.

Políticos que no hace muchos años, concretamente en 2008, introducían en España un nuevo impuesto de matriculación basado únicamente en las emisiones de CO2. El resultado, una enorme mayoría de los turismos diésel quedaban exentos, mientras que los pequeños motores de gasolina quedaban obligados a pagar un 4,75% del valor del vehículo como impuesto de matriculación. Y con ello, y con el menor gravamen del gasóleo, el despegue de las ventas de coches diésel no hizo sino relanzar una tendencia iniciada años atrás, a finales de los años ’90 del siglo pasado, precisamente por Volkswagen, la misma marca que en 2015 dio pie al inicio de una guerra que puede acabar con el diésel antes de lo previsto.

Prácticamente, el 70% de las ventas de turismos durante aquellos años se correspondían con motores de gasóleo, coches que en esos primeros años del despegue sí se hacían notar en las ciudades con el humo negro y denso que dejaban tras de sí los tubos de escape. Una contaminación visible que, con el tiempo, se fue descubriendo que además afectaba a la salud por los altos niveles de óxido de nitrógeno. Ello obligó rápidamente a reaccionar a los gobernantes europeos, endureciendo las normativas de homologación para minimizar los niveles de emisiones contaminantes.

Prueba de emisiones y consumos en situación real.

Se invirtieron desde ese momento millones y millones de euros en el desarrollo de modernas tecnologías que han ido rebajando prácticamente año a año los niveles de contaminación de los motores diesel, cumpliendo en la actualidad ya la normativa Euro 6C, más exigente y realista que nunca al incluir no sólo pruebas en laboratorio, sino también en situación real en ciudad y carretera.

Desde la patronal Faconauto se ha destacado en innumerables ocasiones los esfuerzos de la industria del automóvil por reducir las emisiones. Sólo en 2016, recuerdan, se sellaron en el sector más de 8.000 patentes, el 40% vinculadas a la reducción de emisiones, nada menos que 90.000 millones de euros en patentes.

¿Y todo ello para tirarlo ahora a la basura? ¿No vamos a poder circular por ciudad con nuestros coches diésel? Pues la cosa pinta mal, y más aun ahora que el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez tiene la intención de subir el impuesto especial del gasóleo e igualarlo con el de la gasolina. Y que los principales ayuntamientos de las grandes ciudades ya tienen anunciadas fechas muy cercanas en el tiempo para impedir que los turismos de gasóleo accedan a ellas, Madrid incluida.

¿Y que hacemos con nuestros queridos diésel? Pues de momento sufrir a buen seguro una rápida depreciación en el valor de venta, y un aparente estado de pánico para deshacernos de ellos y buscar con celeridad un sustituto, ya sea híbrido, eléctrico, de gas o de gasolina. ¿Y es esa la solución? Pues en mucho casos no. Porque para viajar, incluso con el precio del gasóleo igualado con el de la gasolina, seguirá siendo más eficiente y rentable. Aunque ya no en gran medida como hasta ahora.

¿Y las marcas? ¿Tendrán problemas de estocaje de coches diésel? Al habla con algunas de las principales que operan en España, con fábricas en nuestro país en las que además producen motores diésel, aseguran que no será un problema especialmente grave, pues desde hace años trabajan ya con mínimo stock y con pedidos en firme que requieren luego meses de espera por parte del cliente. Será un cambio de tendencia que irán asumiendo con el tiempo.

 

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