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Los 5.600 millones del Mundial 2018, el gran escaparate del capital ruso, chino y catarí

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

Corría el mes de mayo de 2015 cuando siete funcionarios del ente rector del fútbol, la FIFA, fueron arrestados en vínculo con una investigación del FBI sobre más de 100 millones de dólares en sobornos, chantajes, fraude y conspiración para el blanqueo de dinero que llega hasta 1991 y que salpica, a día de hoy, a una cuarentena de jerarcas. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, fue suspendido de su cargo pocos meses después de que comenzaran las detenciones, y la elección de las sedes del propio Mundial de Rusia (2018) y el de Catar (2022), están siendo ahora incluso investigadas por la Fiscalía suiza.

La percepción de corrupción en el gobierno del deporte rey llegó a amenazar la viabilidad de su principal activo económico: el Mundial. Tanto fue así que varios patrocinadores de la última cita mundialista en Brasil, como la japonesa Sony, la aerolínea Emirates, la empresa inglesa de aceites Castrol, la firma estadounidense de medicamentos Johnson & Johnson y la fabricante alemana de neumáticos Continental, decidieron romper su vínculo con la FIFA.

Sin embargo, el negocio ha logrado sobrevivir. La sucesión de patrocinadores para el torneo que comienza este 14 de junio ha tenido como protagonistas a la rusa Gazprom (empresa que gestiona petróleo, gas y petroquímicos), el grupo Wanda (gigante chino de inmuebles que patrocina además el nuevo estadio del Atlético de Madrid) y Qatar Airways, que se han incorporado al primer escalafón de patrocinadores de la competición deportiva más vista en el planeta.

Los históricos Coca-Cola, Adidas y Visa se han mantenido en la primera línea, al igual que Budweiser y McDonald’s en el segundo escalafón de patrocinadores, completado ahora por las chinas Vivo (diseñadora de teléfonos), Hisense (electrodomésticos) y Mengniu (helados).

En el tercer y último escalafón de auspiciantes - donde se preveían marcas "regionales" que representaran a todos los continentes - aparecen finalmente cuatro marcas rusas: Alfabank (banco), Rostelecom (proveedor de servicios digitales), Russian Railways (ferrocarriles) y la empresa de diamantes Alrosa.

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El presupuesto finalmente prevé 100 millones en beneficios, una cifra que 'salva' el fantasma de los números rojos por el 'FIFA-Gate' pero que deja entrever que el negocio se estanca. En el ciclo 2011-2014, se habían generado 338 millones en beneficios y en el 2007-2010, 631 millones.

“El deterioro de la imagen de la FIFA no ha ayudado en absoluto, aunque se ha abierto una oportunidad de vidriera para las marcas de países emergentes”, asegura el economista e inversor Josep María Gay de Liébana, sobre la falta de patrocinadores occidentales, y esgrime también como motivo el hecho de que un destino como Rusia no es el más atractivo por cuestiones de seguridad.

Aún así, este economista va más allá y remarca que el negocio de los mundiales empieza a acusar un cierto “estancamiento” más allá del 'FIFA-Gate' - para el período 2019-2022 se estima que el negocio sea de 6.500 millones, repitiéndose la cifra de 100 millones en beneficios.

Para Gay de Liébana, de hecho, la FIFA “se está empezando a dar cuenta de que hay que buscar sedes atractivas y ‘garantizar’ que selecciones grandes con solera, como Italia u Holanda o potencias sudamericanas como Chile, que este año se pierden el Mundial, estén de todas todas”.

En esa línea se incluye quizás la decisión de la propia FIFA de aumentar el número de países participantes a 48 en la edición de 2026, con la que se espera que los beneficios se incrementen un 35%.

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