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El dividendo con 'papelitos' incuba un nuevo caos empresarial en el Ibex

Las grandes compañías españolas han implentado en meses recientes una modalidad de pago al accionista llamada ‘script dividend’, dividendo flexible o algún otro nombre marketiniano similar, que consiste en que realmente es el accionista quien se paga a si mismo. Mediante este modelo, se emiten nuevas acciones y el inversor elige: o más títulos y así no se diluye, o dinero en efectivo, pero sufriendo el efecto dilución. De esta manera, las compañías protegen la caja y se genera cierto efecto retributivo en el inversor, mental, no real. Lo malo es que las necesidades de liquidez de los accionistas son crecientes y rechazan los títulos.

El 'script dividend' se acabará y obligará a las empresas a pagar de verdad, por lo que las rebajas de dividendo están cantadas. Eso tendrá un impacto claro en otras firmas del Ibex, que a su vez son accionistas de referencia en entidades del mismo índice. Necesitan el dinero como el comer, pero si rebajan la remuneración, habrá consecuencias.

Así lo afirmaba ayer la agencia de calificación Fitch, que decía que “el 'script dividend' está amenazado por la presión de los reguladores y el entorno económico”. La entidad aclaraba que “los bancos y los inversores privados cada vez están menos receptivos a aceptar acciones en lugar de cash”.

Made in Spain

Este modo de pagar al accionista proteccionista con la caja es absolutamente made in Spain: “las compañías españolas lo emplean más que nadie en Europa”. Pero si este dividendo flexible no triunfa, las empresas se verán obligadas a recortar sus pagos en efectivo y reducir inversiones, si pretenden proteger su caja en estos tiempos de ausencia de liquidez, asegura Fitch. Y eso tendrá consecuencias inmediatas. 

“Los grandes bancos y constructoras prefieren cash a acciones, por necesidades de liquidez”, indica Fitch. Esto va por entidades como La Caixa, cuyos dividendos en Telefónica, Repsol o incluso indirectamente Gas Natural son vitales para su cuenta de resultados, o el propio Santander, cuyos accionistas de referencia, la familia Botín, toma el dinero y no las acciones habitualmente. Pero también por Sacyr en Repsol. Esta misma semana, la constructora comentaba ante analistas que la remuneración de la petrolera le permitía afrontar íntegramente los intereses del préstamo contraído para la participación del 10%, cuyo principal no vence hasta 2015. Si Repsol recortara dividendo, Sacyr podría quedarse sin financiación directa para ese préstamo y volvería a sufrir serios problemas.

Lo mismo vale para ACS y su posición en Iberdrola. Un nuevo apretón al dividendo haría asfixiante la situación financiera de la constructora que preside Florentino Pérez.

El año pasado, Luis del Rivero, máximo ejecutivo de Sacyr, fue cesado por su empeño en permanecer en Repsol. Los bancos financiadores amenazaron con la bancarrota real a la constructora. Tras el cese de Rivero, Sacyr redujo rápidamente su presencia en la entidad que preside Antonio Brufau.

¿Podrían tener más consecuencias de este calado futuros y aparentemente inevitables recortes de dividendos en las principales empresas? La respuesta es sí. Muchas operaciones corporativas se han financiado apalancándose sobre un dividendo que puede fluctuar. En años pasados, el dividendo no ha hecho más que subir, pero también puede bajar. Los beneficios están cayendo y de qué manera en la actualidad. Telefónica paga con acciones procedentes de autocartera. La operadora ha tenido siempre una gestión financiera digna del mejor banco y un mimo por el dividendo histórico. Pero mientras que en 2010 ganó 10.000 millones de euros, una cifra histórica, en el primer trimestre del año ganó menos de 800, un 53% menos que en el mismo periodo del año anterior, cifra que proyecta unos 3.000 millones de beneficio anual. El dividendo promete ser una fuente de problemas en las cúpulas de las grandes empresas. 

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