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Uber 'pasa' de los taxistas y promete quitar 500.000 coches de las calles de Madrid y BCN

Protestas anti-Uber en el aeropuerto de Madrid-Barajas

¿Imaginan como sería el tráfico en Madrid y Barcelona si entre ambas ciudades circularan medio millón de coches menos? Esta promesa casi idílica la realizó este jueves Uber, que seguirá adelante con su implantación en España a pesar de los colectivos de taxistas y de que las propias autoridades no están muy a favor de su implantación dado que las licencias de taxi son un buen ingreso para ellas y a Uber, de momento, no hay forma de meterle mano con impuestos. La empresa californiana, valorada en 18.000 millones de euros y financiada por Google Ventures, cree que el mercado español es estratégico e incluso se ha felicitado de que el crecimiento en las ciudades españolas donde ya puede hacer algo de balance (Barcelona, donde comenzó en abril y Madrid, donde empezó en septiembre) sea mayor a la media de otras grandes ciudades como Londres, París o San Francisco. Así lo aseguró su responsable de Operaciones Internacionales, Niall Wass, quien estuvo presente este jueves en Bilbao como gran estrella de la European Ecommerce Conference (EEC), punto de encuentro para empresas tecnológicas organizado por la asociación Adigital. Aunque Wass se negó a conceder las entrevistas previamente acordadas con la prensa después de un escándalo de su vicepresidente esta misma semana, sí que aceptó preguntas entre la audiencia, formada por emprendedores en el sector tecnológico de todo el país y no muy convencida de la legalidad de su modelo de negocio en España.

"Los datos nos demuestran que hay un gran interés por Uber en España", aseguró Wass mientras enseñaba diapositivas que mostraban cómo el crecimiento es mucho mayor en Madrid y Barcelona de lo que lo fue en otros sitios. En los primeros 200 días de uso de la aplicación, ésta ha crecido 3,5 veces más rápido que en París y Londres, más rápido aún en Madrid donde crece 3,7 veces más deprisa. "Estamos generando 50.000 empleos al mes en todo el mundo y no veo por qué no podemos hacer lo mismo en España".

Para Wass, su forma de "aprovechar de mejor manera la capacidad de los vehículos" podría hacer que dejaran de rodar medio millón de coches por las carreteras de Barcelona y Madrid, dado que cada uno de ellos aumentaría su capacidad y llevaría más pasajeros, con las consiguientes ventajas para el medio ambiente y el tráfico de las ciudades. Sin Uber, asegura, los coches van de media ocupados por 1,3 personas. Con Uber, esta cifra sube hasta las 2,3 personas por vehículo.Se evitarían así coches deambulando por las calles de la ciudad en busca de pasajeros para establecer viajes más eficientes donde cada coche fuera ocupado al máximo estableciendo rutas para dejar a gente. "Nosotros ayudaremos a construir las ciudades españolas del futuro", aseguró Wass.

"Estamos generando 50.000 empleos al mes en todo el mundo y no veo por qué no podemos hacer lo mismo en toda España"

De este modo, el esfuerzo de Wass por presentar a su empresa como un adalid del consumo colaborativo ha sido notable, aunque los tribunales no están tan de acuerdo y han visto diferencias importantes entre esta aplicación y las conocidas Blablacar o Amovens, para compartir coche en viajes de media y larga distancia. UberPop, el tipo de aplicación utilizada de forma concreta en España que no requiere coches de alta gama ni chóferes uniformados, es muy difícil que se considere un consumo colaborativo dado que los conductores llevan a los pasajeros a un punto de destino y ahí los dejan, por lo cual están rentabilizando su vehículo, pero en ningún caso están compartiendo un mismo trayecto ya que no se dirigían realmente a ese punto de destino. Un matiz de relevancia y que establece la barrera entre lo que es un consumo compartido y lo que es, o podría ser, un negocio.

La protección del conductor

Otro punto dudoso es la protección legal de los conductores que se atrevan a, con todos los impedimentos legales que se vienen encima, utilizar Uber en España. A preguntas de este periódico, Wass anunció que Uber hará "todo lo que sea posible" para proteger legalmente a los conductores que se enfrenten a la justicia por utilizar su servicio. Por ejemplo, en Barcelona, donde el parlamento catalán ultima la inmovilización de los coches de UberPop que se encuentren por las calles haciendo competencia desleal, una información que el directivo norteamericano aseguró desconocer. Si se acaba aprobando el decreto, los conductores deberán pagar hasta 6.000 euros para recuperar su coche. En Madrid ya se han aplicado medidas similares: una denuncia y una posible sanción.

En cualquier caso, el representante de Uber no quiso mojarse ni prometer que ningún conductor de Uber acabará pagando su multa correspondiente, limitándose a decir que defenderán caso por caso a sus conductores. Además, Wass ofreció otra novedad: reconoció que su empresa tal vez había pecado de no haber explicado su modelo convenientemente y que debería haber sido más humilde. Un buen punto de partida para lograr entendimientos con las autoridades, tal y como recomienda la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que apuesta por integrar a Uber en la legislación dándole cabida como un competidor más.

Airbnb, competencia de hoteles

Alejado de la polémica de Uber, con un modelo más consolidado, que lleva más años funcionando (fue fundado en 2008 en San Francisco, dónde si no) también ha hecho acto de presencia Airbnb a través de su responsable de Políticas Públicas en Europa y Canadá, el británico Patrick Robinson. Como no, ha vendido las ventajas de su compañía, que conecta a personas que poseen alojamientos en todo tipo de emplazamientos con otras personas que quieren utilizarlos como residencia durante un tiempo. Airbnb es todo menos una startup: ya tiene 800.000 alojamientos en 190 países y, aunque ha sido atacado por los hoteleros en muchos lugares (el último caso, en Nueva York con un frente común de las asociaciones de hoteles) parece que su modelo no tiene marcha atrás. Una de las ventajas es la gran flexibilidad que tiene para actos especiales (por ejemplo la última Copa del Mundo de fútbol en Brasil, donde según sus propios datos, "uno de cada cinco viajeros se alojaron a través de Airbnb").

Esta empresa ganó 250 millones de dólares en 2013 según 'The Wall Street Journal'. Sus beneficios los consigue como todas en este mundo de la economía compartida: cobrando una comisión o 'fee', que es del 3% para aquellos que ponen su vivienda a disposición de otra persona y entre un 6% y un 12% para los huéspedes. 

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