Una vez investigados los contratos de los trabajadores se constató que si bien tenían éstos con duraciones de unas cuatro horas diarias lo cierto es que las jornadas eran de más de diez y doce horas, a veces sin descanso, con el negocio abierto las 24 horas del día en turnos interminables, a disposición del dueño. Las mujeres eran obligadas a vestir así y a realizar una actividad para la que no estaban contratadas ni era su trabajo ya que eran administrativas.
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Los trabajadores fueron siendo oídos en declaración por los policías coincidiendo en todas las manifestaciones, condiciones despóticas de trabajo aceptadas por la necesidad imperiosa de trabajar, sin vacaciones, horas extraordinarias ni pagadas ni compensadas con días libres, inexistencia de muchas de las normas de seguridad contempladas en la normativa de prevención de riesgos laborales, pagos en 'B', contratos registrados después de llevar tiempo trabajando y ante la insistencia de los trabajadores, contratos por el mínimo de horas, insultos y maltratos a los trabajadores, etc.
En el plano de los clientes, según diversas manifestaciones, se facturaban trabajos que no se hacían o que se hacían sustituyendo piezas del vehículo averiado por otras de desguace cobradas como nuevas, en la mayoría de los casos sin facturas.
Reunidos los indicios suficientes por los investigadores se procedió a realizar registro e inspección del taller y a la detención del presunto responsable de los hechos, siendo puesto a disposición del juzgado de Instrucción en funciones de guardia.
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