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Los supermercados Lidl emulan a Decathlon y no publican los sueldos de su cúpula en España

Letrero de un supermercado Lidl.

Otra filial española de un gigante internacional de distribución que mantiene bajo llave las retribuciones de sus administradores y altos directivos. Los supermercados Lidl, al igual que Decathlon España, tienen como norma no publicar las retribuciones de sus administradores y altos directivos en España, pese a las advertencias de su auditor.

Una política que, como en el caso de la cadena francesa de ropa deportiva, ha llevado a Ernst & Young, auditor de Lidl Supermercados SA, la filial española del grupo, a incluir una salvedad en su análisis de las últimas cuentas que hasta ahora la empresa ha publicado, las del ejercicio 2011, finalizado en febrero de 2012.

“Lidl no ha incluido la información relativa al personal de alta dirección y a los miembros del órgano de administración [en este caso, su administrador único y director general, Michael Aranda] en relación con remuneraciones, compromisos y otras informaciones, requerida por la normativa vigente” y en particular por el Plan General de Contabilidad, recuerda Ernst & Young en su informe preceptivo sobre las cuentas del grupo.

La omisión de esa información es un pequeño borrón a una trayectoria claramente ascendente en España. Aunque sus cuentas de 2012 todavía no están disponibles, el grupo de origen alemán ya ha adelantado que su filial española cerró ese ejercicio con una facturación de unos 2.400 millones de euros y sigue apostando por la expansión en un mercado en el que este año cumplirá 20 años de presencia (opera en España desde 1994) y en el que su estrategia ha pasado siempre por el crecimiento orgánico.

Al igual que a otros rivales directos como Mercadona y Dia (con los que rivaliza en rentabilidad), España está dando buenos resultados a Lidl (cuya cuota de mercado ronda el 3%) tras el reventón económico, gracias a un modelo de negocio basado en la proximidad y precios ajustados que le ha permitido anotarse incrementos de ventas en el entorno del 5% desde 2007, frente al estancamiento de muchos de sus rivales.

Así, Lidl, que no obtuvo beneficios en España hasta el año 2003 y ha tenido que bregar con el estigma de su origen alemán y cierta percepción de baja calidad en sus productos por lo agresivo de sus precios, ha cerrado el año 2013 con 14 nuevas tiendas en España, hasta las 540 actuales, frente a las 531 que tenía a febrero de 2012, cuando registró un incremento neto de doce establecimientos. Ese año, la cifra de negocios de la filial aumentó un 2,8%, hasta los 2.331 millones de euros.

La cadena, que opera en 26 países y pertenece al grupo Schwarz, uno de los mayores grupos de distribución del mundo, ha cifrado las inversiones en España para el ejercicio que concluirá a finales del mes que viene en 160 millones de euros y este año espera alcanzar los 10.000 empleados.

La empresa, que ya opera en todas las comunidades autónomas españolas, abrirá este año en la localidad murciana de Lorquí su novena plataforma logística en el país, que cuando esté a pleno rendimiento empleará a unas 200 personas.

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