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Complot contra Monzón en el restaurante La Bomba: Eduardo Serra vuelve a la carga para conquistar Indra

La Bomba es  un moderno bistrot situado a escasas manzanas del Ministerio de Defensa, junto al madrileño Paseo de la Castellana, en una de cuyas mesas se reunieron a cenar hace unos días el exministro de Defensa Eduardo Serra, propietario de una consultora con el mismo nombre y consejero de varias empresas, el consejero de Indra y exsubsecretario de Defensa Adolfo Menéndez, el exsecretario general del PP Antonio Hernández Mancha, consejero y miembro de la comisión de Nombramientos de Enagás, y el empresario Santiago Foncillas hijo, presente también en varias compañías. Aparte del excelente menú que se disfruta en el local, el motivo del encuentro era otro muy claro: “Tenemos que convencer al mercado de que somos portadores de un mandato de inversores vascos, belgas e ingleses para tomar el control de Indra, ahora que la cotización se ha debilitado”, salió de boca de uno de los comensales.

Los comensales de La Bomba aseguran tener un mandato de inversores vascos, belgas e ingleses para cerrar la operación

El capital vasco que estaría dispuesto a participar en la toma de control de la compañía no es otro que el de la familia Aristrain, una de las de mayor tradición en el sector siderúrgico español, con José María Aristrain y su hermana María Angeles a la cabeza. Con la ayuda de varios fondos extranjeros, estaría jugando a sumar fuerzas para desplazar a Javier Monzón de la presidencia de Indra, donde lleva aposentado dos décadas gracias a su habilidad para surfear entre los grandes círculos de poder del PP y del PSOE.

Tanto Eduardo Serra como Antonio Hernández Mancha, dos de los principales protagonistas de la confabulación que se lleva urdiendo contra Monzón desde el acceso de Mariano Rajoy a La Moncloa en 2011, ven una oportunidad que no pueden desperdiciar para lograr su objetivo ahora que la cotización de Indra en Bolsa apenas alcanza los niveles de hace dos años, después de haber perdido la mitad de su capitalización desde mayo, con una caída en picado que se volvió todavía más brusca a la vuelta del verano.

Maniobras tuteladas desde el área de Defensa

En este desplome bursátil han influido, opinan fuentes del sector, los intensos rumores difundidos por los promotores de esta operación de acoso y derribo contra Monzón sobre la reducción del margen de Indra para mantener el horizonte de los contratos en el extranjero y la supuesta falta de flexibilidad de la empresa para adaptarse a los nuevos tiempos ahora que habría perdido parte de los favores que tuvo en la Casa Real en tiempos de don Juan Carlos.

Los movimientos de algunos de los que degustaron la semana pasada el menú de La Bomba hace tiempo que son tutelados tanto por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, como por su ‘número dos’ en el departamento, Pedro Argüelles, incapaces de haber conseguido una mayor implicación de Zarzuela y de La Moncloa en la operación orientada a colocar a Eduardo Serra al frente de multinacional española de tecnología. El balance de estas maniobras, algo que también preocupa seriamente al Gobierno, no puede ser más perjudicial. La Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), que regresó al capital Indra a mediados de 2013 después de adquirir el 20,14% que tenía Bankia, llegó a tener unas plusvalías latentes de 140 millones mientras que ahora sufre unas minusvalías cercanas a los 70 millones como consecuencia del descenso de la cotización hasta los 7,8 euros.

La caída de Indra en Bolsa y la pérdida de apoyos de Monzón en la Casa Real incentivan las maniobras contra él

Las réplicas del complot contra Monzón vienen de largo y han llegado a sentirse dentro del propio consejo de Indra, donde el pasado mayo éste consiguió que todos los miembros del consejo votaran a favor de su reelección en la junta de accionistas celebrada un mes después, la misma que ratificó también la designación del exministro de Trabajo Juan Carlos Aparicio y del propio Adolfo Menéndez, asistente a la cena de La Bomba, como consejeros.

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