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La sociedad vinculada al Opus perdió 6,3 millones en una empresa con Amancio Ortega, El Corte Inglés, y BBVA

Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra.

Instituto de Educación e Investigación, la empresa vinculada al Opus Dei que recibió a principios de los años ochenta un préstamo sin interés de José María Ruiz-Mateos por valor de 1.770 millones de pesetas, 10,6 millones de euros, participó entre 2002 y 2012 en una Unión Temporal de Empresas (UTE) que tenía como objetivo la puesta en marcha del Cima, el Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra, que busca fármacos para el tratamiento de todo tipo de enfermedades. El proyecto, en el que participaban, entre otras grandes compañías y fortunas españolas, Amancio Ortega, BBVA, y El Corte Inglés, ha generado a Instituto de Educación e Investigación unas pérdidas de 6,3 millones de euros.

La compañía vinculada al Opus Dei poseía cerca del 10% del capital de Proyecto de Biomedicina Cima. La UTE se constituyó en 2002 y se extinguió diez años después, como así estaba previsto, con una aportación total que han realizado sus fundadores de 152 millones de euros. Aunque el centro, todavía, no ha generado ningún beneficio a sus accionistas, la iniciativa ha permitido que hoy en día el Cima sea una realidad y compita con grupos de investigación de todo el mundo en el desarrollo de nuevos fármacos. La mayoría de las empresas que constituyeron la UTE se mantienen hoy como accionistas de otra sociedad que gestionará, si las hubiera, las ganancias generadas por la comercialización de un medicamento desarrollado en el Cima.

Los principales accionistas de la UTE, además de Instituto de Educación e Investigación, eran Fundación para la Investigación Médica Aplicada (Fima); Fundación Universitaria de Navarra; y Sociedad de Desarrollo de Navarra (Sodena). Pontegadea Biotecnológica, del fundador de Zara, Amancio Ortega, participaba con más del 11% del capital. Cinamar, de El Corte Inglés, poseía una participación similar a la de Ortega. La sociedad de capital riesgo Infu, del Grupo Fuertes (propietarios de la compañía de alimentación El Pozo), tenía cerca del 8% del capital.  Ciérvana, sociedad de BBVA, poseía algo más del 5%. Con el 6,78% del capital figuraba en el accionariado Grupo Paramús, de la familia Ungría, dedicada durante más de un siglo al registro de patentes y marcas. Loyalti Square, de Omega Capital, la sociedad de inversión de Alicia Koplowitz, mantenía más de un 1%. Una empresa controlada por la familia Masaveu, con inversiones en inmobiliario, industria, bodegas, aparcamientos, participaba también con poco más del 1% en el capital de la UTE que impulsó la creación del Cima. Caixa Emprendedor tenía más del 3%.

En el Cima trabajan hoy 300 personas de 20 países diferentes

"Tuvimos suerte en la época en la que creamos la sociedad", recuerda Francisco Errasti, que fue director general del Cima hasta 2013 y que en la actualidad es el director de la Fundación para la Investigación Médica Aplicada, impulsada por el presidente Adolfo Suárez. "En 2002 la economía española pasaba por un buen momento y la biomedicina tenía, y sigue teniendo, un futuro prometedor", dice. "En todas las empresas que participaron en la creación del Cima observé gran interés en apoyar la investigación y el desarrollo científico del país" , comenta. "A pesar de la crisis económica, las empresas mantuvieron su compromiso con la UTE y estuvieron los diez años previstos", destaca.  

La sociedad vinculada al Opus, así como Pontegadea, BBVA, El Corte Inglés, y el resto de accionistas, constituyeron en 2003, al mismo tiempo que la UTE biofarmacéutica, otra empresa, Digna Biotech, para explotar los beneficios que lograra el Cima. El contrato suscrito en la constitución del centro de investigación biomédica se acordó que las empresas serían titulares de los resultados obtenidos a cambio de aportar 152 millones de euros durante diez años. Aunque Proyecto de Biomedicina Cima se extinguió en 2012, Digna Biotech ha mantenido la actividad, con los mismos accionistas, a la espera de poder explotar en el futuro una licencia de un nuevo fármaco desarrollado en el Cima.

Pontegadea Biotecnológica y BBVA sí abandonaron la empresa

A 31 de diciembre del pasado año, el patrimonio neto de Digna Biotech estaba por debajo de la mitad del capital social, por lo que se ha efectuado una reducción del capital mediante la disminución del valor de las participaciones. Pontegadea Biotecnológica abandonó la empresa y donó sus acciones a la Fundación para la Investigación Médica Aplicada, que hoy es el primer accionista de Digna Biotech. BBVA también dejó la empresa y donó igualmente sus acciones, aunque con una cláusula que contempla ingresos en el caso futuro de beneficios.

La reorganización del capital de Digna Biotech provocó que de 2013 a 2014 la empresa vinculada al Opus Dei pasara de tener el 9,86% al 8,86%. El resto de accionistas, menos las dos fundaciones que han incrementado su participación, y Pontegadea y BBVA que han abandonado el capital, también han visto reducido ligeramente su porcentaje en la compañía.

De acuerdo a las últimas cuentas disponibles en Registro Mercantil de Instituto de Educación e Investigación, del año 2014, consultadas en Insight View, la inversión de la empresa en sociedades no cotizadas (en el Cima), con un coste de 6,69 millones, registró un deterioro de 6,3 millones. El deterioro apuntado por inversiones en sociedades cotizadas ascendió a 13,7 millones.

"Gracias a la aportación de estas empresas el Cima consigue anualmente ingresos de seis millones de euros. El centro compite con grupos de investigadores en España, en Europa, y en Estados Unidos por subvenciones para proyectos de biomedicina", señala Francisco Errasti.

El coste del edificio que ocupa el Cima supuso una inversión de 33 millones de euros y el presupuesto del funcionamiento del centro es de 20 millones anuales. Durante el periodo que se mantuvo activa la UTE para la constitución del Cima, las empresas aportaron el 70% del presupuesto, y el resto se ha ido cubriendo con fondos conseguidos por los investigadores en becas y ayudas públicas. En el ejercicio 2013-2014, explican en la Universidad de Navarra, las aportaciones de individuos, empresas, y fundaciones suponen el 57% de los ingresos necesarios para sustentar la investigación del Cima. Los gastos del centro médico fueron ese año de 17,1 millones. En la actualidad 300 personas de 20 países diferentes trabajan en el Cima.

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