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Inditex: Amancio, ¿no cree que es hora de contener el dividendo?

Amancio Ortega.

En Arteixo (A Coruña) todavía hay quien tiene metido el miedo en el cuerpo después del último revolcón vivido en Bolsa por Inditex. El pasado 23 de febrero la multinacional gallega perdió un 7% de su valor de mercado, más que el día en el que los británicos votaron a favor del Brexit y que provocó una caída del 6,8% del líder mundial de la moda, el 24 de junio de 2016.

Una previsión de menores ventas registradas en el último trimestre de su ejercicio fiscal, que finalizó el 31 de enero, habría provocado el reciente derrumbe; algo que, como informó este diario el pasado mes de diciembre, ya sugirió el grupo en la presentación de sus resultados hasta octubre cuando avanzó un crecimiento de sus ventas en noviembre y primeros días de diciembre inferior al registrado en los últimos cuatro años.

La caída en Bolsa del pasado 23 de febrero, lejos de ser algo puntual, debido a alguna venta masiva de acciones, o a un ataque desquiciado de inversores en cortos, parece que obedece a la búsqueda de un suelo sobre el que el mercado todavía no se ha puesto de acuerdo. El viernes, Inditex volvió a sufrir una reseñable pérdida de valor de cotización, dejándose un 2,32% y cerrando a 24 euros por acción. Desde finales de abril hasta mediados de junio del pasado año, el grupo español cotizó por encima de los 35 euros. Posiblemente la presentación de los resultados del grupo, prevista para el próximo día 14 de marzo, ayude a valorar mejor lo que está ocurriendo y, aunque no haga falta, haga recordar al mercado la inmensa fortaleza de Inditex, con, de nuevo, beneficios récord.

Ortega ha percibido 6.000 millones de euros, un billón de las antiguas pesetas, desde 2010 sólo vía dividendo

Esa fortaleza de los números de Inditex ha tenido su reflejo año tras año en la política de dividendos establecida por la multinacional presidida por Pablo Isla, política respaldada por los excesos de generación de caja con que cierra cada ejercicio. El primer beneficiado por la entrega de los generosos dividendos de Inditex es su mayor accionista y fundador, Amancio Ortega, que posee el 59,294% del capital a través de las sociedades Pontegadea Inversiones (50%) y Partler (9,2%).

Entre 2010 y 2016 el empresario gallego ha percibido 6.000 millones de euros sólo vía dividendos de Inditex, un billón de las antiguas pesetas, moneda con la que Ortega ha convivido la mayoría de su octogenaria vida (el próximo 28 de marzo cumple 82 años).

El fundador de Zara emplea buena parte del dinero que obtiene por dividendos de Inditex en comprar los mejores edificios de oficinas situados en las mejores zonas de Madrid, Barcelona, Nueva York, Londres o París. Amancio Ortega es hoy la inmobiliaria española con mejores fundamentos si tenemos en cuenta el valor de sus activos (cercano a los 7.000 millones de euros); la calidad de los mismos y sus inquilinos (inmuebles como Torre Cepsa y Torre Picasso en Madrid); y su reducida deuda (terminó el ejercicio 2016 con una deuda a largo plazo con entidades financieras de 81 millones, y de 38 millones a corto plazo).

Amazon, Alibaba, la Administración Trump, el cambio climático, Cataluña, o las fluctuaciones de las divisas afectan al negocio de Inditex

Desde 2005 Inditex no ha dejado de incrementar año tras año el dividendo a sus accionistas. Pero quizá sea el momento de replantearse esa política. Aunque posiblemente los resultados de su ejercicio que finalizó el 31 de enero pasado justifiquen un dividendo en línea con los últimos aprobados -0,68 euros por acción, un 13% más-, las incertidumbres que ahora afronta la compañía aconsejan prudencia.

Anunciar un menor dividendo o uno muy similar al del pasado año no es tarea sencilla, muchos de sus accionistas pueden sentirse decepcionados. Pero Inditex cuenta con un presidente que recientemente ha vivido una situación similar. Telefónica comunicó en octubre de 2016 su decisión de modificar la política de dividendos para los años 2016 y 2017, desde los 0,75 euros por acción previstos, hasta los 0,55 y 0,40 euros. La necesidad de reducir la deuda de la operadora española, básicamente, motivó la decisión tomada por el consejo de administración presidido por José María Álvarez Pallete y en el que, hasta el pasado  mes de mayo, se sentaba Pablo Isla como consejero independiente. Hoy puede decirse que la decisión tomada por Álvarez Pallete de reducir el dividendo fue acertada.

Las incertidumbres que afronta Inditex no son muy distintas a las que se enfrentan otras compañías, y tampoco difieren de las que tradicionalmente han afectado a su negocio. El problema de la deuda de Telefónica no es el de Inditex. Pero parece que ahora la realidad a la que tiene que adaptarse la compañía es más desquiciada, que los cambios suceden con más rapidez, y que los consumidores son inclementes con las empresas que no consiguen captar sus gustos y preferencias como no lo habían sido nunca antes.

El imparable crecimiento de la venta de ropa a través de internet, el cambio climático, o las fluctuaciones de divisas son algunas de esas incertidumbres que asoman sobre Arteixo. Amazon o Alibaba, son feroces competidores con los que Inditex no contaba hasta hace poco. Que las temperaturas han aumentado, que la primavera ya es una estación anecdótica, es una realidad. El Brexit, la Administración Trump, la Administración Xi Jinping –el presidente de China acumula más poder que la mayoría de sus antecesores hasta Mao Zedong-, o la crisis institucional en Cataluña, son factores políticos que también generan inseguridad en la previsión de negocio de una compañía como Inditex, líder mundial de la moda.

Una mayor contención en la política de dividendos no debería ser una señal de debilidad de Inditex, sino de prudencia máxima. No parece que a Amancio Ortega le preocupe mucho ser el tercero, cuarto, quinto o decimosexto hombre más rico del mundo, y sí asegurar un futuro lo más estable posible para su compañía.

 

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