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Ikea se queda 'pillada' en su mayor proyecto fotovoltaico en España y se lo traspasa al Santander

Vista nocturna de un centro de Ikea.

Ikea redecora su mayor inversión en energía solar en España con la misma discreción con la que la puso en marcha hace ya más de seis años. La multinacional se ha cansado de los sucesivos recortes aplicados por los dos últimos gobiernos (el actual y el anterior) a las primas a la producción de energía fotovoltaica y, sin tan siquiera esperar a lo que depare el nuevo hachazo que prepara el Ministerio de Industria para la retribución de las renovables, que tiene en vilo a todo el sector (y a las entidades financieras), ha decidido entregar a la banca acreedora las llaves de un gran proyecto que promovió en 2007, en pleno boom solar.

La planta en cuestión fue construida por la empresa de ingeniería Elecnor y requirió una inversión total cercana a los 65 millones de euros, financiados en su mayoría por Banesto (integrado desde el año pasado en Santander) y por el banco japonés Sumitomo Mitsui mediante la modalidad de project finance (deuda sin recurso al accionista y con el propio proyecto como garantía del préstamo), como muchas otras instalaciones de este tipo en los años dorados del boom solar. 

El proyecto, puesto en marcha a precios de burbuja, constaba de un centenar de instalaciones fotovoltaicas con una potencia total de 10 MW en Olmedilla de Alarcón, un municipio conquense que tiene apenas 159 habitantes.

Sin embargo, tras la limitación de primas a la fotovoltaica aprobada con Miguel Sebastián al frente de Industria en diciembre de 2010 y después de los recortes aplicados posteriormente por José Manuel Soria, en diciembre de 2012 (a través del denominado impuestazo eléctrico) y en febrero del año pasado, la filial de Ikea en España ha decidido que no aguantaba más pérdidas.

Ante la caída de ingresos con respecto a lo que prometió en su momento el Gobierno socialista, ha decidido quitarse de encima la planta y le ha entregado a Banesto (o, mejor dicho, a Santander) su propiedad, junto con la deuda asociada.

"A Ikea le da igual que Santander le ponga en una hipotética lista negra de morosos; le sobra músculo financiero", dice un experto del sector

La operación se ha realizado mediante la transmisión al banco, por un importe que no se ha desvelado, del 99% de Olmedilla Planta Solar AIE, una Agrupación de Interés Económico (fórmula habitual para estructurar los project finance) que Ikea Ibérica constituyó con Banesto (que tenía el restante 1% de esa AIE) a través de Poal Investments XXIII.

Esta última sociedad, que hasta hace apenas unos meses estaba presidida por el sueco Krister Mattsson, alto directivo del área financiera de la multinacional del mueble y la decoración, ha quedado disuelta y extinguida.

Las cifras de Olmedilla Energía SL, la sociedad a través de la cual la empresa Fotowatio se encargaba de explotar la planta a través de un contrato de arrendamiento operativo con opción de compra firmado con Ikea Ibérica, dan idea del descalabro, que puede extenderse a todo el sector.

Así, en 2012, su cifra de negocio fue de 6,6 millones de euros (un 26% menos que en 2009) y su auditora, Deloitte, advirtió de una “incertidumbre significativa sobre la capacidad de la sociedad para continuar con sus operaciones” al haberse “reducido significativamente el volumen de ingresos inicialmente estimado en el plan de negocios de la planta” por los cambios normativos.

Ni Ikea, ni Santander, ni Fotowatio han querido hacer ningún comentario sobre este asunto, que confirma las advertencias del sector fotovoltaico del riesgo de ejecuciones masivas de instalaciones por parte de la banca acreedora, en un sector apalancado hasta las cejas en los años del crédito fácil.

A la multinacional del mueble y la decoración “le da igual que Santander le ponga en una hipotética lista negra de morosos, porque le sobra músculo financiero”, dice un experto del sector energético, ante la decisión del gigante del mobiliario 'low cost'.

Hasta ahora, la apuesta de Ikea por las energías renovables en España se había quedado, al menos públicamente, en un plan anunciado en el año 2011 para cubrir los tejados de todas sus tiendas y centros logísticos con placas fotovoltaicas. Cuando trascendió la creación de Poal Investments XXIII, en 2008, la empresa aseguró a través de una portavoz que no había ningún proyecto "concreto" en mente, pero a la vista está que no era cierto.

El caso de Olmedilla deja claro que la multinacional de origen sueco (domiciliada en Países Bajos por motivos fiscales) tenía decidido ir mucho más allá, como muchos otros inversores que entraron en ese negocio al calor de las desorbitadas primas que ofrecía el BOE antes de la crisis.

La inseguridad jurídica que, ante la perentoria necesidad de enjugar el multimillonario déficit de tarifa, ha convertido a España en líder mundial en litigios internacionales por los cambios regulatorios al sector, le ha quitado al grupo las ganas de seguir perdiendo dinero.

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