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Florentino Pérez, obsesionado con la deuda: ACS seguirá vendiendo activos

El presidente de ACS, Florentino Pérez.

En los últimos días, a Florentino Pérez, presidente de ACS, le han debido pitar los oídos hasta el extremo. Tras la publicación el pasado martes de los resultados anuales de la compañía no faltaron quienes recordaron que, dos años atrás, Pérez había apuntado como meta a corto plazo alcanzar los 1.000 millones de beneficio en 2016, ejercicio que el grupo cerró con un resultado de 751 millones, apoyado además en la venta de la filial Urbaser. Objetivo incumplido, sin duda. Otra cosa es que a Pérez le inquiete.

"Hace algunos años, una circunstancia como esta hubiera puesto patas arriba la compañía. Quedarse un 25% por debajo de los objetivos habría supuesto que no quedara títere con cabeza", apunta una fuente que ha compartido confidencias con Florentino Pérez en los últimos días. Pero ahora ya nada es igual, "sobre todo después del episodio de Iberdrola". La fallida inversión en la eléctrica, cuyo abordaje por parte de la constructora quedó frustrado por la estrategia defensiva de su presidente, Ignacio Galán, estuvo "a punto de llevarse a la compañía por delante. Y eso no se le olvida a Pérez".

Desde entonces, inició una cruzada contra la deuda que cualquiera hubiera dado hoy por finalizada, toda vez que de los casi 10.000 millones que acumulaba a comienzos de la década ha pasado a apenas 1.200 al cierre de 2016. La ratio deuda /Ebitda, uno de los indicadores de referencia para evaluar el apalancamiento de las empresas, es de 0,6 veces.

"Es una cifra prácticamente ridícula y mucho más para una constructora. Es un negocio en el que tener dinero en caja no tiene ningún sentido", señala uno de los analistas presentes el miércoles en la reunión que cada año organiza la compañía para presentar al mercado sus resultados y que cuenta con la presencia excepcional de Florentino Pérez.

El efecto Hochtief: eficiencia bajo mínimos

Sin embargo, todo parece indicar que la estrategia de ACS va a continuar por este camino. Dejar el crecimiento en un segundo plano y seguir reduciendo deuda, a través de ventas de activos: concesiones maduras, negocios residuales, quizá un nuevo intento de colocar la filial de medioambiente Clece… "Tiene una especie de obsesión con la deuda, no habla de otra cosa. Desde luego, no le ha sentado bien quedarse lejos de esos 1.000 millones pero tiene claro que ya no es el objetivo".

Esa meta de los 1.000 millones de beneficios en 2016 marcada dos años antes por el presidente de ACS ya llamó la atención por entonces. Porque hace justamente una década, en 2006, el grupo ya lograba resultados en ese entorno. Con una particularidad, además: era mucho más pequeño. Ese mismo año había entrado en el capital de Hochtief, pero sólo con un 25%, lejos del casi 70% que controla ahora, lo que hace que consolide en sus resultados, igual que su filial australiana, Cimic.

Por aquel entonces, Hochtief era la constructora europea que tenía mayores ingresos, con mucha diferencia. Pero sus beneficios eran sensiblemente inferiores al del resto de grandes grupos del sector. Un problema que Florentino Pérez achacó a que la gestión de la empresa alemana era mejorable. Diez años después, ACS factura casi 32.000 millones de euros. Y su beneficio es de 751 millones. Debe de tratarse del efecto Hochtief porque hace diez años, el grupo español era capaz de generar un 25% más de beneficios con la mitad de ingresos.

El recuerdo de Iberdrola 

Cuando ACS adquirió el 20% de Iberdrola, los planes de Florentino Pérez pasaban por construir un gran grupo en el que la eléctrica estuviera en la parte superior y la constructora fuera un complemento de lujo. "Quería hacer una Iberdrola con una pata constructora, que hubiera sido ACS", señala el confidente de Pérez.

Pero cuando todo salió tan estrepitosamente mal, el también presidente del Real Madrid pasó probablemente sus peores años. Tanto ACS como él personalmente pasaron a estar fuertemente presionados por los bancos acreedores. El hundimiento de la acción provocó ejecuciones en algunos accionistas, como el caso de los Albertos.

"Vio peligrar la viabilidad de la empresa y la de sus propias finanzas. Y ahora, cuando se habla de crecer, solo mira a la deuda".

Soledad accionarial

El Florentino Pérez más conservador también coincide con el más solitario. Actualmente, no solo es, de lejos, el principal accionista de ACS sino que la suma de las participaciones del resto de socios de referencia supera por apenas tres puntos porcentuales la suya. Aunque los registros oficiales de la CNMV presentan otras cifras, la presencia de los Albertos en el capital de la compañía se sitúa levemente por encima del 5% (que mantienen por motivos fiscales). Los March siguen colocando acciones en bolsa. Fuentes del mercado aseguran que la pasada semana su participación estaba a punto de situarse por debajo del 6%. E Iberostar espera cuadrar números para empezar a vender acciones.

Hace tiempo que a ACS le cuesta mucho superar la barrera de los 31 euros por acción.  Esta presión vendedora se ha dejado sentir. Y también el hecho de que Pérez haya fracasado en su intento por incorporar nuevos socios de referencia. Una gestión conservadora no siempre es un buen incentivo.

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