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El lío en la CNMC complica la competencia en el sector de las telecomunicaciones

José María Marín Quemada, presidente de la CNMC.

En el sector de las telecomunicaciones hay una guerra abierta entre dos grandes y poderosas facciones: la que lidera, por un lado, Telefónica con sus aliados Jazztel (fijo) y Yoigo (móvil), y la que forman, también en alianza, los otros dos grandes operadores, Vodafone y Orange.

El antiguo monopolio quiere recuperar el terreno perdido y se ha adelantado a sus competidores con estratégicas alianzas con dos operadores de éxito que no paran de crecer y arañar cuota de mercado.

Pero el acuerdo con Yoigo ha llegado a los despachos del regulador, quizá no en el mejor momento. Y eso preocupa en el sector, especialmente la lentitud con la que el nuevo superregulador, la Comisión Nacional  de los Mercados y la Competencia (CNMC), está afrontando las guerras abiertas en el sector de las telecos.

El organismo que preside José María Marín Quemada arrancó en octubre y aún está terminando de crear su estructura. De hecho, hace sólo unos días nombró a cuatro nuevos directores de áreas energéticas, en sustitución de los que heredó de la antigua CNE.

Ahora mismo, la actividad de la CNMC va a pedales y en el caso de las telecomunicaciones peor aún”, denuncia un directivo del sector.

Las telecomunicaciones son el área de la que más competencias ha perdido la CNMC en favor del Ministerio de Industria, que ha acaparado buena parte de las funciones que tenía la subsede de Barcelona

Es el área que más tocada ha quedado tras la creación del nuevo regulador, porque el Ministerio de Industria y Energía ha aprovechado la fusión de los organismos para quedarse con parte de las funciones de la antigua Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), lo que ha generado fuertes críticas desde Bruselas.

Además, “está siendo muy difícil el encaje de la Dirección de Telecomunicaciones, que se queda en Barcelona, en el funcionamiento del regulador en Madrid, lo que está ralentizando el análisis de los expedientes abiertos y la toma de decisiones sobre temas muy importantes que afectan a la competencia”, añade este teleco.

Y eso que la dirección de Telecomunicaciones la dirige ahora una profesional que ya trabajaba en la CMT, Alejandra de Iturriaga.

Hay un expediente sancionador abierto contra el acuerdo de Telefónica y Yoigo por posibles prácticas anticompetitivas

El proceso de fusión de los reguladores había dejado en ‘stand by’ la principal denuncia que enfrenta en estos momentos a los gigantes del sector, la que presentaron en agosto Vodafone y Orange contra el acuerdo de Telefónica y Yoigo para compartir infraestructuras e intercambiar servicios, ya que consideran que es una fusión encubierta de negocios que además convierten a la filial de TeliaSonera en un agente de ventas de Fusión, el producto estrella de la operadora que preside César Alierta.

Tras varios meses que han sido cruciales para el negocio móvil en España, la CNMC anunció el 5 de noviembre que abría expediente sancionador a Telefónica y Yoigo al entender que existen “indicios racionales” de prácticas contra la Ley de Defensa de la Competencia.

Pero el regulador tiene hasta 18 meses para la instrucción y resolución del expediente y no ha accedido a conceder a los dos denunciantes las cautelares que hubieran frenado estas presuntas prácticas anticompetitivas.

Y es aquí donde la CNMC tendrá que demostrar si su operativa está bien engrasada para atajar con celeridad, llegado el caso, esta práctica o tomar una medida salomónica que, según algunas fuentes del sector, podría suponer que Vodafone y Orange también pudieran llegar a un acuerdo similar al alcanzado por Yoigo con Telefónica.

Desde la CNMC, por su parte, recuerdan que el nuevo superregulador echó a andar hace sólo cinco semanas y que en ese periodo se ha trabajado contrarreloj para desatascar todos los expedientes, muchos de ellos paralizados en los meses en los que se fue pergeñando la fusión de los antiguos organismo. Concretamente, desde la Dirección de Supervisión Regulatoria se ha trabajado a un ritmo de 50 expedientes analizados por reunión.

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