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El BdE sabía que Bankia generaría "importantes pérdidas" antes de la fusión pero no hizo nada para frenarla

Cartel de Caja Madrid

No puso una cifra, pero sí una tendencia ("importantes pérdidas") y un culpable (su elevada exposición al riesgo promotor). Aún así, la Dirección General de Supervisión del Banco de España calificó como "favorable" la creación de Bankia, según consta en el informe que remitió a la Comisión Ejecutiva de la entidad supervisora, el 28 de junio de 2010. En ese momento, la fusión daba sus primeros pasos, puesto que sólo existía un protocolo de integración, suscrito por las siete cajas, con fecha del 15 de junio de ese mismo año. Dicho informe aparece en el sumario del caso Bankia, al que ha tenido acceso Vozpópuli, que investiga el juez Fernando Andreu en la Audiencia Nacional, a raíz de la querella presentada por UPyD.

En la valoración general del proyecto de fusión de las siete cajas, liderado por Caja Madrid y Bancaja, el Banco de España, regido entonces por Miguel Ángel Fernández Ordóñez, señalaba dos peligros que podía generar la constitución del SIP (Sistema Institucional de Protección). "La elevada dependencia de los mercados mayoristas que se encuentran cerrados puede ocasionar una posición estructural muy significativa de la entidad en el BCE, que será costosa de reducir vía gap comercial (diferencia entre créditos y depósitos). Por otro lado, el peso significativo del riesgo promotor de casi 50.000 millones (el 23,5% de la inversión), de los que 14.500 son suelo, va a generar a la entidad importantes pérdidas (sin cuantificar)", asegura el informe. Sin embargo, el organismo supervisor califica la operación como "favorable, ya que permite una entidad resultante con mejor eficiencia, productividad y solvencia".

Dos años después, Bankia se encuentra nacionalizada por el Estado; con unas necesidades de ayudas públicas de, al menos, 23.465 millones; soporta unas pérdidas de 7.400 millones entre 2011 y el primer semestre de 2012, y el ratio de solvencia de su matriz BFA es del 1,9%. Este alarmante déficit de capital ha provocado que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tenga que inyectar 4.500 millones de euros al grupo para restaurar su solvencia.

El supervisor dio por bueno que la entidad podría asumir una pérdida esperada de 16.044 millones, fiando el éxito de estos saneamientos a la "bondad de las estimaciones efectuadas"

El plan de integración remitido por el futuro grupo al Banco de España contemplaba tres escenarios (base, intermedio y estresado) sobre los que se efectuaban las proyecciones del futuro financiero de la entidad y la viabilidad de la devolución de los 4.465 millones del FROB 1. En este escenario base, las pérdidas por valor razonable de la inversión crediticia promotora y activos adjudicados alcanzaban los 12.411 millones, mientras que en el escenario más adverso, la entidad sufriría una pérdida esperada de 16.044 millones. En este último caso, el grupo tendría que llevar a cabo un volumen de saneamiento de casi 11.000 millones. Datos que el Banco de España dio por buenos, a pesar de que el informe de su dirección de Supervisión lo fiaba a un ejercicio de fe. "El plan se basa en un conjunto de variables y estimaciones, entre las que destacan las referidas a la evolución futura de los tipos de interés, del crecimiento del negocio, de la morosidad y de los precios del mercado inmobiliario. La efectiva evolución de las mismas, junto con la del crecimiento de los acreedores y de las condiciones de financiación de los mercados y del BCE, así como la consecución de las sinergias previstas, serán determinantes de la bondad de las estimaciones efectuadas", asegura el estudio.

A su vez, el plan asegura que se iniciará la devolución de las ayudas del FROB en 2012, con la reducción de los gastos de explotación, las plusvalías provocadas por la sinergias de la fusión y los beneficios (5.372 millones, escenario estresado; 8.439 millones, muestra base) del quinquenio 2011-15. En cuanto a la solvencia, el Banco de España concluye que "en 2015, el coeficiente de solvencia del grupo es del 13,7%, situándose el core capital en el 9,1% y el Tier 1 (capital de mayor calidad) en el 10,9%.

El Banco de España tampoco cuestión la fusión a pesar de estar realizando una inspección en Caja Madrid que obligó a una reclasificación del riesgo de todas sus carteras de crédito

Además, el organismo presidido entonces por Miguel Ángel Fernández Ordóñez tampoco cuestionó el plan de la futura entidad, a pesar de que, a lo largo del verano de 2010, estaba practicando una inspección en Caja Madrid, con el objetivo de analizar las políticas y controles de la inversión crediticia, en particular el plan de gestión de morosidad de la cartera hipotecaria minorista y compras de activos a promotores. Fruto de ese control inicial, el Banco de España elevó el alcance del análisis a los créditos destinados al sector promotor, además de una revisión estructural de todas las cartera crediticias. Las conclusiones de esta inspección, conocidas por la Comisión Ejecutiva del BdE en diciembre de 2010,  alertaban de importantes minusvalías en la cartera de participadas de la entidad, así como de nuevas necesidades de provisiones, fruto de la reclasificación del riesgo de su cartera de créditos promotor y minorista. Esa reclasificación elevó el ratio de mora del sector promotor del 11,6% (septiembre 2009) al 20,8% (septiembre 2010).

Junto al ladrillo, el Banco de España también vislumbraba los posibles conflictos que pudieran surgir entre Caja Madrid y Bancaja, como finalmente sucedió con la salida de José Luis Olivas de la vicepresidencia del grupo, tras una dura pugna con Rodrigo Rato. En el apartado sobre el riesgo de ejecución de la integración, la supervisión explicaba que "hará falta un verdadero entendimiento entre Caja Madrid y Bancaja dado que ambos tienen derecho de veto durante los 4 primeros años sobre el plan operativo anual". "A partir del quinto año", prosigue el informe, "Bancaja mantiene el derecho de veto sobre la creación de filiales que superen el 3% de los recursos propios, delegación de facultades y nombramiento de presidente y vicepresidente". Como en todo lo anterior, la valoración del órganismo supervisor fue favorable.

En realidad, esta fusión no formaba parte del mapa deseado inicialmente por el Banco de España. Aceptó realizarla ante las necesidades urgentes de liquidez de Bancaja y, sobre todo, ante la imposibilidad de realizar la integración que creía más eficiente: la unión de Caja Madrid con Caixa Galicia y la CAM. No pudo llevarla a cabo principalmente por la negativa de Alberto Núñez Feijóo desde el Ejecutivo gallego. Los impedimentos de los gobiernos autonómicos superaron el poder del Banco de España. La fusión de Caja Madrid y Bancaja (a la que el Banco de España unió otras cinco cajas) pudo salir adelante gracias al visto bueno de Esperanza Aguirre y Francisco Camps, que vieron en esta operación la posibilidad para crear una de las mayores entidades financieras españolas de la mano del PP. Derrotado ante los políticos, MAFO terminó por aceptar la fusión. A pesar del sinsentido financiero y de los futuros agujeros relacionados con el ladrillo que le sugerían sus supervisores. Eran todavía los tiempos en los que el gobernador Ordóñez tenía como máxima "que el sistema financiero español es el más solvente del mundo".

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