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Los March no se cortan y señalan continuamente a Florentino Pérez como la única piedra en su zapato

La presentación de resultados de Banca March ha llamado la atención de manera generalizada nada más ser publicados, por la alusión directísima que hacen a ACS y concretamente a la figura de Florentino Pérez. En la comunicación de sus resultados 2012, la Banca March culpa de las pérdidas, en párrafo destacado, “al saneamiento de la participación de ACS en Iberdrola”. Sólo y exclusivamente a eso. Y no es un caso aislado. Su Corporación Financiera Alba ya le ha señalado una y otra vez como el culpable de sus males, sin la menor delicadeza. “Si no fuera por él, todo nos iría genial”, parecen querer decir.

La entidad financiera gana por su negocio bancario 11,8 millones de euros el pasado ejercicio, después de haber realizado todas las dotaciones habidas y por haber derivadas de los decretos de Luis de Guindos. El margen de intereses, la madre de todas las batallas para la banca en estos momentos, mejora un 27%. Por lo demás, la entidad continúa en cabeza de los rankings de solvencia.

Sin llamar la atención, como es su estilo, los March están capeando sin el menor problema la crisis, o mejor dicho, sólo tienen un único problema real: ACS y su batalla por Iberdrola, cuestión imputable de manera muy personal a su presidente, Florentino Pérez. Todo estaría bien, si no fuera por…

Núcleo duro

Dicen que el actual responsable del Real Madrid entró en la eléctrica a petición del propio Ignacio Galán, para formar parte de un núcleo duro que pusiera a Iberdrola a salvo de opas hostiles. La posterior negativa de Galán a dejarle entrar en el consejo de administración, alegando que era competidor (en esos momentos ACS controlaba Unión Fenosa) degeneró en una auténtica guerra personal.

Ambos ejecutivos hicieron casus belli de este contencioso: Florentino, intentando por todos los medios desbancar a Galán contratando derivados hasta un importe del 20% de la compañía y Galán moviendo todos los resortes posibles para frenar su avance en la compañía: despachos de abogados, bancos de negocio, expertos en regulación…

Ni siquiera cuando ACS vendió Fenosa hubo visos de acuerdo: Galán alegó que seguía siendo competencia por los activos en energías renovables. Estaba claro que jamás daría facilidades.

El asunto se judicializó, pero lo que realmente acabó con la historia de Pérez fue el estallido de la crisis de bancaria y el fin de los tiempos de mega apalancamiento. La caída bursátil obligó a ACS a reponer garantías por sus créditos, que se saldaron con ejecuciones. El grifo del crédito ilimitado se había cerrado y tocó, irremediablemente, vender para salvar los muebles.

Fin de modelo

El modelo de operación que le había permitido hacerse con Dragados o Fenosa (con sustanciosas ganancias tanto para ACS como para las entidades crediticias) se agotó y, con gran dolor de su corazón, Pérez tuvo que claudicar en Iberdrola.

Algo parecido les ocurrió a otros accionistas de la constructora, que habían financiado la adquisición de sus participaciones con deuda. Las ejecuciones y las alertas (margin calls) fueron continuas y dolorosas. Muchas, de amigos personales del propio Pérez (Fernando Fernández Tapias o la familia Fluxá) que tomaron posiciones por sus consejos y luego debieron afrontar las pérdidas.

Galán celebró su triunfo… relativamente, ya que aunque se había impuesto en un auténtico choque de trenes, habían quedado víctimas en todos lados. La retirada de ACS se realizó con la cotización de la eléctrica por debajo de 4,00 euros (a principios de 2011 estaba a 6,5). “Galán se está riendo mucho viendo a Florentino marchándose con el rabo entre las piernas” podía escucharse en algún foro como la Bolsa de Madrid; pero la respuesta era “pues que se ría menos, que tiene la compañía hecha unos zorros”. Esto podía oírse a finales de junio, poco antes de que tuviera que salir Mario Draghi a salvar la unidad del euro y, en especial, a España.

La economía doméstica estuvo al borde del colapso financiero, que amenazaba a los grandes colosos del Ibex. En Iberdrola las cosas rozaban el drama, con una cotización que llegó a caer hasta 2,6 euros y un riesgo real de rebaja a bono basura (como las principales firmas del índice). No había clima para saborear la derrota del adversario.

¿Solución?

Los March habían instado, por activa y por pasiva, a una solución amistosa a este conflicto, aunque sin el menor éxito. Luego, ha sido tarde. Hay enfado entre los accionistas por el desplome de la compañía, ya que muchos consideran que se ha debido a una cuestión personal de su máximo ejecutivo, por encima del deterioro de negocio.

De momento, el 21 de marzo hay convocado consejo de ACS para discutir si hay dividendo complementario, algo que necesitan como respirar la mayor parte de inversores relevantes. No así los March, que ven cómo, si se abona, será bueno para los accionistas, pero malo para la empresa. Y viceversa. Sin duda, ellos preferirían que se optara por la prudencia y el saneamiento, pero ellos no están asfixiados por los acreedores. 

Así, los millonarios mallorquines tiran con bala ahora que las aguas parecen volver a su cauce. ACS está en un proceso de reducción de deuda y balance, igual que sus demás pares. La batalla de Iberdrola está totalmente olvidada. Pérez parece querer continuar al frente de la empresa, aunque el apalancamiento y la crisis ya se han llevado por delante a los presidentes de Sacyr y FCC.

Esta semana pasada ha sido durísima para las constructoras, que han debido afrontar saneamientos draconianos y ACS ver titulares que certificaban el RIP de la aventura en Iberdrola, epopeya que ya hacía aguas desde hace muchos meses, tras las primeras ventas de paquetes accionariales forzadas por los acreedores.

Todo ello, sin contar los quebraderos de cabeza contables: el enjuague de las pérdidas latentes en la eléctrica le ha supuesto a ACS muchos quebraderos de cabeza, algunos con denuncias antes los tribunales incluidos.

Perdonan la vida

Desde el lado de los bancos, se dice sin titubeos que las grandes constructoras continúan operando “porque les estamos perdonando la vida”, es decir, refinancian una y otra vez sus deudas antes que reflejar la imposibilidad de cobro en sus balances.

Son ellos los que podrían mover las cosas en las constructoras, de la mano de los pocos accionistas que gozan de una posición saneada.

Los March son los principales inversores de ACS. Están en el germen de la compañía, sin apalancamiento. Redujeron parte de su posición en 2009 (un 2%)  y el pasado 2011 liquidaron otro 5%. Unos zorros, que saben ir tomando beneficios cuando ven la oportunidad, por muy revuelto que esté el panorama.

Mientras señalan a Florentino, los March evolucionan viento en popa, tanto con sus inversiones como con su negocio de banca de alto standing, con la que gestionan su patrimonio personal y el de sus clienets.

En la nota no faltan suaves alusiones a las sicavs, pues no en balde su banca está expandiéndose ahora que las bancas privadas lo están pasando mal (mención especial a la desaparición de Banif).  La firma mallorquina ha demostrado capacidad de crecimiento en esta época de vacas flacas, comprando, entre otras cosas, Consulnor, una pequeña boutique financiera vasca, llena de nombres ilustres del antaño poderoso Neguri.

Pero, sin duda, de buen grado buscarían un arreglo a esa piedra en el zapato, llamada ACS, o mejor dicho, Florentino Pérez. 

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