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Los bandazos y el cortoplacismo de Moncloa convierten la OPV de AENA en un caos

La OPV de AENA, afectada por los sucesivos cambios de opinión del Gobierno

La salida a Bolsa de AENA, prevista para el próximo miércoles, lleva camino de convertirse en un caos debido a los múltiples cambios introducidos en la operación desde su planteamiento inicial, el retraso en el proceso provocado por las disensiones en el seno del Gobierno y por la gestión de la fuerte demanda de títulos, que dejará a la acción con escaso margen de revalorización tras su debut en el parqué.

La sucesión de acontecimientos en torno a la OPV del gestor aeroportuario ha puesto en duda los planteamientos iniciales de la operación por parte del Gobierno. Cuando el consejo de ministros aprobó el pasado verano el proceso de privatización de AENA se consideró fundamental contar con un núcleo duro de accionistas que le diera estabilidad a la compañía. Así se determinó que el 21% del capital se destinaría a este grupo de socios institucionales mientras que el 28% se incluiría en la OPV.

Sin embargo, la enorme demanda de acciones que se ha registrado tanto en el tramo institucional como en el minoritario dificulta enormemente el reparto de los títulos hasta el punto de que muchos particulares podrían quedarse fuera de la OPV por la sencilla razón de que no hay acciones para todos. La decisión de destinar tan sólo el 28% a institucionales y minoristas se ha revelado como ineficaz.

Pero el principal motivo para dejar tan estrecho margen, esto es, proporcionar a AENA de un núcleo duro de accionistas para asegurar su estabilidad, también se ha venido abajo. A consecuencia del fuerte apetito inversor que se ha detectado en el proceso de suscripción de acciones, el Gobierno y los bancos colocadores de la operación han elevado de forma notable la banda de precios no vinculante, hasta un 27% en la parte baja de la horquilla y cerca de un 9% en el máximo.

Esta circunstancia ha dejado prácticamente fuera a los componentes del núcleo duro (Corporación Financiera Alba, Ferrovial y el fondo TCI), toda vez que sus ofertas para formar parte del accionariado de AENA están por debajo de los precios que ahora se barajan para el debut bursátil de la compañía.

De la desconfianza inicial a la euforia

Dichas ofertas fueron preparadas con datos que ahora se encuentran desfasados como, por ejemplo, los resultados de la compañía. Los aspirantes a formar el núcleo duro de AENA sólo conocían los del primer semestre porque la salida a Bolsa estaba prevista para mediados de noviembre.

Pero ahora, el núcleo duro no parece tan necesario ni tan estratégico. “Todo apunta a que cuando se planteó la operación el Gobierno no confiaba en la respuesta de los inversores y decidió reducir el número de acciones de la OPV. Si realmente quisiera contar con un núcleo duro estable no le hubiera dejado fuera”, apunta un analista.

A cambio, la compañía contará con socios que no son precisamente un ejemplo de estabilidad. Este jueves trascendió que uno de los institucionales que más interés ha puesto en la OPV de AENA es el inversor estadounidense George Soros, según publicaba Expansión.

La revisión al alza del precio de la operación repercutirá en beneficio de los ingresos que el Estado obtendrá por la privatización del gestor aeroportuario pero también supone un riesgo: dejar a la compañía con escaso margen de revalorización. “El Estado ingresa más pero puede dejar atrapados a muchos pequeños inversores”. 

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