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La OPV de AENA se para de nuevo por luchas internas en Moncloa y presiones empresariales para venderla por partes

AENA, un nuevo capítulo de la batalla de las discrepancias entre Economía y Hacienda

La privatización del gestor aeroportuario AENA amenaza con convertirse en el cuento de nunca acabar. El proceso ha vuelto a sufrir una nueva paralización, lastrado por las luchas intestinas en el Gobierno entre partidarios y detractores de la entrada de socios privados en la compañía, que no es sino un nuevo episodio de la batalla Economía contra Hacienda o, lo que es lo mismo, Luis de Guindos contra Cristóbal Montoro. Por si fuera poco, a todo esto se han añadido dudas en torno al propio modelo de la venta parcial de AENA, que había quedado bendecido por el Consejo Consultivo de Privatizaciones (CCP).

Según hay podido saber Vozpópuli, potenciales interesados en entrar en el capital de AENA están ejerciendo presión para que se modifique el esquema de la privatización y se vuelva a un modelo que apueste por trocear la compañía, es decir, que se venda por paquetes de aeropuertos.

Cabe recordar que este modelo, que llegó a ser planteado en primera instancia por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, fue posteriormente desechado, aunque ya se habían diseñado privatizaciones parciales de los aeropuertos de Madrid Barajas y Barcelona El Prat.

Las presiones se están focalizando hacia la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC), en la que en estos momentos descansa buena parte del proceso de privatización de AENA, en tanto en cuanto se está desarrollando el marco normativo que deberá acompañar la venta parcial de la compañía. Fuentes conocedoras de la situación apuntan a compañías como ACS y Ferrovial como principales interesados en que el esquema se modifique.

Resignación en Fomento

Este escenario junto con una nueva entrega de la guerra Economía-Hacienda (que también está complicando el rescate de las concesionarias de autopistas en situación de quiebra financiera y que retrasó el cambio de aval de Cesce para desatascar el conflicto de Sacyr en el Canal de Panamá), ha hecho que el Ministerio de Fomento, que había impulsado de forma considerable el proceso de privatización de AENA, haya adoptado una actitud prácticamente de resignación.

Una postura expresada la pasada semana por el secretario de Estado de Infraestructuras, Rafael Catalá, quien señaló en un curso organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) que la venta de AENA no tiene por qué “hacerse sí o sí” y que es una cuestión que no es urgente ni corre prisa.

En la actualidad, el modelo aprobado por el CCP (aunque su dictamen no es vinculante), contempla la venta de hasta un 60% del capital de AENA, mientras que el 40% restante quedaría en manos públicas. Del porcentaje que se sacara al mercado, la mitad iría destinado a un núcleo duro formado por cinco o seis accionistas de referencia mientras que la otra mitad iría a parar a un tramo minorista.

“El problema es que con este modelo hay interesados en entrar en AENA que se han quedado en fuera de juego y ahora quieren que la partida vuelva a empezar, que se vuelva a barajar”, apunta una fuente del sector.

El asunto lleva unas cuantas semanas sobre la mesa del consejo de ministros, que no mueve ficha toda vez que las posturas están enfrentadas. Economía es partidaria de la privatización mientras que Hacienda considera que no ha llegado el momento adecuado. En medio, la Oficina Económica de Presidencia, que apuesta por analizar más en profundidad la cuestión. 

Ahora o nunca

La versión ofrecida por Catalá no coincide precisamente con lo que se piensa en Fomento ni tampoco en la propia compañía, que lleva al menos tres años saneando sus balances y acometiendo procesos de ajustes delicados en una empresa pública para afrontar su privatización. Para AENA, los próximos meses son decisivos: si la venta se demora terminará por no llevarse a cabo y se perderá una oportunidad histórica.

El planteamiento de AENA se basa en que actualmente es ya el primer operador aeroportuario del mundo por número de pasajeros pero que su carácter de empresa pública es un lastre para seguir creciendo y le impide también estar a la altura de los principales competidores en el mundo, como la alemana Fraport y la francesa Aeroports de Paris.

Por otra parte, la actual situación de mayoría absoluta del Gobierno es una oportunidad única para sacar adelante la privatización. Con otro escenario político, la operación se complica en demasía, los gobiernos autonómicos insistirían en pedir la gestión de los aeropuertos que operan en su territorio y si finalmente la obtienen acabarían en manos privadas, muy probablemente en manos de los mencionados grupos que compiten con AENA por el liderazgo mundial. 

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