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Florentino Pérez sacó a los March el dividendo de ACS a cambio de un ultimátum

Florentino Pérez se ha quedado sin margen de error en ACS. Es el alto precio que ha tenido que pagar a cambio de que el consejo de administración de la compañía aprobara el dividendo complementario que se había puesto en duda desde que a mediados del pasado año el grupo constructor anunciara que no habría retribución a cuenta de resultados por las pérdidas que registraría la compañía al cierre de 2012. Los March, principales accionistas del grupo, no le permitirán otro tropezón que, de producirse, pondrá en marcha la maquinaria para depurar responsabilidades.

La tesis de Pérez y de otros socios de ACS, en especial los Albertos e Iberostar, salieron triunfantes de la tensa reunión frente a la postura de Banca March, principal accionista de la compañía, con una participación del 18%. El grupo financiero ha visto como las cuantiosísimas pérdidas de la constructora debidas al desenlace ruinoso de su inversión en Iberdrola han afectado a los balances del banco y de su sociedad de cartera cotizada Corporación Financiera Alba.

Y, obviamente, no olvidan que la aventura del fallido abordaje a Iberdrola fue una apuesta personal de Pérez que se fue volviendo cada vez más personal en su enfrentamiento con el presidente de la eléctrica, Ignacio Galán.

Así las cosas, los March cumplieron con el guión y mostraron en el consejo su oposición a entregar un dividendo complementario correspondiente a un año en el que la compañía registró pérdidas de 1.926 millones de euros. Florentino se erigió en portavoz de los partidarios del sí, que lo son en buena medida por sus apuros financieros, lo que han llevado, por ejemplo, a los Albertos a buscar compradores para bienes como su helicóptero de última generación y el palacete madrileño que compraron a Enrique Bañuelos en 2007.

Alternativas inviables y ultimátum

En realidad, al presidente de ACS no le quedaba mucho más remedio. Además de que su posición accionarial en la compañía cuenta también con un fuerte apalancamiento, la suspensión del dividendo y el desplome de la cotización habían provocado que los Albertos y los Fluxá le miraran con una desconfianza inédita hasta entonces.

Ante el intenso debate, en el consejo surgió la idea de una propuesta intermedia: dividendo pero sólo en forma de acciones, es decir, una ampliación de capital liberada. Sin embargo, no era ni mucho menos la mejor de las soluciones. Para aquellos socios muy necesitados de liquidez, la medida no terminaba de ser satisfactoria y para el resto entrañaba un peligro: la salida masiva de papel una vez que se ejecutara la ampliación en busca precisamente de esa ansiada liquidez.

Con la reunión enquistada, los partidarios del ‘no’ al dividendo necesitaban tener una garantía, algo que les hiciese ceder lo justo para desbloquear la negociación. El paso al frente lo tenía que dar Florentino Pérez que, a partir de ahora, estará más que nunca bajo la lupa de los March.

Para los mercados y los accionistas, la conclusión del consejo fue que habrá dividendo, a elegir entre acciones o efectivo, pese a que 2012 fue el año más difícil de la historia de ACS. Pero, entre bambalinas, hubo algo más: un ultimátum para el presidente y, a su vez, uno de los principales accionistas del grupo. Un paso en falso más le costará el sillón. Y no tendría que ser precisamente de las dimensiones del fallido asalto a Iberdrola. 

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