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Economía

Empresas participadas por el Estado salen de compras por 2.300 millones: España se les queda pequeña

Oficinas de Red Eléctrica de España.

Las primeras semanas del año han sido prolijas en operaciones llevadas a cabo por compañías que comparten una característica: estar participadas, en mayor o menor medida, por el Estado. No es el único nexo existente en la estrategia desarrollada por empresas como REE, Enagás o AENA. Todas ellas comparten la circunstancia de que su margen de crecimiento en España, o bien en el sector para el que fueron creadas en su día es, en la actualidad, mínimo.

REE y Enagás comparten su condición de operador de sistemas (eléctrico y gasista, respectivamente). El último movimiento de Enagás ha sido la adquisición (junto a los grandes fondos Blackstone y GIC) de la compañía Tallgrass, que le abre las puertas de un mercado con notable potencial de crecimiento como es el estadounidense. Algo que no sucede con el español, como reconoció esta semana el presidente de Enagás, Antonio Llardén.

"En general, los operadores de sistemas europeos tenemos una misión importante en nuestros respectivos territorios; pero, en cambio, ya no tenemos que invertir apenas en ellos porque las redes están mayoritariamente desarrolladas", explicó ante los medios de comunicación, ante los que también valoró el hecho de que la operación de Tallgrass (en la que la inversión total podría alcanzar los 800 millones de euros) junto con el resto de activos que desarrolla en el exterior permitan a la compañía manejar para 2023 el objetivo de que el 40% de los beneficios provenga de actividades diferentes a las reguladas en España.

"Esto es positivo para todos, para nosotros pero también para los accionistas", concluyó Llardén. Entre esos accionistas se encuentra, aunque en una mínima proporción el Estado, que mantiene una participación del 5% en la compañía a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Si Enagás es capaz de cumplir con su plan estratégico recientemente actualizado, el Estado ingresará cerca de 100 millones de euros en concepto de dividendo por esta participación en los próximos cinco años.

Diversificación sectorial

En el comparable de Enagás en el sistema eléctrico, los intereses del Estado se elevan hasta el 20%. REE también ha sacado la chequera en este comienzo de 2019 para cerrar la adquisición del 90% del capital del operador de satélites Hispasat, que Abertis tenía a la venta desde hacía unos años. En este caso, la diversificación buscada por la compañía que preside Jordi Sevilla no es geográfica sino sectorial. No es su primera inversión fuera de su principal actividad pero sí la que le va a dar una verdadera dimensión en el ámbito de las telecomunicaciones (en el que entró con la compra de activos de fibra a la también estatal Adif).

Los cálculos de REE pasan por que al menos el 25% de sus ingresos provengan de esta línea de negocio, que cuenta con un papel protagonista en el plan estratégico de la compañía. Y en una proporción similar a la del negocio internacional. Aunque en este caso la operación no ha sido en el exterior, REE cuenta con activos en Perú y Chile, donde ha llevado a cabo notables inversiones.

La suma del sector de telecomunicaciones y el área internacional se llevará el 45% de las inversiones futuras de REE, que tiene en el foco nuevos mercados en el exterior, entre otros, como en el caso de Enagás, EEUU.

Cuando el margen se acaba

En el caso de AENA, participada al 51% por el Estado, su plan estratégico, aprobado en mayo de 2018, está directamente enfocado a la expansión internacional. Sus márgenes de crecimiento en España, en una actividad notablemente regulada (como el caso de la energética, que comparten los dos anteriores casos), son desde hace tiempo mínimos. Este viernes, el gestor aeroportuario dio su primer paso en el exterior desde la aprobación del plan con una apuesta cercana a los 450 millones de euros para hacerse con la concesión de un lote de seis aeropuertos en Brasil para los próximos 30 años. Antes había estudiado otras posibilidades, entre ellas, Japón, que finalmente desechó.

Las cifras de tráfico aéreo en España llevan años marcando récords históricos, una tendencia que ha repercutido de forma positiva en los espectaculares resultados de la compañía pero que será difícil de sostener en el tiempo, especialmente por la recuperación de algunos destinos turísticos del entorno que atravesaban una grave crisis por diversos motivos.

Así, la única posibilidad de crecer que se abre para AENA tiene necesariamente vistas al exterior. Los ambiciosos planes inmobiliarios para aprovechar los suelos en torno a los principales aeropuertos son muy a largo plazo y tardarán en dar sus frutos. El presidente del gestor aeroportuario, Maurici Lucena, ha insistido en que solo pujarán por aquellos activos que aseguren un retorno sostenible a la compañía. No hay muchos disponibles en el mundo, pero AENA ha demostrado que apostará fuerte por ellos.

El último caso es el de Correos, participada al 100% por el Estado y también sumida en un proceso de internacionalización. La compañía está próxima a cerrar la adquisición del operador logístico portugués Rangel Expresso. Hace tiempo que Portugal está en el foco de Correos. El liberalizado mercado español se le queda pequeño en un entorno que cada vez es más competitivo.

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