Quantcast

Economía

Una guerra comercial entre EE.UU. y China favorecería a los países emergentes

Donald Trump, durante su primer discurso sobre el Estado de la Unión.

Los aranceles de Estados Unidos sobre las importaciones de acero y aluminio y los planes de Donald Trump de aplicar imposiciones de hasta 60.000 millones de dólares a los productos chinos han despertado -aún más- los temores sobre una guerra comercial.

Las propuestas arancelarias actuales son por ahora limitadas, pero existe el riesgo de que la situación escale y se vuelva perjudicial. Las exportaciones de acero de China a EE.UU. representan alrededor del 0,1% de la producción total, y las exportaciones de aluminio representan alrededor del 2%. Sin embargo, a los inversores les preocupa que este sea el inicio de conversaciones comerciales difíciles, para una serie de sectores, entre las dos economías más grandes del mundo.

Si bien estas noticias pueden haber causado alarma, a largo plazo, estas restricciones comerciales ayudarán a acelerar el rápido crecimiento del comercio intrarregional entre los países emergentes, en detrimento de Estados Unidos, considera la firma Legg Mason, que agrega que este hecho desplazará aún más el eje gravitacional del comercio mundial en favor de estos mercados.

El contraataque chino

Tras el movimiento de ficha del Presidente de Estados Unidos, el Ministerio de Comercio Chino anunció sus propios planes de aranceles de 3.000 millones de dólares para las importaciones de carne de cerdo, acero, aluminio reciclado, ginseng y vino de EE.UU. Por tanto, hasta el momento las cantidades objetivo son relativamente modestas en comparación con un comercio bilateral de bienes entre los dos países de más de 600.000 millones de dólares.

No obstante, Legg Mason afirma que China aún se guarda otras medidas en la recámara en caso de que las tensiones aumenten. La percepción generalizada es que Trump ha dejado cierto margen para ceder y China se ha propuesto aumentar las importaciones de petróleo y soja, con el fin de ofrecer una imagen moderada y salvar las apariencias.

Por otra parte, Yee Kok Wei, gestor de fondos de renta variable asiática de Fidelity afirma que la actual estrategia comercial de Trump no cuenta con un amplio respaldo nacional, y mucho menos internacional, principalmente porque es un mal enfoque que no influye en la fortaleza de EE.UU, por lo que si la cosa se pone difícil tendrá que dar marcha atrás en sus propuestas.

"El TPP (Tratado Trans-Pacífico), de haber sido implementado, hubiera constituido un enfoque mucho mejor para Estados Unidos. El último presidente de dicho país que logró obtener concesiones significativas de los socios comerciales fue Reagan. Pero en ese momento era diferente pues Reagan era un presidente muy popular con amplio apoyo interno y una guerra fría en curso, por lo que contaba con el lujo de poder apoyarse en la estrategia conjunta de seguridad con sus socios comerciales", asegura el experto.

Por otra parte, Pekín ya ha movido ficha con medias orientadas al largo plazo y es poco probable que se eche atrás; ya está acelerando su diversificación en otros mercados a través de su proyecto One Belt, One Road, conocido como la nueva Ruta de la Seda, y otras iniciativas. 

¿Qué supone para Europa?

La Unión Europea ha conseguido exenciones de los aranceles, lo que significa que la guerra comercial no le afectará de manera directa. No obstante, existen riesgos para el crecimiento de la región debido a la UE es sensible al crecimiento del comercio mundial, asegura Deutsche Bank, que agrega que Italia sería el país más vulnerable.

Por ello, el banco alemán considera que la Unión Europea debería plantearse crear medidas para protegerse en el caso de una 'guerra comercial creciente', que podría derivar en un escenario macro complicado.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.