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Economía

Putin refuerza su alianza con Erdogan para monopolizar el gas hacia Europa

Putin y Erdogan se saludan en una cumbre bilateral celebrada en Turquía en 2005.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ha felicitado a su homólogo turco, Recip Tayip Erdogan, por el fracaso del golpe de Estado y se ha colado de urgencia en su agenda. Los dos mandatarios tendrán un encuentro en la primera semana de agosto y no sólo hablarán de la recuperación de la normalidad institucional del país tras la intentona golpista.

Sobre la mesa, Putin y Erdogan, henchido de poder tras conseguir parar el golpe, tienen dar el impulso definitivo al gasoducto Trans Anatolia (Tanap), que discurrirá por 1.850 kilómetros de territorio turco, entre las fronteras de Georgia y Grecia. Olvidado ya el conflicto por el derribo de un bombardero ruso por parte de la aviación turca en la frontera con Siria en 2015, que provocó la paralización de los proyectos conjuntos entre ambos países, toca ahora el turno de afianzar las relaciones comerciales entre ambos.

El gasoducto turco enviará gas ruso y azerí a Europa por el sur y previsiblemente se 'enganche' al TAP, el 'tubo' del Adriático en el que participa la española Enagás

Putin quiere convertirse en socio prioritario de un gasoducto que controlan los gobiernos de Turquía y Azerbaiyán y se ha convertido en el principal ‘tubo’ para colocar el gas ruso en Europa como alternativa al que atraviesa Ucrania, el mismo que tantos dolores de cabeza ha dado a Europa en los crudos y fríos inviernos de años anteriores.

Erdogan tiene claro que para poner en valor el gasoducto hay que traer gas de Azerbaiyán, pero también de Rusia, su nuevo socio geoestratégico frente a una Europa que la ha cerrado al selecto club que ahora va a abandonar Reino Unido. Además, la mitad del gas que consume Turquía ya procede de Rusia, un país que ansía vías alternativas para que su preciada materia prima llegue masivamente a Europa (un tercio del que consume el Viejo Continente proviene de este país).

Así que según los expertos, este agosto Putin no sólo se hará la foto con el revitalizado líder Erdogan para recordar a Europa que la alianza va viento en popa. Tanto es así que el plan para que el gas ruso viaje por el gasoducto turco también saldrá reforzado. Tanto el gas azerí como el ruso podrán llegar a Europa de forma comercial a finales de 2018, según los planes de Tanap, que prevé una capacidad máxima de 16.000 millones de metros cúbicos anuales.

Putin y Erdogan vuelven a sellar su estrecha alianza frente a una Unión Europea que necesita gas pero está enfrentada a Rusia y ha cerrado las puertas de entrada al club a Turquía

Los expertos, asimismo, vaticinan que el tubo de Tanap se conectará con el Trans Adriático (TAP) desde Grecia, para llegar a Italia a través de Albania. La española Enagás participa con un 16% en el desarrollo de este nuevo gasoducto que traerá gas a Europa y cuya primera piedra de construcción se colocó en mayo pasado.

Lo que persigue Rusia es monopolizar el envío de gas a Europa, ya sea por el Tanap, por el TAP o por cualquier otra infraestructura que le permita salvar el territorio ucranio. La Unión Europea, por su parte, está en la disyuntiva de abrir el grifo a Rusia (“con el gas Noruego y el que entra por España desde Argelia no llega ni para un mes invernal en Europa”, afirman un experto) o limitarlo para evitar una excesiva dependencia del país con el que tiene varios enfrentamientos comerciales y geopolíticos abiertos.

Turquía, por su parte, va camino de convertirse en el gran centro de distribución de gas de entrada por el sur de Europa. Rusia y Turquía, dos países ‘enfrentados’ por diferentes causas a la Unión Europea y de los que depende (y más que va a depender en un futuro cercano) buena parte del suministro energético del Viejo Continente.

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