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Economía

"Hay empresarios que o trabajas en negro o no te contratan como camarero"

Un camarero atiende una terraza.

Miguel, nombre ficticio como todos los que aparecen en este reportaje, lleva trabajando desde los 14 años. A sus 28 solo tiene cotizados “5 o 6 como mucho”.  Es solo un  ejemplo más de una realidad bastante extendida en España, la economía sumergida. Según un informe publicado en abril por el colectivo de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), la economía sumergida supone cerca del 8% del Producto Interior Bruto (PIB) español. Lo que popularmente se conoce como trabajo en negro genera, según Gestha, 82.000 millones de euros que no pagan ningún impuesto.

“Si para hacer una pequeña obra me doy de alta como autónomo, al final termino pagando en impuestos casi más de lo que gano”, confiesa Miguel. “Tendría que cobrar más caros los trabajos y con los tiempos que corren la gente quiere que las pequeñas reformas de la casa salgan baratas”, añade. Para intentar frenar esta economía sumergida, el Ministerio de Empleo lanzó en abril un plan de lucha contra el empleo irregular y el fraude a la Seguridad Social.

"Ni me propongo pedir que me den de alta"

Según los últimos datos facilitados por el ministerio en octubre, desde enero han aflorado 61.244 empleos sumergidos. Aunque Empleo destaca que es un 19,23% más que en el mismo periodo de 2011, el dato dista de ser positivo. Al menos si se tiene en cuenta que solo en Canarias, la directora general de Trabajo de la comunidad, Gloria Gutiérrez, calcula que existen 125.000 trabajos no declarados. Así lo afirmó en unas jornadas sobre economía sumergida celebradas por CC OO en Las Palmas el pasado 30 de octubre. Gutiérrez además remarcó que esos 125.000 trabajos no declarados equivalen al 43% de los parados inscritos en las oficinas de Empleo de Canarias.

Huyendo de los inspectores

Desde CC OO aseguran no tener cifras de España y piden más inspecciones en los centros de trabajo. Inspecciones que en el caso de Miguel no parecen servir para mucho. “Cuando un inspector llega a una obra de la localidad enseguida se corre la voz y los demás estamos alerta. Si llega a la obra en la que estás trabajando te toca esconderte”, asegura. Un compañero de profesión añade que “en esos casos tienes que salir corriendo incluso saltando por los tejados”. Ambos reseñan que el trabajo en negro en el sector de la construcción no es causa de la crisis si no que ya estaba bastante extendido en la época del boom del ladrillo.

A los inspectores también ha aprendido a esquivarlos Juan, que trabaja ocasionalmente de camarero. “Me contrataron en negro para unas fiestas populares, pero me dijeron que el primer día no fuera porque era cuando se presentaban los inspectores”. Aunque alguna vez sí que ha trabajado dado de alta en la Seguridad Social, Juan, 27 años, explica que la mayoría de las veces lo hace sin contrato ni derechos laborales. "Hay empresarios que o trabajas en negro o no te contratan como camarero. Ni me propongo pedir que me den de alta". Juan, al igual que Miguel, está preocupado porque ve como va cumpliendo años, trabaja pero su tiempo cotizado a la Seguridad Social no aumenta. También conoce Juan a algunos compañeros a los que no les conviene que el empresario les dé de alta en la Seguridad Social. "Una de las últimas veces que he trabajado lo hice con una chica que a la vez cobraba el subsidio por desempleo".

“La reforma laboral ha abaratado el despido pero no la contratación”

Un asesor laboral que pide anonimato explica la postura de algún empresario poniendo un ejemplo que conoce de cerca. “Este empresario comenzó su negocio con todos sus trabajadores con los papeles en regla, pero poco a poco ha visto cuanto tiene que pagar en impuestos y ahora tiene algún trabajador sin estar dado de alta”. Para este asesor una de las soluciones para acabar con la economía sumergida es dar más beneficios fiscales a las personas que contratan. “La reforma laboral ha abaratado el despido pero no la contratación”.

Uno de los sectores donde la economía sumergida está a la orden del día es el de las personas que imparten clases particulares. Ana es una de ellas. Lleva dos años ayudando a niños a mejorar en su rendimiento escolar durante dos horas al día. “Es algo temporal”, alega cuando se le pregunta por qué no regulariza su situación. “Además con lo que gano, que apenas llega a 3 euros la hora, no me lo puedo permitir”, añade antes de decir que a sus 25 años no ha cotizado nunca.

Con la tasa de paro juvenil superando el 50%, hay muchos jóvenes licenciados que intentan ganarse unos euros dando clases particulares. Ana dice que ha notado el aumento y la consiguiente bajada de precios por la competencia. Para hacer frente a esta competencia, que ellos consideran desleal, se ha creado en Chiclana de la Frontera la Asociación de formadores educativos de Cádiz. Su presidente explica que con esta unión pretenden tener más fuerza a la hora de denunciar a las academias ilegales. “Hay gente dando clase en garajes. Existen incluso profesores que en verano dan clases a sus propios alumnos. Además no tienen que afrontar los gastos que tenemos nosotros, es una lucha desigual”.

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